De pronto en México la política se convierte en el mejor medio para subsistir y desde luego para lograr el éxito material en todos los aspectos. Adulados y ponderados en sus obras, los funcionarios y operadores políticos basan su manipulación en la misma irresponsabilidad de gobernar y el trueque desmedido de puestos entre los mismos amigos, vecinos, compadres, recomendados y correligionarios de los partidos políticos que monopolícamente acaparan todo, desde ser los principales proveedores hasta los que ocupan los principales puestos en determinadas administraciones. Un ejemplo reciente, el fraude por parte de Laura Valdez en Lotería Nacional, fácil se resuelve con otro político: Tomas Ruiz, más quemado que el mofle de cualquier camión del transporte urbano de Torreón (sólo por citar una ciudad), sin embargo este señor Ruiz, sólo por el hecho de pertenecer a una célula de un partido político es acomodado en el puesto, no por su trayectoria o por ética demostrada en otras funciones públicas.
Los monopolios son causas de estancamiento para un país por el lado que se le vea, sin embargo, en las empresas particulares es todo lo contrario, sobre todo el crecimiento económico. En el monopolio político mexicano, no hay máscaras, aquí se ejerce “el poder desde el poder”, el mejoramiento social es soslayado y sólo utilizado en los “slogans” de campañas, lo que pasó en Oaxaca con el corrupto Murat es un ejemplo y pronto lo veremos en Tlaxcala con la monarquía Sánchez-Ramírez, esto solapado por las instituciones (demócratas, republicanas y constitucionales).
Los sindicatos corporativistas no están exentos de conformar monopolios y tener sus reycitos que dictan edictos y testamentos sobre quién será su heredero. México es el espacio excelente para el cultivo de monopolios y en la reciente y pobre historia económica el Estado administra vía legal a su conveniencia dos empresas monopólicas intocables como son Pemex y Comisión Federal de Electricidad (CFE) y hasta hace poco tuvo Telmex, Mexicana de Aviación, Ferrocarriles de México, Altos Hornos de México y DINA, entre otros que poco a poco ha ido vendiendo.
Pero más allá de que entre dos fábricas de bebidas gaseosas y dos cervecerías, dos empresas televisivas, una empresa de teléfonos marchen garantes en su economía aunados a los monopolios arriba señalados (Pemex y CFE) están los partidos políticos y sus tentáculos llamados sindicatos, así sean éstos rojos, blancos o negros en todos está el mismo interés llamado poder y muchos convertidos en pequeñas monarquías, que como feudo tienen un municipio, estado o institución, que para desgracia de los mexicanos son mantenidos por el pueblo.
Hay monopolios intocables a nivel mundial y caso concreto la mafiosa FIFA que en sus tentáculos afilia miles de ligas de futbol y inventa torneos desde los domésticos hasta los mundiales, ejerciendo un estricto control, incluyendo la propaganda. Existen sin embargo monopolios en México que más que empresas parecen mafias, el caso de la distribución de papel para la elaboración de periódicos y revistas, donde se ejerce un poder tremendo y es una de las formas más comunes de la “Ley Mordaza” que olímpicamente aplica el Estado sobre algunas diarios nacionales.
El caso de la CTM central obrera y sus cientos de siglas acaparadas por este monopolio, otro sindicato sagrado es el SNTE cuyos agremiados entran a trabajar a la SEP automáticamente y sin que se les pida una opinión forman parte de este monopolio gangsteril. Un México estancado que sin duda mucho se debe a la filosofía bofa y al acaparamiento de estos monopolios por parte de un reducido grupo de parásitos seudobenefactores del trabajador, mal llamados líderes, en un pueblo como México que aún en pleno siglo XXI espera el Mesías. Porque el cambio llegó pero sólo para unos cuantos, los más siguen dentro de los mismos monopolios sólo que de otro color.
Correo electrónico:
linga_1031@hotmail.com