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Los motivos de Durazo

Jorge Zepeda Patterson

“Cargan más dos tetas que 100 pares de carretas”, dijo Francisco Frayle, candidato del PAN a la gubernatura de Puebla, para explicar porqué Fox no hace nada para controlar a Marta Sahagún. Sin duda los designios del amor son inescrutables, pero cuesta trabajo creer que los atributos físicos de la Primera Dama mantengan en vilo a la sucesión presidencial o provoquen nerviosismo en los mercados financieros. Y sin embargo, la salida de Alfonso Durazo, secretario particular de Fox y director de Comunicación Social de la Presidencia se debe justamente a esas razones: la incapacidad del Presidente para controlar a su mujer en asuntos relacionados con el poder político y la sucesión. Durazo debe saberlo, porque se había convertido en el segundo hombre con más influencia en Los Pinos. El problema para Durazo es que entre el primero y el segundo hombre con más poder, justamente se encontraba una mujer, la Primera Dama.

Da la impresión de que detrás de la renuncia del secretario hay razones de índole distinta a la simple indignación democrática. Que la señora Marta Sahagún está usando su matrimonio para hacer una autopromoción con intenciones políticas o que su marido no haga nada para detenerla, no son noticia nueva. Tampoco es creíble que alguien que fue secretario particular de Colosio, funcionario de Gobernación y alto dirigente del PRI tenga la piel tan delicada o la conciencia tan virginal que los abusos de la señora Fox le resulten éticamente intolerables.

La renuncia obedece a otras razones. Se origina en el estilo de trabajo en solitario que caracteriza a Marta Sahagún. Sea por soberbia, sobreestimación o incapacidad para convocar aliados, lo cierto es que el equipo de la señora Sahagún no ha podido sumar. En cuatro años la Primera Dama no ha logrado despertar simpatías en alguno de los líderes del PAN. Como bien se sabe, en este momento las peores críticas a su desempeño provienen justamente de su partido. Dentro del equipo de Los Pinos tampoco ha sido particularmente hábil para liderar o lograr consensos. La estrategia de Marta Sahagún con relación a los equipos que rodean a la Presidencia es simplemente de carácter controlador: o se subordinan a su influencia o se convierten en enemigos. Durante la campaña sucedió con asesores cercanos a Fox, como Jorge Castañeda y Adolfo Aguilar Zinzer con los cuales acabó rompiendo y ahora pasó con Durazo.

El sonorense terminó renunciando por los embates de la presidenta de la fundación Vamos México. En las últimas semanas la Primera Dama se ha sentido particularmente acosada por la opinión pública (nuevas notas en el Financial Times sobre los dineros de la Fundación y escándalos de su protegida en la Lotería Nacional). Salvo el blindaje personal de su marido y las instituciones que ella misma controla, la señora Fox siente que propios y ajenos se han puesto en su contra. De allí la necesidad de cerrar filas y por ende, la creciente desconfianza al peso político de alguien como Durazo, absolutamente ajeno a su influencia.

Las presiones sobre el secretario particular habían ido escalando en las últimas semanas. En consecuencia, el funcionario prefirió inmolarse con una carta de renuncia valiente y explosiva, pero sobre todo muy conveniente para su futuro político. Con este torpedo que Durazo asesta a Los Pinos se transforma en un activo político para su partido, el PRI, para el que se había convertido en traidor luego de su integración al Gobierno panista.

Durazo sabe que más temprano que tarde, Fox habría de defenestrarlo por indicaciones de su cónyuge. De haber sido el caso se habría constituido en un deshecho para cualquier partido, una especie de paria político.

Con su carta, Durazo toma la iniciativa de algo que a la postre sería inevitable y de paso se convierte en un activo para cualquier fuerza política de la oposición.

Con su salida el Presidente pierde una importante correa de transmisión con las fuerzas políticas reales a lo largo del país. Durazo era un operador de primera línea que conocía los botones que activan los poderes reales a lo largo del territorio. Eso no se improvisa.

El nerviosismo de Fox con todo esto puede ser percibido por la cantidad de gazapos y titubeos en sus declaraciones relativas a la salida de Durazo, a quien comparó con Judas (“al mismo Jesucristo se le fue uno de los 12...”). La prensa y la radio recogieron los traspiés: “Es mi obligación señalar que una golondrina no hace vientos, ni tormentas” (se dice, una golondrina no hace verano). “Ojalá y el debate lo hagamos con serenidad... y no por desplegados que salen en El Clarín”, en referencia a un desplegado crítico publicado en La Nación, diario argentino. “Si les diera gusto a los que dicen: cambia todo el Gabinete de un golpe de timón” (golpe de timón es un viraje de estrategia política).

Con la salida de Durazo, Marta Sahagún adquiere mayor control del equipo interno. Pero, una vez más, queda la sensación de otras veces: cada aparente ganancia de la señora provoca una pérdida equivalente en el prestigio de su marido y en sus posibilidades de conducir un cambio real en el país.

(jzepeda52@aol.com)

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