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Las laguneras opinan.../La mediana mediocridad

Mussy Urow

Bien se sabe que el tiempo, convenientemente, borra las cosas o las devuelve. En las últimas semanas ocurrieron en el mundo y en nuestro país hechos que en su momento ocuparon ríos de tinta y comentarios en la radio y la televisión: desde las olimpiadas en Grecia, los niños rehenes de Beslán, en Rusia, el Cuarto Informe de Gobierno aquí en México, los huracanes “Frances” e “Iván”; y de todos estos sucesos sacamos en conclusión que al igual que los huracanes, mucho de lo que ocurre es cíclico.

Cada cuatro años nos entusiasman con la idea de que México, ahora sí, alcanzará varias medallas; y como cada cuatro años, nos colgamos del triunfo de tres o cuatro individuos que a base de puro esfuerzo personal y agallas logran destacar. Y se escuchan las mismas quejas, idénticas disculpas, los mismos comentarios y excusas: “estoy muy contento porque hice mi mejor esfuerzo” (por debajo de la marca); “es que no hay apoyos por parte del Gobierno” (pero el encargado del deporte a nivel nacional se hospeda en el Queen Mary); “ el deporte mexicano es una mafia”; “ sólo se van a pasear,” etc, etc.

El informe presidencial anual ha sido criticado desde hace ya varias administraciones, considerándolo obsoleto. Sin embargo, estamos de acuerdo en que el representante del Poder Ejecutivo debe rendir cuentas a la nación en algún momento y de alguna manera. El aplauso mecánico de otras épocas a todo lo que leía el presidente se consideró una puesta en escena. Avanzamos en democracia y los opositores al régimen de entonces aprovecharon el informe para cuestionar y replicar, con pancartas, letreros, disfraces y de viva voz a todo lo que no estuviera de acuerdo con sus posturas. Entonces sí era válido dicen, porque no había otras formas de ventilar las protestas. Ahora que la oposición de antes está en el poder, las réplicas y protestas son manifestaciones del peor gusto y sólo reflejan la vulgaridad de los legisladores. Este es un caso en el que el tiempo, convenientemente, borra. Pero hay que recordarles que en la antigua Grecia, los que no estaban de acuerdo también protestaban en el foro.

Respecto a los legisladores, de que nos sobran, ni duda cabe. Todos deberían ser electos directamente; que la gente a quienes se supone representan los conozca. Bien haríamos en deshacernos de los plurinominales, que no son más que parásitos y compromisos políticos de todos los partidos. De una senaduría plurinominal nace una posible dinastía en el Gobierno de Tlaxcala.

El panorama es tan deprimente y desalentador, que dan ganas de desaparecerse por algunos años, como el personaje de la película “El Bulto”, aunque la verdad es que la realidad a la que éste regresa es igual de triste y desesperanzada.

Al novelista inglés William Somerset Maugham (Servidumbre Humana, Al Filo de la Navaja) se le atribuye el siguiente comentario: “Adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida”.

Efectivamente, la lectura es un magnífico antídoto contra la desilusión, la pérdida de esperanza y la mísera perspectiva que tiene nuestro país, por lo menos a corto y a mediano plazo; en la lectura encontramos no sólo entretenimiento, sino respuestas a preguntas y cuestionamientos. Las asociaciones que se hacen a través de la lectura nos ayudan a entender nuestra realidad y por lo menos es mucho más productivo y enriquecedor comentar una excelente novela que desgastarse comentando lo que ya todos comentaron.

“Morgan’s Run” (Simon and Schuster, 2000) no publicada aún en español, es la última novela de la australiana Colleen McCullough, autora de una docena de títulos, entre los que destaca “El pájaro espino”, llevada exitosamente a la televisión hace algunos años. Casi toda su obra se ha traducido y publicado por Planeta.

“Morgan’s Run” es una novela histórica, documentada en hechos reales que narra el cruel experimento penal de la Primera Flota, 582 hombres y 193 mujeres convictos que la justicia inglesa del siglo XVIII decide enviar, en 1787, a Australia, territorio insular descubierto unos años antes por el Capitán James Cook. Esta novela describe la terrible travesía, en naves utilizadas para el transporte de esclavos, desde Inglaterra hasta lo que entonces se llamaba Botany Bay. El recorrido iniciaba en el puerto inglés de Porstmouth, hacia Tenerife, Islas Canarias; de ahí a Río de Janeiro, Brasil; Ciudad del Cabo, en la punta de África y de ahí hasta su destino final, después de navegar cerca de 27,800 kilómetros. Los sobrevivientes del viaje, que tiene una duración de un año en condiciones infrahumanas, así como el establecimiento de la primera colonia reflejan el carácter y la perseverancia de seres humanos expuestos a las más duras y extremas circunstancias.

A poco más de 200 años de su fundación, Australia es hoy un país del primer mundo. Su inmenso territorio, la mayoría del cual es desértico, es tres veces más grande que el de México; sin embargo, su población es apenas el 20 por ciento de la nuestra. Australia exporta, entre muchas otras cosas, lana y carne de borrega a todo el mundo. Hoy es uno de los lugares turísticos más buscados; su principal atractivo, el gran Arrecife de Coral y su fauna única, están protegidos por el Gobierno. En las últimas olimpiadas, ocupó un lugar importante en la tabla de medallas.

Al leer la historia de Richard Morgan, protagonista de “Morgan’s Run”, entendí que el carácter de la sociedad australiana se forjó desde sus orígenes. Tal vez Australia tuvo la ventaja de quedar muy lejos de Inglaterra; de ser un lugar inhóspito y hostil; de ser colonizada por gente que buscaba desesperadamente una segunda oportunidad y no le sacaba al trabajo y a las penalidades; su situación de lejanía y abandono los obligó a recurrir a los propios y escasos recursos, sin esperar a que les llegaran ayuda o apoyos de fuera. Esto me llevó a pensar que hay algo similar con los mexicanos que se lanzan a cruzar la frontera, como si se embarcaran voluntariamente en aquella Primera Flota inglesa. Esos mexicanos que envían puntualmente sus remesas desde los Estados Unidos resulta que son ahora la principal fuente de divisas de nuestro país. ¡Qué ironía! Algo pasa con los que seguimos aquí porque incluso esos que se han ido nos siguen ayudando y ni aún así logramos salir del hoyo. ¿Qué tienen esos mexicanos que se van? Definitivamente la entereza y la perseverancia de buscar la oportunidad que no encuentran en su propio país.

Tal vez la lectura de esta novela no me dio una respuesta concreta ni me quitó la desilusión pero sí me ayudó a entender por qué seguimos cíclicamente sumidos en la mediocridad, soportando pasivamente las condiciones que prolongan año tras año los fracasos legislativos (y deportivos, y educativos) la pobre y mediocre actitud, de la que en cierta medida todos somos responsables. ¿Cómo romper esa cadena cíclica de conformismo colectivo? Tal vez un principio sería el de abandonar la mediocre y estéril costumbre de estar buscando siempre culpables ajenos y esperando soluciones que no requieran demasiado esfuerzo.

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