Londres, (EFE).- Las tortugas marinas del Caribe corren peligro de extinción debido a los excesos pesqueros y de desarrollo turístico, que están destruyendo su hábitat natural, según un estudio británico.
El descenso de las poblaciones de esos animales en algunas de las islas más hermosas del Caribe es tan dramático que en las Bermudas muchas de ellas han dejado ya de criar.
En las islas Caimán, archipiélago idílico donde hace años vivían millones de tortugas, los biólogos temen que algunas especies como la llamada "pico de halcón" están ya prácticamente extintas.
El estudio, llevado a cabo por biólogos de la Universidad de Exteter (Reino Unido) y la Sociedad de Conservación Marina, ha alarmado a los grupos defensores del medio ambiente.
Las tortugas fueron durante muchos años la principal fuente de alimento y de ingresos en muchas zonas del Caribe, en cuya cultura desempeñaban un papel vital.
El hombre colonizó las islas Caimán esencialmente debido a que en ellas vivían las mayores colonias de esos quelonios de todo el Atlántico.
Pero actualmente, en la mayor parte de los Territorios Británicos de Ultramar estudiados, el número total de hembras que anidan en las playas todos los años seguramente no es superior a cincuenta.
La única excepción la constituyen las islas de los Trucos y Caicos, indican los científicos.
La mayor parte de las tortugas hembras no comienzan a criar hasta que alcanzan la edad de veinte o treinta años y ponen huevos una vez cada tres años.
Debido al elevado número de huevos que se pierden por culpa de otros animales predadores o de los elementos, en algunos casos sólo uno de cada mil huevos fructificará en un individuo adulto capaz a su vez de tener descendencia.
Para empeorar las cosas, las tortugas son básicamente endogámicas: las de una isla no suelen aparearse con las de las otras. Las hembras vuelven para criar siempre a las playas donde vieron la luz.
Muchas playas, terrenos pantanosos y áreas cubiertas de plantas marinas que constituyen su hábitat natural han sido víctimas en los últimos años de las marinas creadas por el hombre y otras manifestaciones del desarrollo turístico de la zona.
Aunque la población local ha comenzado a limitar voluntariamente el número de tortugas que capturan cada año y tratan de proteger el hábitat de los quelonios, la pobreza local hace que hayan solicitado ayuda al Gobierno británico.