Siendo candidato a la Presidencia de la República, Vicente Fox Quesada dijo que de llegar a la primera magistratura resolvería el conflicto de Chiapas en quince minutos. Desde luego que no le creímos y tomamos su declaración como un recurso propagandístico en el marco de su campaña. Se acaban de cumplir cuatro años del triunfo foxista y la situación conflictiva en el lejano estado sureño persiste. Lamentablemente no es la única oferta de campaña que el actual Presidente no ha podido cumplir, pero ahora resulta que, según sus propias declaraciones, no es tiempo aún para esperar y reconocer logros de su administración. Si estamos por llegar al segundo tercio de este Gobierno, ¿cuáles serán los tiempos para constatar resultados de esta gestión?
Nadie desconoce que los tiempos de la sucesión presidencial ya se adelantaron y que ello se debe en gran parte a la falta de consistencia del timonel que conduce la nave nacional. No ha faltado quien señale que el Presidente ha renunciado ya en los hechos del ejercicio de gobernar, es decir, que sus tiempos como Primer Mandatario se vencieron y que ha pasado a jugar el rol de vocero y promotor principal de la candidatura de su esposa. Esto, que pareciera un comentario simplista, en realidad requiere analizarse con mayor cuidado, pues tiene qué ver con el presente y el futuro de nuestro país.
De verdad es preocupante el manejo de los tiempos que hace el Presidente, pues los principales ejes en que sustentó sus ofertas de campaña y consiguiente programa de Gobierno, siguen sin concretarse: el crecimiento de la economía al siete por ciento anual está lejos de cumplirse y dudo que se cumpla de aquí al término del sexenio; la creación de un millón de empleos al año como mínimo, definitivamente no veo cómo pueda lograrlo en los próximos dos años; las llamadas Reformas Estructurales, esto es Energética, Laboral y Fiscal, no se han aprobado por falta de capacidad del Ejecutivo para llegar a consensos con los diversos actores políticos involucrados, ¿las podrá sacar adelante el presidente Fox en el último tercio de su Gobierno, a pesar del claro ambiente de confrontación en la arena política? o ¿seguirá culpando al Poder Legislativo de su falta de habilidad política para convocar a un necesario y urgente Acuerdo Político Nacional?
A lo anterior podemos agregar otros elementos relacionados con los tiempos y los logros del Presidente: por ejemplo, el caso de la firma del Acuerdo Nacional para el Campo, resultado de importantes movilizaciones de campesinos y productores rurales efectuadas hace más de un año, no ha dado lugar a soluciones de fondo a los grandes problemas del campo mexicano. ¿Alcanzará el tiempo para hacerle justicia a los millones de hombres, mujeres y niños que habitan en nuestras áreas rurales? Desde luego que entiendo que muchos problemas son ancestrales, que fueron agudizados por el abandono de la política social del Estado en los últimos sexenios de neoliberalismo priista, pero el actual Gobierno “del cambio” tiene su alta cuota de responsabilidad que no puede eludir.
Finalmente quiero señalar lo relativo a la Reforma Educativa de esta administración. ¿En qué ha consistido? ¿Cuáles son sus avances? De verdad no he visto una política integral en materia de educación y los tiempos se agotan. ¿Acaso no es absurdo querer implementar una polémica reforma a la enseñanza secundaria a partir del ciclo lectivo 2005-2006? Sin consenso, esta reforma está condenada a fracaso. Además, el más elemental razonamiento nos lleva a concluir que para mediados del próximo año se habrán acelerado aún más los tiempos políticos, lo que hará inviable dicha Reforma Educativa que, por otra parte, sólo tendría un año de duración, en la lógica de las políticas sexenales que han sido una constante en nuestra historia. Me parece, por lo tanto, que ya no hay tiempo para una exitosa Reforma Educativa con el sello foxista.
En todo este asunto de tiempos y logros lo que debiera interesarnos a todos es la Nación, no sólo cuestionar o halagar al Presidente en turno. Por ello me resulta pertinente destacar que, además del Ejecutivo Federal los otros niveles de Gobierno y los demás actores políticos en la vida nacional tienen su parte de responsabilidad en lo que se haga o deje de hacer, para favorecer o afectar el desarrollo del país. Pero cuando vemos a un Presidente que ocupa su valioso tiempo en atacar a sus adversarios políticos, en lugar de atender los serios problemas pendientes de resolver, confirmamos la tesis de que perdió el rumbo o decidió por voluntad propia dejar de gobernar. Cuando mucho, me dice un amigo, el Presidente en ocasiones practica “la pedagogía de la ocurrencia” para intentar gobernar, es decir, ya no sigue un plan o un programa que oriente su quehacer, sino que dice y/o hace lo que se le va ocurriendo día con día. Nuestro país no se merece esto y me temo que los más apremiantes problemas tendrán que esperar mejores tiempos para ser resueltos, pues la realidad nos dice que los tiempos del presidente Fox ya se agotaron, aunque él se empeñe en decir lo contrario.