EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Las laguneras opinan.../Jugar con el poder

Rosario Ramos Salas

Desde hace algunos meses nuestra joven democracia parece desdibujarse. Nos sentimos confusos, perdidos entre el mar de declaraciones diarias, de discusiones sin sentido, pleitos de vecindad, escándalos, en los que nuestros políticos no solamente malgastan recursos sino lo que es más, gastan toda su energía, la fuerza creadora, el poder que deberían poner al servicio de todos.

Pensando en todo esto me preguntaba dónde podría estar el origen de este desorden y la falta de rumbo. Estas fueron mis reflexiones que comparto con ustedes.

En una democracia, entendida según los griegos, el poder reside en los ciudadanos, quienes a su vez son representados por ciudadanos que ejercen el poder a través de la política. Los ciudadanos que se constituyen en Gobierno, antes que ser Gobierno son personas, seres humanos de carne y hueso que para ejercer este poder deben conocerse como personas y no perder la conexión consigo mismos, con su naturaleza, saber cómo ejercen el poder, desde dónde, hacia dónde.

El poder es una fuerza creadora que nos ha sido dada y que todos llevamos en nuestra interioridad. Es tan grande como la energía atómica, capaz de construir o capaz de destruir cuanto alcance a su paso si no sabemos utilizarlo. Los gobernantes, a quienes hemos confiado los destinos de nuestra ciudad o país, deberían conocer con claridad cuál es la fuente de ese poder para garantizar al pueblo una política estable y no reducir al país en luchas cínicas de poder.

¿Qué grado de preparación o conocimiento de sí mismos, de sensibilidad, deben tener los políticos para ejercer el poder? Tal vez para esto no sea necesario tanto título académico, maestrías o doctorados. Lo que necesitan es escucharse a sí mismos, mirarse desde otra visión. Para luego escuchar a sus gobernados y mirarlos de otra manera La cuestión está en descubrir cómo abordamos el poder. ¿Lo rechazamos, lo reconocemos, lo proyectamos, jugamos con él? O sólo lo queremos para controlar, aplastar, invadir.

¿Por qué a los mexicanos nos cuesta tanto ser capaces de reconocer lo que somos, el poder que llevamos dentro, la fuerza que tenemos como personas y como país? Nos cuesta poner esta fuerza, estos dones al servicio de los otros.

Actualmente en el mundo existe un poder omnímodo, unilateral que quiere decidir sobre todos los países o sobre quien se deje. Quiere invadir, aplastar, hacer la guerra, controlar, en lugar de respetar, hacer la paz, dejar vivir a los otros en libertad. Y todo esto lo hace porque dice querer el bien de la humanidad. Como si esta respuesta no fuera una sutil justificación.

Mientras en México nos desgastamos en guerras inútiles. Fox contra López Obrador, PAN contra PRD o contra el PRI. Ya estuvo bueno de funciones de lucha libre o de circo. Ya estuvo bueno de descalificar, manipular, pelear por el poder por el poder mismo. ¿Por qué nos empeñamos en seguir señalando al otro como corrupto, o por qué seguimos haciendo un recuento de los daños que setenta años de PRI hicieron al país? Eso ya lo sabemos. Dejémoslo en manos de la justicia y que ellos juzguen y castiguen si es necesario. El México de hoy es, aunque no le guste al Gobierno del Cambio producto y continuación del México antiguo, del prehispánico, del colonial, del independiente, del México de la era revolucionaria, del priista. En su momento estos Méxicos supieron cómo navegar y lo hicieron, bien o mal, pero avanzaron. No podemos renunciar a nuestro pasado. Por supuesto que no queremos más regímenes de autoritarismo o represión. Pero comencemos por aceptar el pasado con sentido común, con equilibrio, sin posiciones ideológicas maniqueas. Vamos mejor a utilizar nuestra fuerza para crear, dialogar, compartir ideas, debatirlas, traducirlas en hechos, ejecutarlas y así dar soluciones a los miles de problemas y rezagos que tenemos. No para estar señalándonos las culpas, los errores. El de enfrente no es el enemigo. Alguien decía por ahí, hagamos política de 360 grados. En este espectro cabe todo aquel que quiera poner sus facultades y potencialidades, su energía y poder a trabajar al servicio de México. Busquemos el acuerdo, las concordancias, el diálogo.

En el poder hay que buscar igualar las fuerzas, que haya equidad, igualdad, respeto por el otro. No todo es malo o bueno de un lado o de otro. Algo o mucho es rescatable. Es producto del trabajo de todos los mexicanos. En todo esto pensé después de días de estar viendo en la televisión que el país no encuentra el rumbo. No se vale que los medios informativos no pongan su parte. Espero que de algo sirvan mis reflexiones.

garzara1@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 89746

elsiglo.mx