Este niño es Rodrigo, mi nieto más pequeño. Mírenlo ustedes: parece un angelote veneciano con ese pelo suyo, fiesta de rizos anarquistas. Heredó los profundos ojos de su madre y la cordial sonrisa de su padre, y a todos nos regala su mirada y su reír. Tiene las manos grandes, como para abarcar los cielos y la tierra, como para jugar con su curva igual que con una gran pelota azul.
Hace un año llegó Rodrigo a nuestra casa, y la llenó de sí. Basta un niño para llenar todas las casas, para llenar el mundo. Yo pongo al más pequeño de mis nietos en la grupa del borriquito franciscano, y el pollino de humilde bronce se hace de oro y se convierte en elevado trono para este rey de un año que basta para llenar todos mis años.
¡Hasta mañana!...