Me habría gustado conocer a doña Sara Iriarte de Moirón.
Española, vivió en un pueblo a orillas del Ebro en tiempos de la guerra carlista. El cura del lugar, partidario de esa causa, hizo que un grupo de levantados entrara en la capilla con sus armas e interrumpió la misa para bendecírselas. Doña Sara se levantó de la banca y fue con sus criadas a la puerta.
-¿A dónde va usted, señora? -le preguntó el cura con molestia.
-A mi casa, señor cura -le contestó doña Sara-. Volveré cuando usted bendiga la paz y no la guerra; cuando bendiga el amor y no los odios.
Me habría gustado conocer a doña Sara Iriarte de Moirón. Sabía ella que hay cosas para bendecir y cosas para maldecir. Y sabía también que nadie en nombre de Dios debe confundir unas con otras.
¡Hasta mañana!...