Me habría gustado conocer a don Federico Gamboa, el autor de la novela "Santa". Era hombre de buenas ocurrencias. Cuando sacó a la luz su libro "Suprema ley" recibió una crítica muy desfavorable del español Leopoldo Alas "Calrín", y otra muy elogiosa del argentino Leopoldo Lugones. Comentó el escritor:
-Empatado: un Leopoldo a favor y otro en contra.
Don Federico siempre se rindió ante "esa dulce pasta que llaman 'carne' los teólogos". Quiero decir que era constante admirador de las mujeres. "Les dirigía miradas trepadoras" -dijo de él Gutiérrez Nájera. Escribió Gamboa en su diario: "... Yo he sido siempre débil con el sexo femenino, a un grado extremo, y mi mayor deseo consiste en que no me abandone nunca esa debilidad, que ilumine mi vejez, si es que la alcanzo, y me acompañe a dondequiera hasta el final...".
Me habría gustado conocer a don Federico Gamboa. Al pedir que no lo abandonara nunca su amor por las mujeres hizo una oración a la que yo respondo con un ferviente "Amén".
¡Hasta mañana!...