Con el estrépito que acompaña todos los actos de nuestro inefable Jefe de Gobierno, el domingo pasado se inauguró el puente que une el profundo sur donde vivo, con la súper galáctica zona de Santa Fe.
El lunes mismo por la noche, Querubín y yo nos enfilamos hacia allá para conocerlo y después de un considerable atoro, algunas mentadas y mucha lluvia, volvimos sin haber logrado siquiera llegar al puente.
Así es aquí, pura frustración. Menos mal que pertenecemos a ese afortunado grupo de fodongos que con las extremidades inferiores fofas y los músculos flácidos por falta de uso, nos movemos en llantas. Tres calles o tres kilómetros da igual, si no vamos en automóvil, preferimos quedarnos en casa.
Dependientes de la supuesta comodidad que nos ofrece el automóvil en el que por falta de vialidad, pasamos tanto tiempo y donde además de transportarnos cuando la turbamulta nos lo permite, también comemos, bebemos, escuchamos el radio, hablamos por teléfono, aprendemos idiomas o tejemos chambritas.
Como modernos Odiseos, los autonautas salimos dispuestos a arrostrar cualquier aventura; desde alucinar con el canto de las sirenas de la Cruz Roja y los Bomberos, flirtear de ventanilla a ventanilla, entregarnos a juegos sexuales para pasar el tiempo mientras una turba de hombres y mujeres enfurecidos y con machete en mano, nos impiden el paso hasta quién sabe cuándo o adquirir al pie de la ventanilla una versión pirata de bolsa de Luis Vuiton.
Ser autonauta tiene sus mases y sus menos. Ser peatón en cambio, tiene puros menos. Siendo así, nada tiene de extraño que el Día Mundial Sin Auto haya pasado por aquí sin que nadie lo notara. En Copenhague o en Praga, dicha celebración tiene sentido; pero para nosotros que carecemos de una red medianamente lúcida de transporte público, están los segundos pisos del periférico, los nuevos puentes, la contaminación y el sufrimiento de todos, pero muy especialmente de los millones de pedestres a quienes sólo sostiene El Rayito de Esperanza con la promesa de que si llega a la Presidencia, los va a sacar de pobres. ¿Será?
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