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Los riesgos de la recuperación

Salvador Kalifa

Algunos lectores de ?turbinas económicas? me preguntaron las razones por las que están en riesgo la recuperación económica de Estados Unidos y la expansión sostenida de China más allá de este año. Esta preocupación es válida. Considero que cualquier plan de mediano plazo debe tener presente que ?la probabilidad de que algo salga mal no sólo en la turbina económica de Estados Unidos sino también en la de China, no es desdeñable.?

Esto es particularmente importante para México, que si bien tendrá un mejor desempeño económico este año, cualquier tropiezo internacional lo puede regresar a la atonía económica vigente desde el comienzo de la administración del presidente Fox. Veamos, por tanto, algunos de los principales riesgos.

La expansión económica de Estados Unidos se finca en dosis extraordinarias de estímulo fiscal y monetario. Por una parte, la situación financiera del gobierno estadounidense pasó de un superávit de dos por ciento del PIB en 2000 a un déficit alrededor del cinco por ciento el año pasado. Este nivel estimula, por ahora, la actividad económica, pero de no corregirse, en un futuro presionará al alza las tasas de interés, lo que tenderá a mermar el crecimiento potencial de la economía global.

Por otra parte, la reducción de las tasas de interés hacia niveles no vistos en más de 40 años estimuló vigorosamente el mercado hipotecario, donde los consumidores compraron a crédito vivienda nueva o refinanciaron sus hipotecas. Esta tendencia continuó el año pasado, cuando la deuda de las familias estadounidenses se elevó al ritmo más rápido en dos décadas, porque los consumidores pidieron prestado por el aumento en el valor de sus viviendas.

El riesgo es que entre más se eleven los precios de las viviendas, más probable y dañino será su eventual retroceso cuando las tasas de interés aumenten de nuevo. Esto se debe a que el repunte económico de Estados Unidos no puede consolidarse mientras siga dependiendo del endeudamiento del consumidor, en vez de aumentos en la inversión, la creación de empleos y las exportaciones.

El mensaje central de los comentarios anteriores es que la clave para el desempeño económico futuro de los Estados Unidos es la evolución de sus tasas de interés. Eso explica porque los inversionistas siguen con acuciosidad todas las noticias económicas con el fin de identificar el momento en que la Reserva Federal (Fed) empiece a elevarlas. La forma y el momento en que lo haga son muy importantes. Si es a destiempo o en montos inadecuados, los resultados pueden ser desastrosos.

Un alza prematura de las tasas, antes de que crezca la inversión y se generalice la creación de empleos, puede reventar el auge de vivienda, desplomar sus precios, y complicar las finanzas y los patrones de consumo de las familias estadounidenses. Por otro lado, retrasar el aumento puede desatar presiones inflacionarias que complicarían las finanzas gubernamentales y a la postre requerirán de tasas todavía más altas, en un momento donde la recuperación no esté consolidada. Este dilema es algo más complicado de lo que parece , ya que las tasas pueden subir no sólo por decisión de la Fed, sino también por algún acontecimiento internacional fuera de su control. Y es aquí donde es relevante lo que suceda en China.

El principal vaso comunicante entre las economías de Estados Unidos y China no es el monto de su intercambio comercial, sino el volumen de sus transacciones financieras. Las reservas de China rebasan los 400 mil millones de dólares y junto con las del resto de los bancos centrales asiáticos las han destinado a adquirir casi la cuarta parte de los bonos del gobierno de Estados Unidos. Esta es una de las principales razones para que las tasas de interés de mediano plazo se mantengan relativamente bajas.

Las autoridades chinas, sin embargo, temen el sobrecalentamiento de su economía y están aplicando diversas medidas para enfriarla. En ese contexto, si en vez de un aterrizaje suave se da un freno abrupto de su actividad económica, se puede desalentar el flujo de inversión extranjera y reducir la disponibilidad de divisas para financiar el déficit del gobierno estadounidense, lo que presionaría al alza las tasas de interés en Estados Unidos, aún sin una intervención de la Fed.

Los efectos negativos de una desaceleración de la economía China no se limitan al terreno financiero. El crecimiento fuerte de la demanda china propició una expansión enorme de la capacidad instalada para la fabricación de muchos productos. El resultado ha sido, en muchos casos, capacidad ociosa, y en otros, la ampliación acelerada de la producción de diversos productos genéricos, energéticos y materias primas.

En consecuencia, un debilitamiento de la economía de China complicaría la existencia de muchas industrias, en particular las cíclicas, dado que existiría una capacidad instalada muy superior a la tradicional, y enfrentarían la competencia de empresas estatales chinas insolventes que no cierran sus operaciones. En ese entorno los precios de productos como el cobre, el acero y el petróleo pueden sufrir importantes descalabros.

Las tasas de interés van a subir, sea por decisión de la Fed o por una pérdida de vigor en China, y aún cuando ello no necesariamente abortaría una recuperación sólida, puede hacerlo con una endeble. En consecuencia, la economía de Estados Unidos necesita, para contrarrestar el impacto negativo de un alza eventual de las tasas de interés, un crecimiento que en los próximos meses se base en la inversión y el empleo de manera de consolidar lo que hasta ahora es una recuperación impulsada por la apreciación de activos y el endeudamiento de los consumidores.

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