EFE
SAO PAULO, BRASIL.- La XI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que concluyó ayer en Sao Paulo, expresó en su declaración final, llamada “Espíritu de Sao Paulo”, el compromiso de sus miembros para luchar contra el hambre y la pobreza.
“Estamos resueltos a luchar para erradicar la pobreza y el hambre”, señal en uno de su puntos el “Espíritu de Sao Paulo”, que junto al “Consenso de Sao Paulo”, es uno de los documentos de la XI UNCTAD, que en cinco días congregó a representantes de 192 países y varias organizaciones internacionales.
Según la declaración, el mundo debe adoptar instrumentos y medidas, especialmente en los planos comercial y financiero, para que los pobres tengan acceso al empleo y a una remuneración adecuada como forma de salir de la pobreza.
“Esa es la vía sostenible para imponer las reformas y lograr la estabilidad y el crecimiento”, consignó el “Espíritu de Sao Paulo”.
La lucha contra la pobreza extrema que padecen unos mil 300 millones de personas en el mundo fue uno de los temas tratados en la XI UNCTAD, en la que España se sumó al grupo formado por Naciones Unidas, Brasil, Chile y Francia para luchar contra ese flagelo.
El “Espíritu de Sao Paulo” reiteró además el compromiso de la UNCTAD con los distintas iniciativas internacionales para el desarrollo, en especial con la Declaración del Milenio, orientada hacia la construcción de un mundo más justo y que tiene la reducción de la pobreza entre sus principales metas.
El texto de 15 puntos destacó que pese a que los esfuerzos para la promoción del crecimiento y el desarrollo ocupan un lugar prioritario en la agenda internacional, los contrastes de los años 60 entre países ricos y pobres persisten en la actualidad.
“En realidad, la disparidad entre estos países ha aumentado en muchos aspectos. La globalización ha planteado retos importantes y creado nuevas oportunidades para muchos países, pero sus consecuencias han sido muy desiguales en los distintos países y dentro de éstos”, constata el texto.
La preocupación con el desequilibrio en el reparto de los beneficios de la globalización también fue consignada en el “Consenso de Sao Paulo”, un documento mucho más voluminoso que el “Espíritu de Sao Paulo” y que en sus 118 puntos analiza desde un punto de vista más técnico los problemas políticos, económicos, sociales y culturales del mundo en desarrollo.
“La experiencia de los últimos veinte años en lo que respecta a las políticas de desarrollo ha puesto de manifiesto que no existe una convergencia automática de las economías abiertas y que no puede haber una fórmula uniforme para el desarrollo”, expresó el texto.
En lo que se refiere al comercio internacional, el “Consenso de Sao Paulo” señala que “todos los países están interesados” en el éxito de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y reconoce que la agricultura es un elemento central de las negociaciones en curso.
Bajo esa perspectiva recomendó intensificar los esfuerzos para que haya una mejora sustancial del acceso a los mercados, la reducción “con vistas a la eliminación” de las subvenciones a las exportaciones y la reducción de los subsidios.
El documento instó además a la comunidad internacional a encontrar una “solución duradera” para el problema de la deuda externa de los países en desarrollo y expresó su preocupación por la inestabilidad de los mercados financieros internacionales.
En el plano político, el “Consenso de Sao Paulo” reiteró la decisión de la UNCTAD de seguir participando en el proceso de reforma de Naciones Unidas, un objetivo que desde hace más de una década vaga por los distintos foros internacionales.