Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Si en las tumbas supiéramos leer, esto es lo que leeríamos:
"... De espíritu y materia está hecho el hombre. Ni el uno ni la otra mueren nunca. Somos inmortales, aunque no sepamos cuál es la forma que adopta nuestra inmortalidad.
?Sólo cree en la muerte quien no conoce la vida. El que es muy sabio y el que tiene el don de la fe -que es otra forma de la sabiduría- adquieren la certidumbre de que la vida no se acaba. Lo saben por la sucesión de los días y las noches, por el ritmo de las estaciones, por el eterno renacer que vemos en la naturaleza...
"Por eso cuando celebramos los ritos de la muerte estamos celebrando también el rito de la vida. Afirman desolados los filósofos que nacer es como morir. Digamos nosotros, llenos de esperanza, que morir es empezar a nacer. Tras esto que llamamos muerte nos aguarda nueva vida. Todos vamos a morir. Y todos vamos a nacer...''.
¡Hasta mañana!...