Después de las fricciones parlamentarias sobre la aprobación de Ingresos y Gastos del Gobierno en el año 2004, que desembocó en una repetitiva Miscelánea Fiscal, es imprescindible plantear, por enésima vez, en qué consiste la democracia y hasta cuando en México saldremos del corrupto agujero de las dictaduras, de los gobiernos militares, de los falsos partidos, de la privanza de influencias y del general desinterés del ciudadano que sólo entiende la política como el centro de riqueza al que conviene acercarse para sacar ventajas personales.
El extremo llamativo de la discusión del Presupuesto fue la abierta alianza entre el presidente Fox, proveniente del neopanismo y una parte de los diputados, dos de ellos ex funcionarios de la Secretaría de Hacienda militantes del PRI. El liderazgo del dividido grupo priista estuvo a cargo de la profesora Gordillo, dirigente del Sindicato de Maestros más grande de América Latina.
En muchos países se considera institucional y avanzada la democracia porque hay concertaciones, alianzas y acuerdos que se dan entre legisladores contrarios, así los temas de las plataformas originales de convenciones y estatutos de los partidos sean hechos a un lado. Winston Churchill calificó a esta forma de democracia como el sistema menos condenable al lado de las dictaduras de la violencia, del dinero y de las religiones. De esta manera se conduce la política en países tan adelantados como Inglaterra, Holanda y España, en donde el pueblo profesa una particular devoción a las familias de sangre real, aunque difícil sería que se sufragase por la continuación de ese tipo de régimen, si llegasen a formalizarse elecciones generales en las que el pueblo participase de verdad y no con las minorías de 30 por ciento y 40 por ciento.
A no dudarlo la democracia cabal, la del sueño ateniense y la Revolución Francesa del siglo XVIII no se han consolidado en un país. La tradición de la política dirigida por las religiones o por grupos poderosos de intereses económicos manipula a los partidos de manera que la humanidad sólo en porciones pequeñas es consciente del movimiento utópico de la democracia que sobre todo en el siglo XX inundó los acontecimientos de todas las naciones. La disminución de los militarismos, las asonadas y las dictaduras han sido reemplazadas por el sistema de partidos. Pero los partidos han hecho imposible la auténtica representación popular, el cumplimiento de la Constitución Mexicana que pone en manos del pueblo la facultad plena para elegir a los gobernantes.
Para que florezca y madure la democracia se hace necesaria la participación de las mayorías, pero no simplemente de la suma de las mayorías de las minorías partidarias. Sólo cuando los ciudadanos participen activamente, se enteren y vigilen y exijan de los gobiernos el cumplimiento de sus deberes, sólo entonces nos acercaremos a la fórmula del pueblo elector de sus gobernantes.
Durante los últimos 15 años del siglo XX fue notable en México la multiplicación de organismos civiles que criticaban al régimen oficial porque había quebrado a la nación y la había corrompido. La lógica del proceso democratizador de esos años nos condujo a ponernos de acuerdo, no docenas, sino cientos de organizaciones cívicas independientes del Gobierno y de los partidos políticos. Nuestra exigencia en un sinnúmero de eventos logró que el control de las elecciones fuese cedido por el gobierno para que instituciones y tribunales autónomos, no dependientes de la Secretaría de Gobernación, se hiciesen cargo de los comicios. Así fue posible que el dos de julio de 2000 el voto fuese en su mayoría transparente y que el partido oficial perdiese la elección de la Presidencia de la República.
¿Cuál ha sido a partir de entonces el avance de la democracia, del prometido cambio de las costumbres del Gobierno y de la supresión del influyentismo y de la corrupción? -La publicidad oficial sigue sin variar la vieja línea de la propaganda, del autoelogio, del endiosamiento de las personas, de la saturación de los medios electrónicos pagados con dineros del erario. La mayoría del pueblo cuando es consultado por profesionistas veraces de la opinión pública encuentra que el país se va hundiendo. Que fuera de ciertos factores como la reserva en dólares, la moneda mexicana se ha empobrecido, la desocupación aumenta, los grandes negocios del Gobierno protegen una supuesta transparencia con publicidad y organismos desaseados que son pagados con dineros del pueblo para aseverar que todo se hace legalmente.
Y el meollo del retroceso estriba en que los partidos se han multiplicado, pero que sus regímenes internos son fuentes de enriquecimiento, de poderes amafiados que no cuentan con la participación de sus miembros cuando se trata de la opinión sobre las leyes y la ética interna de los partidos.
jodeortiz@netra.net.S065