Madrid, (Notimex).- Dragones verdes y azules, calaveras negras y rojas, vírgenes e imágenes religiosas, flores multicolores, símbolos satánicos o corazones, cubrieron la piel de los más de mil asistentes y expositores a la VI Convención Internacional de Tatuaje.
Después de tres jornadas, culminó en días pasados el evento que reunió a especialistas -procedentes de distintas partes del mundo- en las últimas técnicas del tatuaje, aficionados a la "ornamentación corporal", exhibicionistas y "performanceros".
Unos 49 expositores, procedentes de Francia, Suiza, Italia, Bélgica, Alemania, Bielorrusia, Portugal, Canadá, Argentina, Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Tahití y España, se congregaron para intercambiar técnicas de este llamado por ellos "arte popular".
Su objetivo, dicen, es sensibilizar sobre su "cultura para todas las edades" y vender diversos productos, entre herramientas, tintes y joyería.
Los asistentes, entre curiosos que pensaban encontrar un modelito que lucir el próximo verano y fanáticos con poco espacio en su anatomía para un nuevo dibujo, podían elegir ser tatuados lo mismo por Shimada Tatoo, del Japón, que por el organizador Mao & Cathy, de Madrid.
Destacó la sección especial de "piercing" para perforar cualquier parte del cuerpo en la que se deseara incrustar alguna novedosa figura colgante, desde sencillos aretes y argollas, hasta sofisticados pendientes con figuras salidas de ilustraciones de ciencia ficción.
Mientras las familias que llegaron atraídas por la curiosidad, salían a toda prisa tras haber gastado 12 euros (15 dólares) por persona para entrar, colectivos de "darks", jóvenes "progres" y "agro punks" -como se autodenominan quienes conocíamos como hippies_ deambulaban disfrutando la increíble oferta multicolor de posibilidades de marcaje corporal.
Uno pudo ver a una mujer, arriba de los 30 años, con dos flores rosas que coronaban sus trenzas de un naranja fosforescente, tatuada por cuello, brazos y pechos, dialogaba con una joven veinteañera, vestida casi como colegiala.
En otra escena, se observó a un enorme y corpulento "motero", tatuado con serpientes en el cráneo libre de cabellera, reposaba tranquilo boca bajo, en lo que un "artista plástico" rotulaba su pantorrilla en la mesa del local.