Es sano para nuestra incipiente democracia, que los que aspiran a la Presidencia de la República se muestren a la sociedad sin embozos ni tapujos, tal cual son, dispuestos a que los electores se den cuenta, desde un principio, si vale la pena escuchar sus peroratas. Estoy convencido que si alguien le ha hecho daño a los procesos electorales esos han sido los que han ocupado la residencia de Los Pinos quienes, cuando candidatos, prometieron emprender tareas que al final de cuentas, ya en el cargo, no efectuaron. A la gente, nomás, se le fueron las ganas de acudir a las urnas a votar. Eso era la consecuencia lógica de un desencanto general. Los partidos políticos perdieron credibilidad, como resultado de las luchas internas en que se han enfrascado. En el futuro nadie que se precie de tener sus cinco sentidos en su lugar, dará cinco centavos por una elecciones que, ya desde ahora, se consideran ajenas al sentir de la comunidad.
La semana anterior el ex canciller Jorge Castañeda Gutman anunció que buscará figurar como uno más de los candidatos que se inscribirán para participar en la contienda electoral del 2006. Lo novedoso en este inicio de carrera, cuyo camino no carecerá de abrojos, es que el candidato se lanza sin el apoyo de ninguno de los partidos políticos registrados, arremetiendo contra los que llamó los tres grandes, PRI, PAN y PRD, a los que acusó de haber secuestrado a la democracia. Los llamó cínicos, corruptos, representantes del pasado, simuladores, ignorantes, paternalistas y amigos de solapar la impunidad. Ni para qué detenernos en desglosar esta apreciación de quien militando en el partido comunista, de los que, decían luchar por el proletariado mientras escanciaban un coñac, en una copa de cristal de bohemia, enfundados en un batín, calzando chinelas, teniendo enfrente el hogar, encendido con gruesos leños, no tardaban mucho tiempo en mostrar su inclinación por otros derroteros ideológicos.
Quizá su mayor enemigo es él mismo. Es un hombre de acendrada cultura con la que se tropieza, cuando se atribuye haber diseñado una estrategia para llegar a un acuerdo migratorio con Estados Unidos, que lastimosamente no funcionó. Lo hace en tono estridente, farragoso y poco diplomático lo cual, señalan los que no lo quieren, frustró las negociaciones con nuestros vecinos en esa materia. Habría que recordar su diferendo con el Gobierno de Cuba, su entrega sin reservas al imperialismo yanqui, sus desencuentros con la cámara de senadores, sus pleitos con el PAN, etcétera, etcétera. En fin, es un hombre, como se dice, con el que usted podrá no estar de acuerdo, pero al que no puede ignorar. Su imagen personal refleja una vida cómoda, de señorito, que si hubiera vivido en los principios del siglo XVIII no dude que hubiera traído pipa inglesa, guantes, bombín, bastón y traje de catrín. Lo peor, para él, es que en su rostro muestra un mohín desdeñoso que le ha ganado no pocas enemistades, revelando un pensamiento único por cuanto a que parece ver a los demás como unos perdularios.
No dudamos que su sola presencia en los comicios dé mucho de qué hablar. Después de todo tiene carisma para atraer las críticas más acerbas dada su tendencia a no dejarse de quienes considera seres inferiores. Lo que se dice es que buscará formar un partido propio. Ante eso me preguntaría ¿de dónde sacará el dinero suficiente?, ¿cuáles son sus fuentes de financiamiento?, si tomamos en cuenta que una campaña no se hace sólo con saliva. Para que no se desinfle, de aquí a que se abra formalmente la campaña, alguien tendrá que soltar los billetes. De lo que se ve, su tirada tiene como base el que la gente ya no quiera nada con los partidos tradicionales ni con sus abanderados en los comicios. Yo soy quien soy y no me parezco a nadie, parece canturrear, por eso, entonces, los electores me van a preferir. Tal es la ecuación de un hombre que habrá leído muchos libros pero que nada sabe del pragmatismo de la política. Lo cual se le nota a leguas de distancia. En fin, lo más que se puede decir, de su anunciada aspiración, es que, como a un reloj de péndulo, le están dando cuerda con un llavín de grandes orejas.