El señor Héctor Nahle Badillo nació en Río Grande, Zacatecas, el 18 de noviembre de 1953, hijo de Raúl Nahle Cavazos y de María Badillo, siendo el cuarto de ocho hermanos. Sus primeros seis años transcurrieron como los de todos. Dándose cuenta de lo que tenía y aprendiendo a usarlo: Piernas que le harían en el futuro un buen jugador de futbol soccer; brazos con los que conseguiría que la blanca pelotita del golf se acerque lo más posible al hoyo con su primer tiro; ojos y oídos y una mente clara que le haría siempre entender lo que debería hacer, ser o vivir.
Una vez que sus seis primeros años entraron a los siete, fue inscrito en el colegio Margel de aquella población, en el que cursó hasta el cuarto año de instrucción primaria en virtud de que su padre decidió cambiar su domicilio a la Ciudad en México que por entonces el presidente López Mateos estaba haciendo crecer desaforadamente, no obstante lo cual los campesinos preferían irse de braceros a vivir en los pueblos que se volvían ciudades.
En la capital, Héctor Nahle Badillo fue inscrito en el colegio Manuel José Othón, de madres josefinas, con las que terminó su quinto año de primaria. El sexto año y la secundaria los hizo en el colegio Santa María del Río en San Luis Potosí.
En 1968, el año de la Olimpiada, don Raúl Nahle recogió a toda su tribu y se la trajo a Torreón, de manera que Héctor Nahle Badillo ha vivido en nuestra ciudad 37 de sus 51 años. Habiendo llegado aquí de 15 años. Lo que hizo al llegar fue buscar trabajo y escuela para estudiar de noche. Encontró ambos. El trabajo con David Lack, cuyo negocio estaba entonces en la calle Cepeda, entre las avenidas Hidalgo y Venustiano Carranza, por entonces llamada todavía, según creo, Agustín de Iturbide; sus escuelas fueron, primero la Centenario, luego la ECA en la que años después, en el 74 ó 75 se recibiría de licenciado en Administración de Empresas, heroicidad que no tuvo tiempo para celebrar, pues para su fortuna ya trabajaba en el Banco Comercial Mexicano en el que Miguel Wong Sánchez era el gerente y jefe de piso, Othón Borrego. Cinco años estuvo colaborando en esa institución.
La tesis que presentara para obtener su título la denominó: ?Participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas?, y esta circunstancia hizo que en la administración fiscal, Marco Antonio Pascual Moncayo y Ruperto García Peña, que también andaban sobre eso, lo llamaran para que colaborara con ellos. Por cierto, uno de sus grandes amigos de siempre es el licenciado Adrián Ortiz Gámez, fiscalista que actualmente vive en la ciudad de Saltillo.
Se habían acabado los tiempos más que duros en que, aparte de trabajar y estudiar su diversión era ir a la Plaza de Armas a dar vueltas y ver a otros visitantes o, lo máximo, ir a Lerdo a disfrutar la nieve de Chepo. Ahora se desquitaba de su antigua austeridad, aprovechando las fiestas de los clubes de Leones, Sertomas, Cipreses y el propio Casino.
Su propia actividad le hizo conocer en la administración fiscal a Belinda Romero, hoy su señora esposa, que allí trabajaba como secretaria bilingüe y con quien se casó el ocho de octubre de 1977, formando una familia de tres hijos: Héctor Hugo, que es LAE; Belinda, especializada en mercadotecnia, y Valeria, en negocios internacionales.
Héctor Nahle Badillo actualmente está especializado en la fabricación de salas. Esto ocurrió de la manera más curiosa. Sucede que a su hermano menor, Sergio, le ofrecieron en venta ese negocio, pero no estando en condiciones de adquirirlo le propuso a Héctor que lo comprara, lo que éste hizo en 1984; es decir, hace veinte años durante los que ha mantenido su inicial propósito: Una alta calidad a un precio razonable.
Su grupo le ha distinguido con la presidencia de la Asociación de Muebles de la Laguna. Ha sido directivo y presidente del Club Infantil Jaguares de Futbol Americano. Le gusta la naturaleza, la pesca, el campo, así que aprovecha cuanta oportunidad se le presenta para visitar la presa y el campo.
También forma parte del Club Cuatrimotos, que tiene l4 miembros, cuya finalidad es organizar travesías de l2 y 15 horas en cuatrimotos, que les llevan a Química del Rey, a las Tórtolas, El Palmito.
Su inquietud actual es la de unir al sector mueblero y hacer este año, posiblemente a fin de mes o en el próximo febrero una exposición en la que estén presentes los distribuidores más importantes.
Tiene una gran fe en el progreso de nuestro país y de La Laguna que, por su situación geográfica piensa que puede ser, y va a ser, la punta de lanza de ese futuro desarrollo.
Héctor Nahle Badillo es un optimista nato, y su confianza contagia; un empresario que sabe lo que sabía Carlyle: que de nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive; y que lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos. Por eso Héctor Nahle Badillo es uno de LOS NUESTROS.