Me habría gustado conocer a Thomas Baldwin, de Diddlesbury, en Inglaterra. Preso por causas de política en la Torre de Londres, estaba leyendo la Biblia cuando el libro se le cayó de las manos. Vio la hoja en que el volumen quedó abierto y leyó un pasaje de Samuel, 22,30: "Con mi Señor asaltaré los muros". Esa misma noche fabricó una cuerda con las sábanas de su camastro, la ató a una gárgola y descendió por el muro de su prisión hacia la libertad. Eso sucedió en 1585. Desde entonces en el escudo de los Baldwin aparece este lema latino: "Per Deum meum transilio murum". "Con la ayuda de mi Dios atravieso el muro".
Muros hay no de piedra, sino de alma. Son muros de injusticia, de maldad. El hombre mismo los construye, y se vuelven prisión para él mismo y para los demás.
Me habría gustado conocer a Thomas Baldwin. Sabía que con la ayuda que él puso en su blasón todos los muros se traspasan.
¡Hasta mañana!...