Cada seis años se vuelven más insoportables aquéllos que podríamos llamar “años de sucesión”. Parece como si sólo se tratara de un compás de espera del próximo sexenio. Todo se paraliza, empezando por la economía y a la gente la mantienen distraída con circo más que con pan . Lo malo esta vez es que casi todo el sexenio de Fox parece ser “año de sucesión”. Se empezó muy pronto a buscarle sucesor y la primera en proponerse fue su propia mujer, lo que desató como es evidente la escandalera a las primeras de cambio. Y es que no obstante la diaria aparición personal del mandatario y la perpetua propaganda en TV rubricada por la nefasta y muy significativa “águila mocha” que adoptó como logo de su (des)Gobierno, Fox sigue dando la impresión de ser un presidente de utilería, un presidente “de mientras” .
En un escenario tan vacío, en el que el subejercicio del poder, como el del presupuesto, es la tónica, lo lógico es que la gente busque razones a sus propios grandes problemas cotidianos causados en buena medida por la inmovilidad , impotencia, incapacidad gubernamental para mantener un buen rumbo de la nave que le encargaron a Mr. Fox en 2000 sus electores y encuentre chivos expiatorios, que amablemente les ofrecen los medios de comunicación, contra los que dirigir su furia ¡Un círculo vicioso verdaderamente “del cocol”!
Pero los escándalos no sólo sirven para insistente y casi único tema de conversación a los conductores de programas de noticias sobre todo de TV, que están olvidando su función de informadores, para convertirse en endiosados jueces supremos de todos los asuntos (véase los homenajes de TV Azteca al conductor de “Hechos”, Javier Alatorre, por los diez años del noticiero, o los programas que manifiestamente el Opus Dei encargó a Joaquín López Dóriga para tapar al best-seller “El Código Da Vinci” ), sino que los escándalos sirven realmente para destruir y construir fuerzas políticas para la elección de 2006 y como siempre sucede, para que los supervivales se sigan haciendo negocios infinitos y para que en ese río revuelto los grandes tiburones se sirvan a placer. ¿Qué no Fox aceptó ya que los gringos están sacando gas de la cuenca de Burgos?
¿qué no acaba el Gobierno de aceptar que 30 por ciento del campo de México está ya dañado sin remedio por los transgénicos y que el maíz mexicano corre grave peligro por el país importado?
LO ORGANIZARON TODOS PARA BENEFICIARSE TODOS, SALVO EL PAÍS. - Si el demasiado popular, Andrés Manuel López Obrador, el enemigo común a vencer de todos los políticos que quieren ocupar la Presidencia, incluyendo por supuesto aquél al que le hacía sombra en su propio PRD, es lógico también pensar que en el complot participaron todos, desde Cuauhtémoc Cárdenas, que ahora que la izquierda en Europa vuelve por sus fueros ante el fracaso del neoliberalismo y de Bush, no quiere perder el chance de una cuarta candidatura en la creencia de que “la cuarta es la vencida” como lo fue para otros grandes líderes -Mitterrand en Francia en 1981, Lulla en Brasil el año pasado-, hasta el mercenario, Jorge Castañeda Gutman, que tiene la desfachatez además de aprovecharse del desprestigio de los partidos para erigirse como “candidato ciudadano”.
El prepotente Castañeda se siente tan rico y fuerte que hasta deshecha los fondos que por Ley tiene que aportar el IFE y mantiene en cambio en secreto la fuente de su financiamiento, lo que es también ilegal. Pero de secreta ésa o mejor dicho esas fuentes, no tienen nada. Con un poco de reflexión y de memoria cualquier elector mexicano puede recordar a quienes sirvió este George cuando fue Secretario de Relaciones Exteriores de México, en un breve y caótico paso por Tlatelolco. Desde luego a su tocayo, Jorge Bush, pero además de él a su hermano Jeb, gobernador de Florida y más que a una persona, al poderoso grupo cubano de hiperderecha (no todos los exiliados cubanos lo son) de Miami. A él le habían encargado nada más ni nada menos que les sacara por favor y a la mayor brevedad a Fidel Castro de su isla. Y así fue como Jorge Castañeda, canciller, empinó a Vicente Fox, presidente de México, un país con muchos defectos, pero con una política externa inteligente, a una exhibición pueril y grotesca como fue la “invitación - desinvitación - e invitación limitada” a Fidel Castro, presidente de Cuba, a la vacilada de la Cumbre en Monterrey en 2002. Aquel asunto que quedó inscrito en la historia con la frase más abyecta que puede decir un Presidente a otro: “Comes y te vas”.
A Castañeda le sobran apoyos financieros. Hay que recordar también que es medio hermano por la madre de Andrés Rosental, ciudadano venezolano, pieza clave del salinismo, que pertenece a la llamada mafia del Omega, así llamada por el nombre de un edificio-bunker de Polanco en el DF, en donde despachan inefables personajes de la política nacional, desde el mismo hermano Andrés hasta el propio Roberto Madrazo, presidente del PRI. Gente variopinta ésta del Omega, pero con una característica común: son todos gente de Carlos Salinas, un hombre que no es precisamente pobre y que tiene simpatía por el hermanito de Andrés, al grado de haberle financiado, si no ordenado, un libro como “La Herencia”. De ahí también obtiene un poquito de financiamiento el espartano candidato ciudadano, Jorge Castañeda Gutman al que le dan tanto asco los partidos y hasta el IFE ¿o no?
OTROS BENEFICIARIOS son desde luego el PRI, seguro de regresar al poder. Y no anda mal, sólo que si es con Madrazo, amigo de Bush, no saldremos de lo mismo. En cuanto al PAN, es el de Marta, “La del Zorro” apoyada también por su amigo Salinas, el beneficiario de los escándalos. Y, claro, el que por todos lados gana es Carlos. En eso estoy de acuerdo con AMLO.
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