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MÉXICO, DF.- Un concierto emotivo, una voz que hizo emanar tristeza y alegría; un espectáculo de colores, de raíces, pero sobre todo el homenaje de una mujer para la mujer, fue lo que se vivió el viernes en el concierto de Lila Downs quien presentó su nueva producción Una Sangre. One Blood en el teatro Metropolitan.
A las 21:05 horas el primer ejemplo del canto para "las mujeres que habitan todos los tiempos" se dio con el tema homónimo de su cuarta producción, y con Dignificada, balada compuesta a la defensora de derechos humanos, Digna Ochoa.
"¿Quiénes ejercen los derechos humanos y para qué sirven? bueno, es defender eso, los derechos de las demás personas", dijo la fallecida Digna Ochoa desde una imagen de archivo proyectada en una pantalla al fondo del escenario.
Y así, el concierto de la nacida en la sierra mixteca de Oaxaca, acompañada por seis músicos, deleitó con un espectáculo enfocado a la mujer, a sus derechos y al papel de ella en la sociedad.
"Los quiero mucho; vamos a cantar muy fuerte... por el cariño que yo les tengo y el que ustedes nos tienen", expresó una Lila Downs antes de interpretar La Malinche, donde escenificó el baile regional de la costa oaxaqueña mientras en la pantalla aparecieron distintas imágenes de paisajes y mujeres.
Uno de los elementos más importantes en el espectáculo de más de hora y media fueron la plástica en el escenario, que presentó al principio un gran número de cuerdas de colores colgadas y más tarde coladoras de plástico redondas, pichanchas de Oaxaca, de todos tamaños, que unidas parecieron simular una lámpara donde la luz venía de la Lila.
La única cuestión es que por momentos la voz, ésta vez, no fascinó; y es que Downs se escuchó ronca y no alcanzó el timbre y sonoridad a la que tiene acostumbrado a su público, que ni siquiera le reclamó.
"¡Díganme sus penas!", pidió Lila; pero no le daban penas sino peticiones de temas, y así llegaron El Armadillo, especie de cumbia en lengua maya; La Sandunga, donde felicita a su músico Celso Duarte; Paloma Negra, Cielo Rojo, entre otros.
"Debemos estar muy contentos porque las lenguas indígenas sobreviven en México y en el mundo, también de ser mexicanos y tener raíces indígenas, y de comer maíz", recomendó.
Uno de los momentos emotivos sucedió cuando La Vicky, una paisanita de la cantante, niña oaxaqueña con un brillante tono de voz, subió a cantar con ella y en agradecimiento, además de los aplausos del público, abandonó el escenario con una rosa.
"Esperamos que se pueda permitir este tipo de propuestas, me dijeron que cómo en el Metropolitan, les digo que al contrario, que muchas gracias que este tipo de propuestas pueda llegar a estos espacios", dijo Downs ya casi al final.
Siguieron El Bracero Fracasado, Viborita de la Mar, donde una serpiente de metro y medio movida por tres sujetos interactuó con el público mientras en las imágenes de la pantalla se exhibía la forma de hacer los tejidos oaxaqueños.
