En las costas de Yucatán hay un gran buque mercante de bandera libanesa llamado Lorenna que literalmente se pudre desde hace cuatro años, cuando fue decomisado por la PGR por presuntamente transportar drogas desde Sudamérica.
Luego de los trámites burocráticos de rigor y de invertir poco más de un millón de pesos en su limpieza, las autoridades del Medio Ambiente y de la Marina decidieron hundirlo a 50 kilómetros de la playa, entre los puertos de Chuburná y Sisal, para crear con él un arrecife artificial que permitiera la generación de biodiversidad y también con fines turísticos.
El plan era ambicioso: con ese enorme buque, de 87.88 metros de largo, 13.30 metros de ancho y una altura de 18 metros, se pondría a Yucatán a la vanguardia en la creación de arrecifes artificiales de gran magnitud. Todo marchaba bien hasta ayer, cuando se intentó remolcar al navío y éste simplemente se hundió 23 millas antes de su destino final. Eso, dirían algunos, es mala suerte.
Al otro lado del mundo, en Grecia, nuestros marchistas fracasaron estrepitosamente en esa misión, hasta el momento casi imposible, de conseguir una medalla que reivindique el esfuerzo azteca de haber enviado a 114 atletas a la máxima justa deportiva del orbe.
Y en cascada: también fracasó la ciclista y la selección femenil de futbol, que se despidió ayer con una goleada en contra –cortesía de las cariacas-; la judoka chihuahuense no pudo con su segunda rival y por supuesto fue eliminada y para colmo de males, los dos mexicanos que participaron en la carrera de diez mil metros quedaron en las últimas posiciones. Lo único rescatable es que Alejandro Cárdenas pasó por suerte a la siguiente ronda en los 400 metros planos y que las clavadistas siguen vivas.
Eso, dirían otros, es también mala suerte. En fin, entre el “fiasco” de Lorenna y el desempeño hasta el momento de nuestros atletas en Grecia -situaciones que deben ser aderezadas por las cotidianas pugnas en las que viven inmersos los principales actores políticos en el país y los vaivenes de nuestra economía- los mexicanos tenemos poco de qué sentirnos satisfechos el día de hoy.
