EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Los demonios de Marta

Germán Froto y Madariaga

Yo quería escribir un artículo sobre el ochenta y siete aniversario de la promulgación nuestra Norma Fundamental que entró en vigor precisamente un cinco de febrero de 1917. Pero se me atravesaron los demonios de Marta Sahagún.

Aunque carezco de ella, me hubiera gustado abordar con maestría jurídica aquella epopeya constitucional en la que las voces de preclaros hombres, patriotas conocedores del ser y forma de ser del pueblo de México brillaron en el foro legislativo más importante y trascendente del siglo pasado. Pero los demonios seguían ahí y para conjurarlos leí a Sor Juana Inés de la Cruz (Juana Ramírez). Pero me resultó peor.

Mi intención era formular una réplica a aquellos que consideran que para superar dificultades momentáneas podían sepultar la actual Constitución y confeccionar otra cuyo articulado se adecuara a las pretensiones sexenales. Mas sin embargo la confrontación de Martita con el Financial Time y las contradictorias opiniones de Vicente Fox y su señora me jalaban hacia este tema.

Pero en fin. Considerando que ya otros habían abordado el tema del aniversario de la Constitución y con docta maestría dieron sus puntos de vista sobre ese asunto, estimé oportuno formular algunos comentarios sobre los demonios del poder público que creo habitan en el alma de doña Marta y que han venido asomando sus horribles cabezas desde que accedió al poder vía el matrimonio civil.

Nadie podrá negar la tenacidad y astucia de la señora. Pues un día sí y otro también, desde el dos de julio de 2000 en que Vicente Fox ganó las elecciones presidenciales intensificó sus esfuerzos por lograr a un mismo tiempo marido y poder político.

Legítima aspiración de una mujer en su condición. Y más si pretende la conquista de un hombre al que ama. A veces, los bienes vienen en paquete y si junto a lo que queremos está un plus adicional, pues santo y bueno, a condición de que no perdamos de vista que aquello que queremos es a lo que le debemos dar mayor importancia.

Las cosas no hubieran pasado de lo meramente anecdótico si Marta se constriñe a jugar y bien su papel de Primera Dama. Pero al darle más importancia a lo accesorio que a lo principal desató al primero de sus demonios: la ambición política.

Y aquí fue donde Sor Juana vino a clarificarme la forma en que se mueve el alma femenina. En un hermoso soneto, la poetisa escribe:

“Detente, sombra de mi bien esquivo,

imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

dulce ficción por quien penosa vivo”.

Hechizada por el poder e impulsada por el demonio que alienta la ambición, Marta debe haber comenzado a escuchar voces que le decían que ella podía tener una vida política propia, al margen de la del Presidente. Que no debía conformarse con ser la Primera Dama del país. Que el viejo papel de las primeras damas no le iba bien a su espíritu luchón y batallador y menos cuando cada día que salía a la calle constataba las “enormes” muestras de apoyo y simpatía que el pueblo le brindaba.

Fue entonces cuando comenzó a dejar entrever, con silencios que constituían afirmativas fictas y evasivas que decían mucho más que cualquier “sí”, la posibilidad de competir para la Presidencia de la República a fin de consolidar un proyecto político que no puede concretarse en seis años.

De nada valía pedirle, para convencerla de su equívoca pretensión, que volteara los ojos a la historia y comprobara que la época de los delfines, herederos del poder político del presidente en turno, había sido superada, además de ser contraria a su propio ideario político y al de su marido, pues contra eso, entre otras cosas, habían luchado durante largos años.

Debe haber pensado Marta, entonces, lo que Sor Juana plasma en la siguiente cuarteta de su soneto:

“Si al imán de tus gracias, atractivo,

sirve mi pecho de obediente acero,

¿para qué me enamoras lisonjero

si has de burlarme luego fugitivo?”.

“Si ya me hicieron que me enamorara del ejercicio del poder —pensaría ella— ¿porqué quieren ahora que me conforme con lo que tengo y renuncie a una candidatura de elección que a mi juicio está a mi alcance dada mi popularidad? ¿Quieren acaso burlarse de mí después de haberme enamorado de esa forma?”.

Creo que para entonces, Marta había ya sido presa del canto de las sirenas, tan frecuente en muchos de los que ejercen el poder, sea por propia mano o sea prestado. Olvidan que ese poder es efímero y por lo común, en el caso de nuestro sistema, lo ostenta la silla en que el poderoso se sienta. La gente halaga y rinde tributo al que está sentado en la silla del poder, no a la persona. De ahí que se afirme y con razón, que en política los amigos son de mentira y los enemigos de verdad.

Pero cierra Sor Juana su bello soneto de esta forma:

“Mas blasonar no puedes, satisfecho,

de que triunfa de mí tu tiranía:

que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía”.

“Si acaso todo esto que ahora vivo —quizá pensó Marta— fuese una burla cruel y todo cuanto veo no es sino efímero espejismo, no me despierten de este sueño hermoso. Déjenme seguir soñando y vivir mi fantasía como la estoy viviendo”.

En efecto, ella seguía soñando en que podía suceder a Vicente, despachar en Los Pinos y confinar a su marido a la cabañita de esa residencia que ahora ocupan ambos.

De pronto, desató al otro demonio que habita en nuestras almas: la soberbia. “A mí nadie me puede cuestionar —se dijo— así sea un medio de comunicación extranjero y tan importante como el Financial Time. Esa tal Sara Silver (que puede ser descendiente del Llanero Solitario) no puede poner en duda el manejo de las finanzas de mi organización Vamos México que tanto ha hecho por los pobres de este país”.

Es cierto y lo hemos dicho en otros momentos, hay medios informativos que calumnian, inventan y difaman. Pero también lo es que no todos actúan así. El citado medio de comunicación le dio toda la oportunidad para que aclarara, justificara y clarificara las cuentas de esa organización y Marta no lo pudo o no lo quiso hacer. Sólo se defendió a posteriori alegando que todo lo publicado eran calumnias, difamaciones y análisis sesgados. Debió sentarse a meditar y aplicar este proverbio romano: “Los segundos pensamientos suelen ser los mejores”.

Para colmo, afirmó en un programa de televisión que se transmite a toda la nación que ella había comentado con el Presidente, su marido, la posibilidad de competir para la Presidencia, aunque añadió que la decisión no estaba tomada porque no era el tiempo de hacerlo. Pero Vicente negó ese mismo día que alguna vez lo hubieran comentado. Es de suponerse que el Presidente ignoraba lo que su locuaz señora había declarado horas antes.

Pero la pregunta obligada es: ¿Quién miente?

Marta liberó ya a dos de los demonios más destructivos que existen: La ambición y la soberbia. Es posible que al tiempo acaben por destruirla.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 72789

elsiglo.mx