Modesto Alanís van der Meden es un amabilísimo gigante. Con su elevada estatura, sus brazos membrudos y su vellida barba se mira proceroso: prócer y oso. Gran cazador, su salón de trofeos muestra las más preciadas piezas de los cotos europeos.
Sabe comer muy bien este gentil ogro, y sabe beber mejor. La otra noche compartimos la mesa en el Oktobierfest, la gran fiesta alemana de la cerveza que él mismo organiza cada año en Monterrey.
Nos puso en la mano un tarro bellamente decorado por Alberto Cavazos, y nos hizo beber de él tantas veces que aprendí que si en el vino está la verdad -"In vino veritas"- en la cerveza hay algo que mucho se le acerca.
A más de beber cantamos, y a más de cantar comimos, y a más de comer reímos, y a más de reír gozamos el don de la amistad. Con todos esos regalos se forma el de la vida; de esas fugaces materias está hecha la felicidad. Disfrutemos una y otra -la felicidad y la vida-, pues son doradas como la cerveza, y de su espuma tienen la fragilidad.
¡Hasta mañana!...
