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Los Nuestros / Jesús Reyes García

Jesús Reyes García cree en la amistad y en la gratitud. Las practica, las vive. Tiene franco el paso a los niveles de decisión de diversas oficinas privadas y públicas. Abre esas puertas con llaves que estructuró en el crisol del servir y de saber ser solidario. Hay dos situaciones extremas en su carrera de funcionario público: una sirviendo al licenciado Mariano López Mercado como Oficial Mayor del Gobierno del Estado de Coahuila, con quien pudo hacer las cosas como sabe hacerlas: con rapidez y eficacia.

En ese periodo cientos de coahuilenses, entre ellos decenas de torreoneses pudieron gestionar ante Chuy, en cosa de minutos, el pasaporte mexicano, trámite que normalmente, antes de él, venía siendo muy engorroso, y en el propio Consulado estadounidense de Monterrey, la relación que Chuy había establecido con su responsable facilitaba enormemente esta diligencia.

En un momento dado el señor Enrique Martínez -padre del actual gobernador de Coahuila, licenciado Enrique Martínez y Martínez- y buen amigo de Chuy, con esa confianza le solicitó el trámite prioritario de los pasaportes mexicanos de un amigo muy especial y su esposa, quienes iban a acompañar en un viaje al extranjero a don Enrique y a su señora esposa. Y, ¿cuál no sería la grata sorpresa de Chuy cuando se enteró de que el solicitante era nada menos que Carlos Valdés Villarreal, con quien Chuy cultivaba amistad desde años antes?

Durante su estancia en México, su tío Toño le había dicho que un día le iba a presentar a un amigo a quien Chuy podría recurrir cuando así se le ofreciera. Otro día le habló por teléfono para decirle que fuera al restaurante Los Guajolotes, ubicado en Insurgentes y avenida San Antonio. Fue y allí le presentó a Carlos Valdés Villarreal a quien acompañaban otros distinguidos laguneros como Nacho Berlanga, Guadalupe Villarreal, Joaquín Gutiérrez, Eduardo J. García y el propio tío de Chuy, Toño García Rodríguez. Por supuesto, los pasaportes de Carlos Valdés Villarreal y su señora esposa estuvieron listos de inmediato.

Carlos Valdés Villarreal, amigo muy cercano a presidentes de la República con quienes tramitó los permisos para Envases Especializados y el transporte de leche, inició la Pasteurizadora de La Laguna en México. Chuy ha estado siempre muy orgulloso de su amistad con él, porque era un mexicano valiosísimo, un lagunero tan visionario que ? como David contra Goliat? introdujo la leche lagunera en el Distrito Federal hasta que a base de calidad, esfuerzo e ingenio, desplazó a las demás marcas y colocó a la leche de la región como la número uno en el país , estructurando así el emporio que hoy es Lala.

Más adelante, siendo gobernador del Estado el ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño, solía venir a Torreón y se hospedaba en el Hotel Río Nazas. Se levantaba muy temprano a caminar por la avenida Morelos. Chuy actuaba como su secretario particular y lo acompañaba en esos recorridos. A veces llegaba el alcalde de Viesca, Simón Ramírez y se les agregaba en el trayecto al Apolo Palacio donde el gobernador desayunaba.

En ese sexenio, se registró una inundación en el municipio de Matamoros. Don Eulalio personalmente en el lugar de los hechos atendía a los damnificados. En una de esas jornadas la actividad se prolongó hasta la madrugada. Después de un accidentado trayecto hasta Torreón, y luego de que el vehículo donde viajaban el gobernador y los generales de la VI Zona militar se atascó y don Eulalio y los generales se bajaron a puchar entre el lodo, por fin, llegaron al Hotel Río Nazas.

Como la gente conocía al gobernador a esas horas estaban en el hotel personas que querían audiencia. Entre ellas una señora de Gómez Palacio. Lógicamente, el Gobernador de Coahuila no estaba para atender asuntos de gente de Durango, pero Chuy, hecho al estilo de Eulalio Gutiérrez, anotó el nombre y el problema de la señora y se los pasó al gobernador con las demás solicitudes. Éste, cuando escuchó a la señora que traía el problema de un hijo injustamente encarcelado, tomó el teléfono, llamó al ingeniero Luis Antonio León Estrada, gerente del Distrito de Riego Número 17 que ?como había acompañado al gobernador en Matamoros? posiblemente apenas empezaba a conciliar el sueño, y le dijo que hablara con el Gobernador de Durango para que le resolviera el problema de la señora pues él, el Gobernador de Coahuila, así se lo solicitaba encarecidamente y con todo respeto. ?Y me saludas mucho a Alejandro (Páez Urquidi)? dijo el Gobernador de Coahuila para despedirse de León Estrada. ?Estatura como ésa, esa atención, ese respeto y esa consideración de un gobernador hacia la gente, son aspectos que, desgraciadamente, hace mucho se extinguieron, dice Chuy.

Chuy, nacido en la Clínica Médico Quirúrgica de Torreón el 30 de enero e 1950, quedó huérfano a los dos años de edad. No recuerda a su padre, Leopoldo Reyes. Tiene sólo la imagen que de él le aportan las fotografías. Pero la falta de padre no significó que se sintiera inseguro ni disminuido. Primero, dice, porque le tocó una madre ejemplar, con mayúscula, que no volvió a contraer nupcias y se dedicó por entero a su hijo, a formarlo en la honestidad y el esfuerzo, en el trabajo y la generosidad. Y, además, porque contó con el respaldo amoroso y férreo de su abuelo materno, Manuel García Rodríguez, así como de sus tíos Cándido y Antonio, ya fallecidos, Juanita, Mela, Mel, Santos, Tila, Nena, Graciela, Marcelino, Alma y Enrique García Rodríguez. Y de la otra parte a Toño, que vive, Delfino y Abel, fallecidos, más Luis, Catalina y Amparo Reyes Díaz de León, todos vivos.

Chuy tenía apenas cinco años cuando ingresó a la primaria en el colegio Juan Antonio de la Fuente. De allí paso a la secundaria y preparatoria Venustiano Carranza. Pero, en su segundo año de secundaria -en el sexenio del General Raúl Madero? cotidianamente los maestros realizaban paros de labores para exigir el pago de sus salarios. Por eso los pevecianos a las diez de la mañana se iban al bosque.

Su abuelo Manuel García, le dijo entonces ?para que no te la pases en el Bosque perdiendo el tiempo, te vas a ir a trabajar al rancho de tus tíos?. Y se fue un tiempo con Marcelino a Santa Elena y después a Albia, con Toño y Mel.

Con el mayor entusiasmo del mundo Chuy empezó a levantarse cada día a las seis de la mañana para tomar el camión que lo dejaba en el poblado Escuadrón 201, recorría a pie varios kilómetros, llegaba al área de Albia donde se construía el establo y empezaba, a los doce años, a hacer lo que podía como albañil.

Llevaba, una caja de manteca ?Inca? llena hasta el tope de lonches preparados por su mamá que los albañiles consumían a crédito y le pagaban puntualmente los sábados. Haciendo honor a su abuelo y a su mamá en esa forma Chuy se integró orgullosamente a la población económicamente activa: al trabajo rudo de peón y a la venta de comida.

Se regularizó la situación magisterial y Chuy regresó a la Venustiano. Tuvo allí su primera experiencia de elecciones donde las autoridades del caso no convalidan la voluntad de la mayoría. Un entrañable amigo suyo muy brillante, Arturo Mireles Stens se lanzó para presidir la sociedad de alumnos. Visiblemente ganaría de calle. Tenía a favor de él una abrumadora mayoría de pevecianos. Pero... ganó su contrincante, hijo del director de la escuela.

De la gloriosa Venustiano Carranza Chuy recuerda, claro, a maestros como Jesús Fuentes Pérez, Carlos Monfort Rubín, y Raymundo de la Cruz López. Y especialmente al maestro Wenceslao Rodríguez, al afable Chelayo, pionero y visionario de la Paleontología en nuestro Estado quien, desde aquellos años, sostenía ya que en Coahuila había cementerios de dinosaurios. Como se confirmaría décadas después.

De la Escuela de Derecho de la entonces Universidad de Coahuila, recuerda que Arturo Mireles Stens platicaba mucho con Silvia Oralia Reyes durante la clase de Jorge Mario Cárdenas González. Éste justificadamente molesto, le exigía la clase a Arturo esperando tomarlo desprevenido. Pero no: Arturo exponía la clase impecablemente. No obstante, Jorge Mario lo exhortó a que cambiara de horario, de aula y de maestro.

Del propio Jorge Mario Chuy recuerda que los Días del Maestro, cuando iban a cantarle Las Mañanitas, quienes disfrutaban eran los propios alumnos, pues esa encarnación de la bonhomía que era Jorge Mario salía violín en mano a deleitarlos con una y otra y muchas melodías de ésas que nunca pasan de moda.

Arturo Mireles Stens, quien llegó a ser secretario del dirigente nacional del Partido Comunista, Arnoldo Martínez Verdugo, tendría que ver con dos situaciones remarcables en la vía de Chuy: la noción de marxismo?leninismo que Arturo profesaba ?y que entonces se consideraba requisito para refrendar que se era joven? y su traslado al Distrito Federal para estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En México, Benjamín Cuéllar ex colaborador muy cercano al licenciado Raúl López Sánchez, invitó a Chuy a la ceremonia de un aniversario luctuoso de don Raúl a la que, entre otras personalidades asistieron el Alcalde de Torreón, Juan Abusaid Ríos y el primer regidor, Mariano López Mercado. Cuéllar presentó a Chuy con Mariano y éste, muy afablemente, se puso a las órdenes de Chuy. Le dio su tarjeta y lo invitó a regresar a Torreón.

En el Distrito Federal, Chuy litigaba para pagarse los estudios. Su tío Luis Reyes le dijo indignado que Rubén Zepeda Novelo, el esposo de María Victoria, no le quería pagar 30 mil pesos que le debía de unos fletes. Le dio a Chuy tres cheques de a diez mil pesos cada uno y le dijo: Cóbrale, lo que le saques es tuyo.

Chuy logró cobrarle a Zepeda Novelo la deuda total y le cumplió a su tío Luis: se quedó con los 30 mil pesos pero... no se lo dijo. Prefirió tomar una decisión que hacía tiempo estaba acariciando: su regreso a Torreón a seguir estudiando Derecho. Aquí enfrentaría el problema del número de años que se requería cursar en determinada Universidad para poder obtener el título de la misma. Y fue a Saltillo donde el licenciado Armando Fuentes Aguirre tenía a su cargo la Secretaría General de la Universidad Autónoma de Coahuila. Chuy le expuso sus propósitos y el licenciado Fuentes Aguirre lo apoyó para que ingresara a tercer año.

Ya en Torreón, Mariano no incluyó a Chuy en su equipo de trabajo, pero lo recomendó con esa institución cenopista que fue el profesor Roberto Sánchez Rodríguez, quien a su vez apoyó a Chuy y lo integró al sector popular como colaborador suyo.

Surgió luego una singular amistad entre Chuy y Mariano que los llevaría a compartir jornadas humanas y políticas de diversa faz. Al grado de considerar muchos torreoneses que decir Mariano López Mercado era decir Chuy Reyes García.

Así experimentaron la primera diputación panista en Torreón ganada al PRI ?cuyo abanderado era Mariano? por Juan Antonio García Villa. Así ellos vivieron los días de la Recaudación de Rentas del Estado con el Gobernador Eulalio Gutiérrez, cuando Mariano, el Recaudador era el hombre fuerte en Torreón, una suerte de vicegobernador.

Y así también López Mercado y Chuy hicieron eficaz, ágil, profesional mancuerna en Saltillo en la administración de Óscar Flores Tapia, durante la Oficialía Mayor del Gobierno del Estado a cargo de Mariano. Luego sus caminos se irían bifurcando.

Chuy se adscribió al despacho del licenciado José G. García, ex alcalde de Torreón. Don José G., como nostálgica y cariñosamente le dice Chuy, viene a ser un figura determinante en la formación humana y profesional del licenciado Reyes. De él recuerda especialmente algo que quizá ya ni excepción de la regla sea porque ya no se practica en absoluto, tal vez ni siquiera se considere una vaga posibilidad: que don José G. detestaba corromper jueces porque su ética le hacía preferir tardarse más en ganar los litigios pero ganarlos con destreza, con inteligencia, con la ley en la mano.

El licenciado Ruperto García Peña había recomendado a Chuy con el dirigente nacional de los Economistas Revolucionarios, Armando Labra Manjarrez quien -gente del licenciado Jorge de la Vega Rodríguez, Secretario de Comercio? intervino para que Chuy fuera Jefe de Bienes Muebles y Adquisiciones de esa dependencia en Saltillo, pero Chuy prefería no estar fuera de Torreón y se lo dijo a García Peña.

Entonces Ruperto, excelente amigo de Chuy, le propuso la gerencia aquí del recién creado Banco Mercantil de Monterrey. ?Con tanta gente que tú conoces -le dijo Ruperto? con una cuenta que logres por cada amigo, consolidas el Banco.

Chuy no vio nada mal la proposición y aceptó. Entre los requisitos para solicitar la gerencia se incluían dos cartas de recomendación. Acompañado del licenciado Serafín Muñoz, Chuy fue a solicitar una carta a Salvador Jalife Cervantes. Salvador se le quedó viendo y le dijo: Sí se la doy, licenciado, con todo gusto. Pero yo sé cómo trabaja usted. Yo sé de su entrega, de su eficacia. Quédese en mi empresa, yo lo necesito conmigo. ¿Cuánto quiere de sueldo? Yo se lo pago. Mire, me voy a ir a Las Bahamas. Usted ya quédese aquí.

Y mostrándole un amplio despacho, agregó: Ésta va a ser su oficina, saque estos escritorios y amuéblela con todo nuevo, a su gusto. Y ya preséntese desde mañana a trabajar. Y en efecto al día siguiente Chuy ya estaba recabando la firma del gobernador Óscar Flores Tapia para sendas autorizaciones de los fraccionamientos Valle Verde y Fundadores de Saltillo.

Cuando colaboraba con don Salvador, Chuy conoció al socio de aquél, Salvador Pujol, español que introdujo en México la construcción a base de moldes. Primero en Meccano y luego en Tecnomec. Empresas donde el licenciado Reyes ?a su estilo? no sólo colaboró de lleno con Salvador Pujol sino que ?también muy a su estilo? devino gran amigo de él e incluso fue accionista de Meccano.

Surgen entre don Salvador Jalife y Pujol diferencias quizá sólo humanas, quizá prototípicas, diferencias quizá inevitables entre socios. Y la sociedad se deshace. Pujol, casado con Lucy Lavín, regresa a España.

Enterado de la situación, porque había participado en programas de Meccano y Tecnomeca, otro empresario, el editor Armando Castilla Sánchez, que conocía el desempeño y los resultados de Chuy en las dos empresas y en la de administración de Flores Tapia, lo invita a que se haga cargo de la dirección del periódico Vanguardia en Monclova, y como Salvador Jalife, le dice: ?ésta es su oficina de Director, saque todos los muebles que no le gusten, traiga todo nuevo y que le decoren la oficina a su gusto?.

En esos días, entre el entonces gobernador José de las Fuentes Rodríguez y Castilla Sánchez se registraba un grave conflicto que llegó a desencadenar un boicot publicitario casi letal para los diarios Vanguardia de don Armando y prender fuego a las instalaciones del periódico en Monclova, precisamente del que Castilla invitó a Chuy a hacerse responsable y que éste, a sabiendas del riesgo, aceptó.

Tres años después de esta incursión en el periodismo, el licenciado Abraham Cepeda Izaquirre, gran amigo y solidario compañero de Chuy, en muchas arduas jornadas políticas, lo invitó a que se hiciera cargo en Torreón del Instituto Estatal de la Vivienda que Abraham dirigía a nivel Coahuila.

Si de hablar de vasta experiencia se trata, vale citar que, luego de haberse iniciado en su adolescencia como peón y vendedor de comida rápida, Chuy, entre otras actividades, anota en su currículum desde litigar en un despacho del Distrito Federal, ubicado en Carretones 15-B de la colonia La Merced hasta haberse dedicado a la compra venta de algodón y transporte del mismo en la célebre Escuadra Algodonera de don Antonio Muñoz.

Chuy, además de desempeñarse como secretario particular del Gobernador Eulalio Gutiérrez Treviño, fue Jefe Auxiliar de la Oficialía Mayor del Gobierno del Estado en la administración de don Óscar Flores Tapia, Perito en los Tribunales Civiles del Distrito Judicial de Viesca con residencia en Torreón, Auxiliar Jurídico de Banrural en Bermejillo, Jefe de Bienes Muebles y Adquisiciones de la Secretaría de Comercio de la Delegación Saltillo, Auxiliar Administrativo y Encargado de Trámites Bancarios y Judiciales de Proyectos y Construcciones Técnicas y Credi Casas, Juez Calificador en el Centro de Justicia y Prevención de Torreón, Maestro Titular de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Coahuila en Saltillo, miembro del Claustro de Maestros de la propia Facultad, Delegado Efectivo de la misma Facultad en el segundo congreso ordinario de STUAC, Socio Fundador del Instituto de Administración Pública de Coahuila, miembro del CEPES del PRI , Oficial Mayor del PRI en Torreón, representante del Sector Popular en convenciones distritales de la CNOP, Secretario de Acción Política de la Asociación de Técnicos y Profesionistas de Torreón, Coordinador en La Laguna de Profesionistas Egresados de la UA de C, comisionado por el Comité Directivo Estatal del PRI en Coahuila para los comités de Torreón, Saltillo y Monclova.

Un remarcable capítulo de la vida de Chuy es su matrimonio con Silvia Casas, mujer en verdad fuera de serie que, desde el noviazgo se significó por tratar con excepcional cariño a la mamá de Chuy. Y que tuvo detalles tan frecuentes y significativos como, siendo novia de Chuy, llevar cada domingo a doña Leonor a su casa para de allí hablarle por teléfono a México y complementar así su diálogo romántico con Chuy con la plática maternal de doña Leonor con su hijo. Hoy, cuando doña Leonor se repone de una embolia Silvia la atiende con abnegación literalmente filial.

O como el detalle también de que, no obstante haber decenas de hijos y nietos del abuelo don Manuel, Silvia, ya casada con Chuy, fue la única de toda la familia que acompañaba a don Manuel a la Alianza para surtir la tienda de abarrotes ubicada frente a la tradicional La Sevillana en Ocampo y Francisco I. Madero, de la que, con muy buen éxito, ella se hizo responsable cuando, con varios de sus hijos, don Manuel viajó a España.

Mi abuelo, dice Chuy, siempre fomentó la unidad de la familia y nos convocaba a todos. Eso sólo lo heredaron y lo practican mis primos los Dávila García. Ellos nos pusieron la muestra. Tenían que ser esos empresarios que ya se proyectan a todo el país dejando las ramificaciones de su fábrica por completo en manos de sus hijos. En manos de las nuevas generaciones que, por cierto, no les han fallado. Y eso demuestra que las nuevas generaciones, cuando son formadas en el trabajo y la nobleza así responden, con nobleza y trabajo. Y con triunfos.

Silvia y Chuy son felices padres de cuatro hijos: Silvia Leonor, egresada del Campus Monterrey del ITESM en Relaciones Internacionales, casada con Alejandro Ramírez Guyot, y quien es compañera de él como catedrática en la Escuela Libre de Derecho de la ciudad de Puebla. Tienen dos niños: Jorge Alejandro de seis años y José Luis de dos años; Jesús Manuel que estudió en la Universidad Iberoamericana Campus Laguna, se dedica a la industria gastronómica de comida rápida, casado con Fabiola Escalera Alvarado, una mujer que lo apoya determinantemente en todo. Tienen dos hermosos hijos: Jesús Manuel de seis años y Ana Cristina de cuatro años; Patty, enferma desde muy pequeña y objeto de toda la ternura y cuidados de Chuy, de Silvia y de su abuelita doña Leonor. Y Jorge Leopoldo, con estudios en el Tec. de Monterrey, Campus Laguna, ex miembro del equipo Borregos y egresado de la UAL donde tiene a su cargo el Departamento de Mercadotecnia.

Preguntado sobre personalidades que, por sus cualidades humanas, sobresalgan en sus recuerdos, el licenciado Reyes responde de inmediato que, sin agravio a nadie, le vienen a la memoria cuatro personas: don Julio Cordero, español amigo del abuelo don Manuel y dueño de la añorable La Sevillana, quien tenía tal capacidad de afectos que la amistad con su paisano don Manuel se hizo extensiva a Chuy y a sus hijos.

Don Roberto Schumm que era tan noble como sencillo y muy inteligente. Con quien Chuy, a pedido de Schumm, fortaleció la amistad con un grato compadrazgo que, a su vez, el licenciado Reyes refrendó pidiéndole a Ricardo, hijo menor de don Roberto, que fuera padrino de Jorge Leopoldo, hijo menor de Chuy.

El profesor Raymundo Enríquez tío de la esposa de Chuy, quien cuando ella y sus cinco hermanos quedaron huérfanos al morir su padre don Manuel Francisco Casas, el profesor Raymundo se hizo cargo de ellos. Acto más meritorio si se toma en cuenta que el profesor sólo tenía los recursos derivados del ejercicio de la docencia; el profesor se echó a cuestas la responsabilidad y él solo logró sacar adelante a todos sus sobrinos.

Otro distinguido compadre de Chuy, Antonio López González, ex alcalde de San Pedro, tío de Mariano López Mercado, hombre de todas las confianzas de don Juan Abusaid Ríos y al que pinta de cuerpo entero, por su destreza, por su maestría para analizar y armar tácticas políticas, aquella frase que, justificadamente orgulloso, don Juan solía decir de don Antonio: ?es mi Kisssinger?.

Como a muchos laguneros, a Chuy le da mucho gusto y lo estimula ver participar a don Germán González Navarro en cada maratón que se organiza en la comarca y que Chuy presencia porque va a ver correr a sus hijos. Como de todos es sabido, hombre especial, altruista, muy exitoso en los negocios, don Germán todavía se da tiempo para ganar casi todas las carreras en lo que a su categoría corresponde. Y no sólo eso. Ocurre que resultó compañero de estudios de la esposa de Chuy en la Escuela Comercial Treviño. Pero, considerando la diferencia de edades, ¿cómo puede ser posible eso? Y cuando le pregunto esto, Chuy sonriendo aclara que lo son porque ambos toman un curso de computación que confirma el entusiasmo contagioso, las ganas de aprender algo nuevo cada día, el inagotable dinamismo de ese lagunero ejemplar que es don Germán.

Considerado político por muchos torreoneses, Chuy aclara, sin embargo, que nunca ha aspirado, que no aspira a ningún cargo de elección popular. Que lo que le gusta es lo que ha hecho: Servir, hacer todos los favores que puede, y resolverle al público, al ciudadano, todos los problemas que puede. Y apoyar con trabajo y resultados al sistema.

Es cosa de familia, dice. ?Así me formó mi madre. Así vi que fue siempre ella: apoyando desinteresadamente, ayudando siempre generosa, sin esperar nada a cambio. Hoy sufre la secuela de una embolia. Pero, si no fuera así tengo la seguridad de que se desviviría por estar al lado de mis tías a la hora del día o de la noche que a ellas se les ofreciera. Pero ya no puede. Y ese ejemplo es el legado más preciado que puede darnos a mi esposa, a mis hijos y a mí?.

Invité a Chuy Reyes García para que me hablara de él, pero, según avanzaba la entrevista me iba dando cuenta de que él pensaba como Antonio Machado, el poeta sevillano, que decía: ?Cuántas menos cosas se digan de nosotros, mejor?. Y así Chuy: Mucho me habló, pero, no tanto de él como de otros que también son ?nuestros?. Pero, lo que de él nos da está bien plantado, ustedes pueden verlo, leerlo, al menos. Honrado, sincero, generoso, sí que lo es. Por eso es de LOS NUESTROS.

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