Apenas la semana pasada estábamos hablando del letargo perenne en que vive la sociedad de la tierra de Guadalupe Victoria y Pancho Villa cuando de repente ¡zácatelas! en Coahuila también saben jugar matatena.
Esto viene a cuento por el “osote” que está haciendo pasar al secretario general de Gobierno, Raúl Sifuentes Guerrero, uno de sus operadores de la grilla local, Fernando López.
En una burda maniobra López ofrece a un periodista de esta Casa Editora, algún beneficio a cambio de desviar un “cachito” los resultados de la segunda encuesta en las opiniones del electorado coahuilense sobre las preferencias para ocupar la silla que calienta el gobernador Enrique Martínez y Martínez.
Hace algunos meses, El Siglo de Torreón, publicó las posiciones que guardaban los precandidatos a casi un año de la elección constitucional y Sifuentes Guerrero no estaba cercano entonces a ocupar la punta dentro de los resultados de la dichosa encuesta. Quizá de ahí, Fernando pensó en ayudar a su amigo por la vía de hacer trampa. Así, a la antigua.
En primera instancia cabe la descalificación por el hecho. Sin embargo, en una reflexión poco más reposada, la respuesta es un poco diferente: ¡qué lástima! De verdad, es una pena que este tipo de incidentes aún sucedan en los intentos por arribar a nuevos tiempos. La actualidad, es día a día un mundo donde todo se vuelve más difícil, más complejo. Digo, hasta la forma de “morder” se tiene que refinar, todo, insisto es más sofisticado.
Entiendo que la profesión del periodismo es sin duda y aunque poco valorada por muchos antecedentes negativos en el desempeño de esta ingrata actividad, propensa a verse tentada por el flagelo de la corrupción –¿en dónde no?, preguntaría cualquiera- pero también a este campo están ingresando personas que la vida les proporcionó acceso a una educación universitaria que la generación anterior no tuvo oportunidad de recibir tan fácilmente.
No quiere esto decir que los reporteros, editores, o columnistas actuales sean mejores que los de la vieja guardia. Sólo puedo decir que las reglas del juego son diferentes, que el público es distinto y que lo que ayer era válido hoy puede ser cuestionable.
Hoy, se están abriendo espacios de libertad real para que quienes incursionen en el mundo de la comunicación puedan desempeñarse plenamente y entonces además de una equitativa remuneración económica, encuentren satisfactores profesionales en el desempeño de su función. La profesionalización que se vive en todas las áreas de la actividad económica, alcanza también a los periodistas, que pasando por las aulas, pueden ver con mayor claridad esos valores que tanta falta hacen.
Tal vez Fernando López no pudo apreciar esa diferencia. Con varios años fungiendo como corresponsal de rotativos de la ciudad de México y algunos medios de comunicación locales, López no percibió que no todos son iguales y arruina en parte la intentona que está haciendo Sifuentes para desprenderse de ese prestigio que lo acompaña de ser afecto a muchas acciones rudas, por decir lo menos, que le restan puntos en la lucha por la candidatura.
Esto debe ayudar a que el público, cada vez más exigente y conocedor, presione para que los medios informativos también sean mejores. De los políticos de viejas costumbres –hablo de las malas nada más- la mejor manera de deshacerse de ellos es votando, esa oportunidad democrática que México construyó paso a paso y que ahora nos toca disfrutar, gracias a que la construyeron nuestros antecesores.
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