-Es como una veleta: gira hacia donde sopla el viento.
La veleta oyó aquello, y supo así que tenía fama de tornadiza. Decidió entonces cambiar de conducta, y empezó a girar en dirección contraria a donde soplaba el viento.
Eso provocó una gran confusión. Las ramas de los árboles no sabían si inclinarse hacia donde el viento soplaba o hacia donde indicaba la veleta. Los papalotes o cometas que los niños elevaban se volvían locos en el aire, y las hojas que de los árboles caían andaban indecisas, sin saber hacia qué rumbo ir.
La veleta se dio cuenta de los trastornos que estaba ocasionando y otra vez volvió a girar hacia donde soplaba el viento. Los hombres, en vez de agradecérselo, volvieron a decir:
-Es como una veleta: gira hacia donde sopla el viento.
¡Hasta mañana!...