Todos contra todos en lucha campal, sin límite de tiempo. No es que se hayan dividido a consecuencia de la bazofia presentada por los medios electrónicos, pues justo es decirlo, que desde antes, en el PRD, ya andaban cogidos de la gamarra jugando cada grupúsculo para su santo. Lo que sucedió es que la denuncia en que se convirtieron los videos, destapando la cloaca de la corrupción, desató la pelotera entre las facciones perredistas que se odian a muerte, por lo que están enseñando los colmillos viendo la ocasión no sólo de poner fuera de combate, de una vez por todas, al vapuleado Andrés Manuel López Obrador, si no, además, posicionarse dentro de lo que quede del partido, si es que algo queda. Durante breve lapso, permanecieron unidos alrededor de la fuerza que representaba Cuauthémoc Cárdenas Solórzano, pero éste, derrotado tres veces en su intento de llegar a la Presidencia de la República, casi agotó su prestigio político. Hoy, ante la ausencia de un liderazgo fuerte, esa unidad se hizo añicos. En el perredismo actual no hay tropa pues, el que más y el que menos, se siente general.
El país esta viviendo el desmoronamiento de la confianza en la clase gobernante al darse cuenta el pueblo, sin que se lo digan, que detrás de este affaire político está el aparato de inteligencia y los recursos con que cuenta el Gobierno; se habla de una conspiración de Estado. Utilizado no para moralizar la función pública sino para mostrar la verdadera cara de sus enemigos políticos, bajándolos del tren que lleva como destino el 2006. En esa insana ocupación de sangre resbala por una de las comisuras, una lengua es mordida, pues el Presidente, con esa facundia que le es característica, hace un llamado a los actores políticos para que actúen con ética, indicando que todo acto de corrupción tiene nombre y apellido, señalando colérico que la sociedad está cansado de actos de deshonestidad, engaños, mentiras y corruptelas. En lo que puede coincidirse es en que la colectividad está hastiada de que haya roedores, de dos patas, dice Paquita la del Barrio, dentro de las oficinas públicas y al interior de los partidos políticos. En todos los niveles, acá, allá y acullá.
La herida de la corrupción esta supurando pus y pronto el cuerpo sanará. Dijo Vicente Fox. Lo peor es que a pesar de su desarrollada probóscide no ha olfateado que la res pública despide olores no muy agradables, como exangüe organismo que estuviera a punto de agusanarse y entrar en pleno estado de putrefacción, por lo que cualquiera diría que dista mucho de estarse recuperando. La sociedad civil se encuentra sumida en una larga divagación acerca de ¿qué va a pasar con la credibilidad no sólo de los partidos si no también la del Gobierno? Es lo que no han querido darse cuenta los rijosos, de que en este lío de inmundicias no habrá quien salga inmaculado. ¿Quién es el siguiente? ¿Algún secretario de Estado? ¿Un gobernador con propiedades en el extranjero? ¿El jefe de un partido político? A mí que no me cuenten, decía un avezado político, mientras echaba su gato a retozar, alguien está desbrozando el camino a su protegido para que pueda arribar sin obstáculos a la silla presidencial.
Lo que recomiendan los estudiosos del esoterismo es que lleven a los posesos, obviamente deben estarlo pues han sido seducidos por el demonio de los billetes verdes, al municipio de Paso de Ovejas, a unos 25 kilómetros del puerto de Veracruz , donde, estola en cuello, blandiendo en la diestra un libro de rezos, haciendo extraños conjuros, el párroco de la iglesia de Puente Jula los rociará con agua bendita. Será todo un espectáculo verlos arquearse, con espuma en la boca, retorciéndose, con los ojos en blanco, profiriendo una rica retahíla de imprecaciones, todo esto en un mar de gritos, alaridos e injurias. Aunque se duda, dada su proclividad al cinismo, les haga efecto el exorcismo. Pensándolo bien, mejor no. Estos cleptómanos, salaces e impíos, son capaces de robarse el cepo, las limosnas, la estola, el cáliz, el libro y hasta las cubetas donde se recoge el vómito.