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Las presas del Aguanaval

Luis Maeda Villalobos

La desinformación ciudadana, desencadenada y persistente, es obra de la ignorancia y de intereses ocultos de ciertos protagónicos. La realidad es que las instituciones de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional del Agua, (CNA), han cumplido con sus funciones en la revisión de la Manifestación del Impacto Ambiental, de las presas del Cañón de la Cabeza y la del Tigre en el Estado de Durango.

Es cierto que debido a la lucha por el poder de los políticos, con la corrupción e intransparencia en los sistemas gubernamentales, la ciudadanía ha perdido, no sólo la escala de valores morales, sino la credibilidad en el Gobierno, retroceso lamentable, porque en el conjunto se da al traste con los recursos naturales.

Es posible, si las cosas continúan igual, que se llegue al grado de la desobediencia de la Ley y la pérdida del Derecho. Que el humano viva en un caos o desorden, por la lucha por la supervivencia en una selva en que nos haremos pedazos.

El caso de las presas de río Aguanaval, ha ocasionado la desinformación y frentes de opositores a las obras, como Ecología municipal de Torreón, Coparmex, el Centro Lagunero de la Iniciativa Privada, (CLIP) y algunos supuestos ecologistas, sin tomar en consideración el antecedente de obras que de ninguna manera, son democráticas, sino de imperiosa necesidad técnica, como han sido las presas Lázaro Cárdenas o del Palmito y la de Las Tórtolas. Obras en que jamás el Gobierno necesitó una compulsa ciudadana, por razones obvias. Es el mismo caso del Distribuidor Vial, llamado ahora de los dos rosarios, uno que se reza al venir de Matamoros Coahuila y el otro para ir a Saltillo o Monterrey.

Las presas del río Aguanaval, repito, no son obras democráticas, que requieran alguna opinión fuera de la necesidad tecnológica para salvar vidas, economías y el agua que anega el cuadro de Matamoros, que se pierde por evaporación. Proyecto en el que el Gobierno debe sopesar la finalidad y el enorme beneficio que conllevan dichas obras.

Los documentos han sido evaluados, las presas tienen sus proyectos técnicos elaborados profesionalmente, como la del Cañón de la Cabeza, de la que repetidamente se ha dicho, se contempla como reguladora de corrientes y rompepicos, lo que permite a su vez que el agua controlada del río, escurra más lentamente y se permita así la recarga de los acuíferos que tanto se necesita. La del Tigre tiene un costo-beneficio social, con sentido humano, con resultados como la mejoría de los productores del campo más pobres del estado.

Los Gobiernos de Coahuila y Durango deben cumplir con las normas constitucionales, hacer a un lado todo lo que huela a demagogia y con tolerancia, contemplar las opiniones disidentes que en nada apoyan al progreso de La Laguna y sí desorientan con una información errónea al público, como lo ha externado Semarnat Coahuila, que conoce bien a los protagónicos, que sólo quieren darse importancia, ante la realidad de una necesidad imperiosa de estas obras.

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