Jerusalén, (EFE).- Un cuchillo prehistórico de roca que data de hace un millón y medio de años y un collar de apenas dos gramos de peso forman parte del tesoro arqueológico de Israel y Tierra Santa, uno de los principales del mundo con 750.000 piezas.
Desde hoy las piezas se hallan concentradas y catalogadas en una superficie de 2.400 metros cuadrados en el nuevo depósito de la Dirección de Antigüedades en la localidad de Bet Shemesh, y a disposición sólo de estudiosos y de museos de todo el mundo.
Las joyas más antiguas y tradicionales, como pulseras, collares y pendientes, "no tienen mucho que envidiar en su diseños a las que se compran en los comercios de este siglo XXI", dijo una de los siete restauradores a cargo de la clasificación y el catálogo, Ayalá Lester.
"¿Sabíais acaso que el azúcar llegó a Europa desde la Tierra de Israel?", preguntó la especialista en rueda de prensa a la vez que se respondía que "la enviaron los cruzados", que llegaron en el Medievo a Tierra Santa para rescatar el Santo Sepulcro de Jerusalén.
En el nuevo depósito, trasladado de Jerusalén a Beit Shemesh, se pueden observar un utensilio desconocido que servía para procesar el zumo de la caña de azúcar, que era hervida en el valle de Beisán, al sur de Galilea. La de mejor calidad se producía en forma de cristales, y la otra clase, más económica, por sedimentación.
La Dirección de Antigüedades, que también suele alquilar objetos para ambientar escaparates de tiendas o centros comerciales, facilitó mil piezas de vidrio de los períodos romano y bizantino para una exposición en el museo de California.
Las joyas de plata y oro, precedidas en la prehistoria por las talladas en piedra, canto rodado y caracoles de mar, ocupan una extensa sección del depósito. En la antigüedad no sólo las mujeres, sino también los hombres poderosos solían adornarse con ellas.
La pieza de mayor porte es una piedra para la molienda con un peso de media tonelada, como el de un ancla romana descubierta casualmente hace unas semana, en la costa del bíblico Mar Muerto.
Los romanos conquistaron Judea en el primer siglo de la era cristiana y en el 70 destruyeron el Templo de Jerusalén, del que también hay vestigios arqueológicos en el nuevo depósito.
Los restos pertenecen a los períodos prehistórico, helénico, bizantino, islámico -cuando se erigieron las mezquitas sagradas de Al Aqsa y de Omar en Jerusalén, donde según los israelíes estuvo su templo. Este último período incluye los 400 años del dominio del Imperio Turco Otomano hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Entre los restos de la edad de bronce hay uno que sirvió para la molienda casera del trigo y la cebada. Su uso pudo ser desvelado por medio del análisis de las rótulas dañadas en las rodillas de quienes los utilizaron para esa tarea.
Para lograr la harina con esa herramienta, las amas de casa de la época, explicó Lester, debían antes arrodillarse sobre los granos y moverse sobre ellos, con todo el cuerpo".
En general, en los museos de arqueología suele exhibirse no más de un 20 por ciento de sus piezas; las demás, por razones de seguridad y para evitar robos, están almacenadas.
Entre otras piezas de gran valor arqueológico, y que estarán fuera del alcance de la vista del público, hay decenas de enormes vasijas de barro cocido, empleadas por las antiguas tribus de Israel, cuando llegaron a Canaán, la "Tierra Prometida", para almacenar alimentos.
Su tamaño, indicó la restauradora, se explica por que sus miembros, que venían a conquistar el país, se radicaron en las sierras. En los valles residían los cananeos, y esas vasijas les facilitaban el almacenaje de una mayor cantidad de vino, aceite y granos sin necesidad de descender y exponerse en el llano.