Una vez un niño perdió su pelota.
Llorando fue con su padre, y el señor le dijo:
-Debes llorar sólo por cosas importantes.
Ese mismo día un rey perdió su trono.
Llorando le pidió a Dios que le ayudara a recobrarlo.
Y le dijo el Señor:
-Ahora no puedo. Tengo un asunto más importante que atender. Debo ayudar a un niño a encontrar su pelota.
¡Hasta mañana!...