Me resulta difícil abordar un tema que pareciera tan lejano de la realidad que vivimos en México. Sin embargo en el mundo globalizado de hoy el tema del terrorismo se ha vuelto una amenaza para todos. Hoy muchos países se ven enfrentados en forma directa o indirecta con el terrorismo. El mundo se ha vuelto inestable, inseguro, amenazado por fuerzas que nadie sabe cuándo van a atacar, ni quiénes serán las víctimas. Cuando pasaron los sucesos del 11 de septiembre no nos imaginábamos la magnitud de la fuerza terrorista. Los actos terroristas se vuelven familiares, conocidos, todos nos acordamos de algún suceso.
El pasado 11 de marzo, apenas unos minutos después de que los bombazos de Madrid ocurrieran, la noticia había dado ya la vuelta al mundo, como pasa cada vez que hay un evento de esa magnitud. A más de uno nos dejaron pasmados, enojados, tristes. Por el número de vidas que se perdieron, por darnos cuenta de lo que somos capaces, por la naturaleza deliberada y racional de quienes planean estos atentados, por las consecuencias que tienen en el ánimo de las personas. Hay terror, parálisis en los países que se sienten vulnerables. Hay incertidumbre e inseguridad. Se siente la amenaza de que se puede repetir en cualquier momento.
La violencia es el ingrediente principal que el terrorismo conlleva y me hace reflexionar sobre la naturaleza violenta del ser humano. ¿Qué mueve a una persona a cometer estos actos?, ¿por qué eligen esta estrategia?, ¿cuál es la ideología de estas personas?, ¿cuál es la estructura lógica que funciona en los actos terroristas? ¿Qué vacío religioso o político desencadena actos de esta naturaleza? ¿Qué comunican los terroristas con sus atentados? Porque está visto que los terroristas son expertos en comunicación. Hay una intención, un mensaje, una intimidación. La violencia es calculada, deliberada. Una violencia que lo que pretende es causar terror, temor, miedo, sin importar las víctimas. Esta violencia puede ser desde la simple amenaza hasta actos criminales, con la intención de provocar terror. No importa las víctimas inocentes que nada tienen qué ver con lo que los terroristas pelean o buscan. No es una lucha justa.
El terrorismo siempre tiene un blanco que trata de aterrorizar para lograr su objetivo. La violencia está dirigida a este blanco para que ceda a sus demandas, sin importar a cuántas víctimas se lleva.
Pensemos en el terror infligido en la época de Jesús. A propósito de la película que recién se ha estrenado sobre la Pasión de Cristo. ¿Qué pretendían los que lo condenaron con tal saña y escarnio? Jesús tal vez fue una víctima de los fariseos, fundamentalistas, quienes en su desviada religiosidad utilizaban la violencia para provocar temor, para aterrorizar. La película remite a ese terrorismo como amenaza creciente en un mundo que en momentos parece perder el rumbo.
En la película se percibe el ambiente violento en el que vivían estos pueblos. Sorprende el despliegue ciego de la fuerza, la amenaza para todos los que estuvieran con Cristo, por eso Pedro, como muchas veces cualquiera de nosotros, muerto de miedo niega su amistad con Jesús tres veces. Sorprenden y enojan los azotes, lo arbitrario de la decisión de Pilatos, cuando suelta a un criminal porque la turba lo pide. En la violencia la voluntad se paraliza y la capacidad de pensar se aniquila como le pasa a Pilatos. De lo que se trata en el terrorismo es que todo el mundo se sienta permanentemente amenazado. Y si no que se lo pregunten a los españoles, quienes han aprendido a vivir en medio de este conflicto, porque es un hecho que ellos han padecido los embates del terrorismo vasco desde hace muchos años, sin encontrar solución.
Cristo, por el contrario abraza su cruz, acepta el sufrimiento por amor, tal vez como muchas de las víctimas y sus familias de actos terroristas quienes injustamente caen y mueren. Hay una capacidad para aceptar el plan de Dios. Cristo conoce su misión y debe llevarla hasta el final. Él, además encarna la no-violencia, así como otros personajes de la historia como Ghandi, que en su momento lucharon con las armas de la no-violencia. Jesús se nos presenta como fuente de paz, de amor, de gratitud, de reconciliación, de justicia y de verdad. Personajes como María, su madre, quien también acepta la cruz de su hijo, la Verónica que limpia su rostro, la mirada incondicional de Juan, que no lo escuchamos hablar durante el desarrollo de la trama, pero siempre está donde debe estar.
Ojalá la semana que recién termina, semana en la que recordamos la Pasión de Cristo junto a lo experimentado en la película antes referida nos haya dado la oportunidad de reflexionar en lo que significa la violencia y todo lo que ésta arrastra y tratemos de aceptar la realidad que cada uno vivimos, tratando de vivir con dignidad, en amor y paz como medio para llegar a Dios.