Decenas de personas que requieren algún órgano integran las listas de espera; son pocos los donantes
Jesús Alberto Peyro Carreño tiene 54 años y hace año y medio que le diagnosticaron insuficiencia renal crónica. Desde entonces, su vida cambió drásticamente. Hoy necesita un riñón para poder vivir, su vida se acorta y aún no tiene un donador.
En un examen general de orina que le ordenaron en unos estudios observó que el nivel de creatinina no era el normal. Los estudios le indicaron la insuficiencia renal crónica, pero él no sentía nada. Aunque los síntomas suelen ser distintos en cada paciente, dice Jesús, en su caso no había nada, en forma aparente, anormal.
Es una enfermedad que únicamente se presenta con cierta hinchazón en las piernas, pero sus consecuencias son fatales en el corto plazo, pues los riñones ya no funcionan en forma adecuada y causan que la sangre que alimenta al cuerpo se encuentre fuertemente contaminada.
Jesús indica que hace 31 años que trabaja para la Secretaría de Educación del Estado de Durango (SEED), es padre de dos hijos, de 23 y 21 años, que estudian en Guadalajara y tiene una esposa de 50. Sólo él mantiene económicamente a su familia, y desde que le diagnosticaron su enfermedad debe asistir por lo menos tres veces por semana a hemodiálisis. Su vida hoy es del trabajo a hemodiálisis y de ahí a su casa.
A través de una máquina le extraen la sangre y se la devuelven mientras la limpian de impurezas, a través del agua que existe en sus venas. Si esto no sucediera todos los contaminantes se quedan en la sangre, mientras que por otro lado, la insuficiencia renal provoca que muchos nutrientes de los alimentos no pasen a la sangre y provocan anemia si no existen los cuidados suficientes.
Su dieta es totalmente rigurosa. La cantidad de agua es muy racionada y los alimentos son restringidos en cuanto a su tipo.
Su única esperanza es que alguien le done un riñón. Se encuentra en lista de espera, pero el promedio de donadores de órganos es muy escaso. Su familia directa sólo se muestra solidaria. Sus hijos son una posibilidad, pero no se atreve a pedirles ayuda. Su hermana lo está pensando y es posible que sea ella. Cuando se decida, apenas y habrán de hacerle estudios para saber si es compatible, si no, entonces tendrá que esperar a otra persona, pero él sabe que si no encuentra una oportunidad, las posibilidades de continuar viviendo con hemodiálisis son muy escasas y se presentan en corto tiempo.
Esperan otra oportunidad de vida
Sólo en Durango existen alrededor de 33 personas que esperan un trasplante de riñón y 18 de córnea; sin embargo, las necesidades de trasplante de otros órganos son mucho mayores. El riñón y la córnea son órganos que en forma posible pueden trasplantarse en Durango, mientras que para otros órganos deben tenerse otras instituciones que se ubican en distintas partes del país.
Solamente en México existen unas diez mil personas que están esperando un trasplante de diversos órganos, como pueden ser riñones, corazón, hígado, médula, hueso y otros tejidos. Una de las mayores demandas es la del riñón, en vista del gran número de pacientes con insuficiencia renal crónica, según explica Arturo Martínez Álvarez, director general del Programa Nacional de Donación de Órganos, Tejidos y Células del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), quien recientemente fue nombrado por la Dirección General, tras designar a Durango con la Coordinación Nacional de Trasplantes.
Una cosa es la lista oficial de personas que están en espera y otra muy distinta son las necesidades. En cuanto a quienes están inscritos, se dice que son seis mil 153, pero la cifra llega a diez mil.
Las necesidades de órganos son inmensas, pues por lo menos el 50 por ciento de los candidatos deben ser trasplantados en forma casi inmediata. Solamente en cuanto a hígado, la demanda de órganos se ubica por arriba de los dos mil anuales, pero en forma desafortunada la cultura de donación es muy escasa.
Quienes donan órganos, como familiares, lo hacen a través de una acción directa y consciente de la necesidad de la persona receptora; sin embargo, la cultura de la donación de órganos, en forma cadavérica, es muy difícil, ya que los familiares que pierden a un ser querido por lo general les cuesta mucho trabajo desprenderse emocionalmente del cuerpo de quien en vida fue alguien especial.
Las personas que manifiestan muerte cerebral y que generalmente se presentan en los hospitales, a causa de un accidente o de algún evento violento, ya no tienen esperanza de vida y solamente se encuentran por algunos días con sus órganos funcionando en forma mecánica, a través de aparatos, pero clínicamente se ha decretado su fallecimiento.
La resistencia al desprendimiento emocional
Cuando se presentaba la muerte cerebral de algún paciente en el Hospital del ISSSTE, Guadalupe Martínez Lugo, coordinadora hospitalaria de Trasplantes acudía en forma inmediata a hablar con los familiares. Su trabajo es muy difícil, pues intenta hacer conciencia de que los órganos de la persona que acaba de fallecer pueden dar vida, pero aquellos generalmente se encuentran en un trauma emocional que difícilmente pueden superar.
Hoy con la firma del Convenio de Colaboración Interinstitucional para el Fomento de la Cultura de la Donación y la Práctica de los Trasplantes de Órganos y Tejidos Humanos en el Estado de Durango, su labor se amplía, pues ya no sólo recibirá llamadas del ISSSTE, sino también de los hospitales que pertenecen a los Servicios de Salud de Durango (SSD), donde habrá de realizar la misma labor.
Las enfermeras que se encuentran en los hospitales también hacen este trabajo. Lo que hace Guadalupe es explicar a la familia sobre la posibilidad de realizar una donación de órganos y, si lo consigue, tendrá que mantener en buenas condiciones los mismos para que puedan ser trasplantados.
El hospital sólo realiza la llamada cuando ya no hay esperanza de vida. Solamente cuando los médicos han diagnosticado una muerte cerebral. Es decir, cuando ya el cerebro ha dejado de funcionar y por sí solo es imposible mantener vivo al cuerpo que sólo estará funcionando por algunos días, pero sólo gracias a los aparatos que tiene conectados.
Los familiares deben estar convencidos de que el familiar que ellos ven en cama y todavía con sus órganos funcionando ha muerto y que no tiene ninguna posibilidad de vivir. Si la familia acepta se le asegura que el cuerpo no sufrirá ningún daño en forma aparente cuando deba presentarse en los procesos de inhumación. Si la familia se rehúsa no se insiste.
Si se logra la donación de órganos, el cuerpo de la persona podría durar hasta 72 horas con sus órganos funcionando en forma óptima, para que puedan ser trasplantados. Por esto es importante que la decisión de los familiares sea rápida.
Una vez que se determina la decisión de la donación, se procede a exhaustivos exámenes para desechar la posibilidad de que tenga alguna infección o enfermedad contagiosa, pues debe garantizarse este paso. Posteriormente se localiza al receptor. El proceso de donación y entrega del cuerpo es de aproximadamente dos horas y el de los exámenes de 12.
El primer trasplante a diabético en ISSSTE en el país
Ale Ismael, como todos le conocen en el Instituto Tecnológico de Durango (ITD), donde trabaja y como se le conoció en el medio artístico hace algunos años, también pasó por un año y nueve meses de espera para la donación de un riñón; sin embargo, a diferencia de muchos que se encuentran en una lista de espera, su única barrera fue que en el Hospital del ISSSTE 20 de Noviembre, le negaban la operación por ser diabético.
Dice que cuando él supo que tenía insuficiencia renal en 1997, su vida cambió por completo; sin embargo, no pasó por la desagradable espera de la presencia de un donador potencial, sino que casi en forma inmediata y afortunada para él todos sus hermanos, incluyendo su hermana, dispusieron sus riñones para que él continuara viviendo.
Se le realizaron los exámenes a todos, pero nada más su hermana fue compatible con él y sólo ella tenía la posibilidad de ofrecerle su riñón, por encontrarse en condiciones óptimas de salud.
Durante su diagnóstico, Ale Ismael tuvo que asistir tres veces por semana a hemodiálisis, mientras tuvo que luchar por sus derechos humanos. Incluso denunció ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos la negación de este servicio, cuando tenía a una donadora de riñón, pero los especialistas le negaban la operación por ser diabético.
Tras varias disputas, logró obtener el apoyo de los especialistas y finalmente fue el primer derechohabiente diabético del ISSSTE en el país que fue trasplantado. Desde entonces, ya otros médicos trasplantólogos han continuado realizando estas operaciones a personas con este padecimiento.
Desde entonces para Ale Ismael la vida le ha vuelto a dar otra oportunidad. Si antes su existencia la basaba en su actividad artística que lo empezó a impulsar como cantante en Durango, después de haber sufrido insuficiencia renal, la vida le dio un vuelco. Ahora su familia está primero y cada cosa que hace la disfruta hoy.
¿Qué significa muerte cerebral?
· Una persona ha dejado de existir cuando tiene muerte cerebral aunque se le sigan manteniendo sus órganos funcionando por algunos días en forma mecánica.
· La muerte cerebral se diagnostica a través de un encefalograma que indica que no hay actividad alguna.
· Una persona con muerte cerebral no tiene oportunidad alguna de vivir.
· Quien sufre de muerte cerebral tiene la oportunidad de donar sus órganos, pero el tiempo de circunstancias óptimas de los órganos es corta, por lo que deben tomarse decisiones rápidas.
· Hay familiares que piensan que donar órganos significa la extensión de vida de su ser querido en otras personas.
· Una persona que dona sus órganos a través del cadáver de otra con muerte cerebral, puede dar vida a otras siete por lo menos.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.
