México entero se ha convulsionado por el escándalo de los videos en donde salió a florecer la grave corrupción que priva en la administración pública, en este caso alrededor del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Sin embargo, no hay nada nuevo bajo el Sol, simplemente la magia de la televisión y la malicia de un pillo como Ahumada y sus cómplices hicieron posible que todo el país se enterara de este penoso enjuague de fondos públicos.
Fue el primero de marzo cuando apareció en el noticiero de Joaquín López Dóriga el video de Gustavo Ponce Meléndez, secretario de Finanzas del Distrito Federal, jugando plácidamente en Las Vegas, Nevada.
Dos días después en el programa El Mañanero de Brozo, se difundió al estilo de un Reality Show el video de René Bejarano, entonces líder perredista de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en lo momentos que recibía y metía a su maletín fajos de billetes que sumaban algo así como 45 mil dólares.
Ha pasado más de un mes desde que estalló este bochornoso asunto y todavía es hora que en los medios de comunicación capitalinos no cesa el escándalo en torno a esa figura ladina, corrupta y oportunista que lleva por nombre Carlos Ahumada Kurtz.
De origen argentino y mexicano por adopción, Ahumada tejió una red de complicidades, amoríos y falsedades que alcanzó a figuras destacadas del PRD como Rosario Robles; a ex priistas como Carlos Salomón; a panistas del nivel del sospechoso Diego Fernández; e incluso a periodistas reconocidos como Javier Solórzano y Raymundo Riva Palacio, quienes laboraron en el periódico fundado por el personaje de marras.
Pero con toda crudeza hay que decirlo, ¿de qué se asustan y escandalizan muchos mexicanos cuando la danza de los millones con sus consabidos portafolios negros forrados de dólares han sido por muchos años el pan de cada día en la política azteca?
¿Acaso Gustavo Ponce Meléndez es el primer político de México que construye una fortuna ilegalmente y que viaja con toda desfachatez a Las Vegas para apostarla sin mayor recato en las mesas alfombradas de verde?
No se trata de dispensar a nadie, la gravedad de los hechos han quedado muy bien grabados y ojalá las autoridades respectivas apliquen todo el rigor de la Ley a Carlos Ahumada y a tantos políticos salpicados en este revuelto mar de corrupción.
Pero también los enemigos políticos del PRD deberían bajarle de tono al festival de regocijo y recordar aquella frase sabia de quien “esté libre de culpa que lance la primera piedra.”
Antes del triunfalismo político hay que investigar tantos otros puntos oscuros de esta trama en donde intervienen los nombres de Carlos Salinas de Gortari, Lázaro Cárdenas Batel, Joaquín Hendricks, amén de funcionarios de la PGR y el Cisen que aparentemente conocieron los videos previamente a su divulgación.
¿Por qué, es pregunta, Fernández de Cevallos no denunció los videos que conoció con antelación y qué mantuvo en silencio hasta que fueron exhibidos en Televisa? ¿No se supone que un abogado de su prestigio debió inmediatamente dar parte a las autoridades? ¿Por qué además se presta a defender a Carlos Ahumada, quien no era otra cosa que el clásico contratista corrupto que gana obras a base de otorgar “mochadas” a diestra y siniestra?
¿Cómo es posible que Salinas de Gortari no haya sido citado a declarar cuando el chofer de Ahumada denunció que su jefe se reunió en repetidas ocasiones con el hijo predilecto de Agualeguas?
¿Y a poco le vamos a creer a Andrés Manuel López Obrador que nunca se enteró de las vagancias de su Secretario de Finanzas como tampoco de que el bribón de Ahumada saqueaba las arcas de su Gobierno gracias a las complicidades tejidas entre miembros prominentes del PRD?
Alienta saber que figuras como Rosario Robles, quien ha sido una política arrogante y perversa, desaparezca del mapa político, al menos por una larga temporada.
Pero como suele suceder en México se corre el riesgo de que la Ley se aplique con distingos y que en este agitado sainete paguen justos por pecadores.
¿Quién tira entonces la primera piedra?
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