Vivir en la región fronteriza de México y Estados Unidos tiene sus ventajas y privilegios, aunque también algunas importantes desventajas.
Entre las primeras se encuentra la posibilidad de disfrutar lo mejor de los dos países. Por ejemplo la cultura mexicana que no tiene comparación así como el orden y la seguridad de los Estados Unidos.
Saborear una buena comida con amigos en Tijuana al mediodía y por la noche asistir a un partido de ligas mayores o a una obra de teatro con el sello Broadway en San Diego son actividades imposibles de realizar en un mismo día en cualesquier otra región del mundo.
Los atractivos comerciales, turísticos, así como la extensa gama de eventos musicales y artísticos en un ambiente bicultural y binacional son otras de las grandes ventajas de la vida en la frontera. Pero hay también desventajas y por desgracia algunas de ellas son bastante desagradables por no decir que intolerables.
El cruce de un país a otro es día tras día una molestia que hay que soportar y más cuando se encuentra en el lado americano a un agente de migración sangrón y majadero. Para colmo el paso de Estados Unidos a México también se ha complicado en los últimos meses, especialmente porque cada vez son más los mexicanos que diariamente van a trabajar a Estados Unidos pero que por comodidad, economía o simple gusto viven en el lado mexicano.
La discriminación por raza, cultura e idioma que se manifiesta de muy diversas formas es otra adversidad que hay que enfrentar en forma cotidiana. Cada vez son más los mexicanos fronterizos que evitan cruzar a Estados Unidos por esta razón, prefieren mantener su dignidad a soportar alguna mala mirada, un gesto duro o la insolencia de algún anglosajón que se cree superior al resto de las razas.
La comparación constante y rigurosa entre los dos países es otra realidad dura que se plantea todos los días a través de los medios de comunicación o en la convivencia cotidiana.
Darnos cuenta semana tras semana de la pobreza, la corrupción y el rezago social que vive México y con especial énfasis los barrios marginados en la frontera, es otra situación dolorosa y desagradable para quienes poblamos esta región. A su vez vivir en el lado americano en un ambiente de guerra y hostilidad en contra de los enemigos de Norteamérica como ocurrió este año con Iraq resulta por demás incómodo y difícil de comprender.
Quizás una de las peores diferencias ocurre en la vida política. Si bien es cierto que en Norteamérica la política está contaminada por el mercantilismo y la banalidad, en México se vive una rivalidad partidista que raya en lo infantil e irracional. Cuando George W. Bush declaró la guerra en contra de Iraq el Congreso en pleno lo apoyó y aprobó los gastos necesarios para la cruzada bélica.
En México si el presidente Fox quiere pintar de rojo su casa de Los Pinos, lo más seguro es que los diputados de oposición ordenen una investigación para verificar si ese color altera la ecología del Bosque de Chapultepec.
Pero son finalmente estos contrastes, tantas desavenencias y las grandes diferencias entre los dos países, las dos culturas y las distintas razas lo que ha hecho que las fronteras hayan crecido vertiginosamente en los últimos treinta años en lo económico, lo cultural y lo social. Es muy posible que tal dinamismo prosiga por varias décadas mientras México y Estados Unidos luchen día tras día a convivir en forma pacífica, armónica y fraterna. Le deseamos un feliz año nuevo y que el 2004 sea para usted y su familia muy generoso en salud, amor y prosperidad.
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