Salí a tomar la luna la otra noche.
Decir eso parece floritura, pero no es sino cambiar de lugar un lugar común para hacerlo menos común. Si se sale a tomar sol ¿por qué no se puede salir también a tomar luna?
Tomando luna se blanquea el alma, digo yo. Y ni siquiera se necesita luna llena, sino una luna pequeñita, apenas un acento circunflejo sobre la o de la palabra "noche". Porque la luna sigue siendo luna aun y cuando no haya luna, y es vieja siempre aunque sea nueva.
Salí a tomar la luna la otra noche, y fue la luna la que me tomó. ¿Habría ella salido a tomar gente? Se me pintó de blanco la entretela, y cuando llegué a mi casa pensé que la oscuridad del cuarto se iba a iluminar. Así iba yo de iluminado. Por la mañana no salí a tomar el sol: podía apagárseme la luz. La llevo todavía. Alrededor de mi corazón lunar titilan las luciérnagas.
¡Hasta mañana!...