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LeBron James, el nuevo emblema del baloncesto estadounidense

MADRID, ESPAÑA.- LeBron James, el espectacular escolta que hace apenas un año saltó a la fama mundial siendo todavía un jugador colegial, desfilará el próximo 13 de agosto en la apertura de Atenas 2004 convertido en la máxima atracción del baloncesto olímpico por su inmenso talento y la tremenda responsabilidad que, como consecuencia de esa misma genialidad, le aguarda sobre las canchas griegas.

Los desafíos deportivos no son nuevos para James. Siempre le han acompañado y siempre los ha resuelto de forma brillante. Su forma de jugar le colocó ante el gran público cuando la cadena ESPN decidió transmitir los partidos de su equipo a escala nacional. Luego llegó el fichaje por los Cleveland Cavaliers como número uno del draft, la designación como “Debutante del Año” (“Rookie of the Year”) esta última temporada y, ahora, su inclusión en la selección olímpica.

En Atenas, sin embargo, le aguarda una misión de mucho mayor alcance, una prueba con tintes de cruzada nacional, algo a lo que nunca antes se enfrentado. El baloncesto estadounidense espera de él mucho más que canastas y medallas.

En los elegantes despachos de la Quinta Avenida neoyorquina desde donde se dirige la NBA, en las oficinas de los colegios y universidades que tutelan la cantera norteamericana y dentro de USA Basketball, la federación que hace de nexo entre los profesionales y las bases colegiales y universitarias, esperan que LeBron James les devuelva el orgullo y el esplendor internacional perdido a todos ellos.

Desde esas instancias, tremendamente decepcionadas por el fracaso en el Mundial de Indianápolis 2002, donde un supuesto “Dream Team” acabó quinto; por la mala imagen personal que muchos de sus astros transmiten y, desde hace ya tiempo, por el vacío de iconos abierto con la retirada de los grandes ídolos de los ochentas, esperan que este extraordinario jugador cierre todas esas heridas.

James, que el 13 de agosto tendrá diecinueve años, siete meses y trece días -es el segundo jugador más joven que disputa unos Juegos con la selección yanqui por detrás de Spencer Haywood, quien participó en México 68 con diecinueve años, cinco meses y veintiséis días-, rebosa talento, pero también ha cambiado el típico registro de jovenzuelo irreverente, maleducado y prepotente que ha acompañado estos años a los nuevos profesionales. El aúna genio y algo insólito en su mundo: humildad, respeto y vocación por sus aptitudes individuales al servicio del equipo.

“King” James no es el primer jugador que pasa directamente desde el instituto a la NBA y se proclama “rookie” de año. Amare Stoudamire le precede. Tampoco ha sido el “rookie” que más ha hecho crecer el récord de victorias de su equipo. Cleveland ha aumentado su marca con él en quince triunfos, pero los Spurs ganaron 35 choques más en la primera campaña de David Robinson y 36 en la de Tim Duncan.

LeBron no ha bastado para llevar a los Cavaliers hasta las eliminatorias por el título (play-offs) como Jordan llevó a los Bulls. Del mismo modo, su media anotadora (20,9 puntos) está por debajo de ocho de los veintiséis últimos debutantes del año. Su estadística señala un promedio siete puntos inferior al de Jordan, tres al de Michael Robinson y dos a los de O’Neal, Terry Cummings y Allen Iverson.

Sin embargo, ninguno de ellos ni de los debutantes más significativos de las ligas profesionales de beisbol, futbol americano y hockey afrontó y respondió a la expectación y, en algunos casos, el escepticismo que se levantó en torno a ellos como lo ha hecho James.

Wayne Gretzky anotó 137 puntos en su primera campaña dentro de la liga de hockey (NHL). Nadie pensaba que Randy Moss iba a firmar diecisiete ensayos (touchdowns) en su estreno dentro del futbol de la NFL ni que Vince Coleman sumaría 110 bases en el beisbol. En todo caso, cuando uno se llama a sí mismo “Rey James” está claro que no se siente inferior a nadie. Más bien todo lo contrario.

Después de su primer partido en la liga de verano en Orlando (Florida) tuvo claro que todos sus rivales iban a desafiarle sin tregua. Y así ocurrió, pero el portentoso escolta, cuya visión del juego y su virtuosismo en el pase recuerdan al impresionante Magic Johnson, les ha demostrado su enorme potencial a ellos y a todos los que le han visto sobre la pista.

Una sola campaña en la NBA le ha bastado para despejar cualquier duda sobre sus posibilidades y confirmar que su talento es una verdad incuestionable, que brilla igual en un campo de colegio que bajo los focos del Madison Square Garden. Por eso está en Atenas.

Pero ahora le exigen todavía más, mucho más, y se lo piden los suyos.

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