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Los Leones Presentes / Mañana se celebrará el día más importante del año, ?Día de la Madre?

Jorge Romero Montañés

Por lo que me permito enviar mi más sinceras felicitaciones, así como el reconocimiento que cada una merece. Para quienes tienen a su madre todavía, ?felicítenla? háganles saber todo lo que significa tener al ser que les dio la vida. Para los que ya quedamos huérfanos, hagamos nuestras oraciones a ese ser maravilloso, que fue nuestra madre.

¡Camino al cielo...! Una ánima bendita que iba al cielo para encontrarse con Dios, para el juicio sin trampas y la verdad desnuda. Y no era para menos, porque su conciencia llevaba muchas cosas negras muy pocas positivas que le valieran. Buscaba ansiosamente aquellos recuerdos de buenas acciones que había hecho en sus largos años de usurero. Había encontrado en los bolsillos del alma algunos recibos ?que Dios se lo pague?, por cierto muy arrugados y amarillentos por lo viejo. Ahora todo eso lo veía claro pero ya era tarde, la cercanía del juicio con el Señor lo tenía muy preocupado. Al llegar a la puerta principal del cielo se acercó sigilosamente y se extrañó mucho al ver que allí no había que hacer fila, porque tal vez quizá los trámites se realizaban demasiado rápidos y sin complicaciones.

Pero lo que más le extrañó fue que las puertas hubieran estado abiertas de par en par y además que no había nadie para vigilarlas. Golpeó las manos y gritó el Ave María Purísima, pero nadie le contestó: Miró hacia dentro y quedó maravillado con la cantidad de cosas lindas que se distinguían. Pero no vio a ninguno, ni Ángel, ni Santo, ni nada que se le pareciera. Se animó un poco más y la curiosidad lo llevó a cruzar el umbral de las puertas celestiales. Y nada, se encontró perfectamente dentro del paraíso sin que nadie se lo impidiera. ¡Caramba, se dijo, parece que aquí deben ser todos gente muy honrada! ¡Mira qué dejar las puertas abiertas y sin guardia que vigile!

Poco a poco fue perdiendo el miedo y fascinado por lo que veía se fue adentrando por los patios de la gloria. Realmente una preciosura. Era para pasarse allí una eternidad mirando, porque a cada momento descubría realidades asombrosas y bellas. De patio en patio, de jardín en jardín y de sala en sala, se fue internando en las mansiones celestiales, hasta que desembocó en lo que tendría que ser la oficina del Señor. Por supuesto, también estaba abierta de par en par. Titubeó un poquito antes de entrar. Pero en el cielo todo termina por inspirar confianza. Así que penetró en la sala ocupada en su centro por el escritorio de Dios. Y sobre el escritorio estaban sus anteojos, nuestro amigo no pudo resistir la tentación, -santa tentación al fin, de echar una miradita a la Tierra con los anteojos de Dios nuestro Señor. Y al ponerlos se maravilló. ¡Qué maravilla! Sé veía todo claro y patente.

Con esos anteojos se lograba ver la realidad profunda de todo y todo sin la menor dificultad. Pudo mirar profundo las intenciones de los políticos, las auténticas razones de los economistas, las tentaciones de los hombres de la iglesia, los sufrimientos de las dos terceras partes de la humanidad. Todo estaba patente ante los ojos de Dios, como afirma la Biblia, entonces se le ocurrió una idea, trataría de ubicar a sus socios de la financiera para observarlo de esta situación privilegiada. No le resultó difícil encontrarlo. Pero lo agarró en un mal momento.

En ese preciso instante su colega estaba estafando a una pobre mujer viuda mediante un crédito bochornoso que terminaría de hundirla en la miseria. Y al ver con claridad la cochinada que su socio estaba por realizar, le subió al corazón un profundo deseo de justicia. Nunca le había pasado en la Tierra. Pero, claro, ahora estaba en el cielo. Fue tan grande el deseo de hacer justicia, que sin pensarlo dos veces buscó debajo de la mesa el banquito del Señor y revoleándolo por su cabeza lo lanzó a la Tierra con tremenda fuerza y con semejante teleobjetivo que el tiro fue certero, brindando un tremendo golpe a su socio, al cual tumbó allí mismo. De pronto en ese momento se sintió en el cielo una gran algarabía. Era Dios Nuestro Señor que regresaba con sus angelitos, sus santas vírgenes, confesores y mártires, luego de un día de picnic realizado en los collados eternos.

La alegría de todos se expresaba hasta en los poros del alma, haciendo una batahola celestial. Nuestro amigo se sobresaltó. Como era pura alma, el alma se le fue a los pies, sino que se trató de esconder detrás del armario de las indulgencias. Pero ustedes comprenderán que la cosa no le sirvió de nada. Porque a los ojos de Dios todo está patente, así que fue nomás entrar y llamarlo a su presencia. Pero Dios no estaba irritado. Gozaba de muy buen humor, como siempre, simplemente le preguntó qué estaba haciendo. La pobre alma trató de explicar balbuceando que había entrado a la gloria, porque estando la puerta abierta nadie le respondió y él quería pedir permiso, pero no sabía a quién, no, no le dijo Dios, no te pregunto eso.

Todo está muy bien, lo que te pregunto qué fue lo que hiciste con mi banquito donde apoyo los pies. Reconfortado por la misericordiosa manera de ser de Dios, el pobre tipo fue animado y le contó que había entrado a su despacho, había visto el escritorio y encima sus anteojos y que no había resistido la tentación de colocárselos para echarle una miradita al mundo. Que le pedía perdón por el atrevimiento. No, no, volvió a decirle Dios, todo está muy bien, no hay nada qué perdonar. Mi deseo profundo es que todos los hombres fueran capaces de mirar el mundo como yo lo veo. En eso no hay pecado, pero hiciste algo más ¿qué paso con mi banquito donde apoyo los pies? Ahora sí el ánima bendita se encontró animada del todo. Le contó al Señor en forma apasionada que había estado observando a su socio justamente cuando cometía una tremenda injusticia y que le había subido al alma un gran deseo de justicia y que sin pensar en nada había manoteado el banquito y se lo había arrojado por el lomo a su socio.

¡Ah, no! Volvió a decirle Dios, ahí fallaste, no te diste cuenta de que si te pusiste mis anteojos, té faltó tener mi corazón. Imagínate que si yo cada vez que veo una injusticia en la Tierra me decidiera a tirarles un banquito, no alcanzarían los carpinteros de todo el universo para abastecerme de proyectiles, no hijo, hay que tener mucho cuidado con ponerse mis anteojos, si no estás bien seguro de tener también mi corazón. Sólo tiene derecho a juzgar, el que tiene el poder de salvar. Vuélvete ahora a la Tierra y en penitencia, durante cinco años reza todos los días esta breve oración: Jesús humilde de corazón, dame un corazón semejante al tuyo. En ese instante el hombre se despertó todo transpirado, observando por la ventana entreabierta que el sol ya había salido y que afuera cantaban los pajaritos. Como ves hay historias que parecen sueños. Y sueños que podrían cambiar la historia. ?Pensamiento Leonístico?: Venerar al ser querido, es amarlo para siempre. ?Nosotros Servimos?.

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