Se presentó de súbito y me dijo:
-Soy el hilo.
Pensé que sería descortés preguntarle cuál hilo. ¿El hilo negro? ¿El hilo de la conversación o del discurso? ¿El hilo de la vida? Guardé silencio entonces, que es la mejor manera de guardarse uno mismo. Dijo él:
-Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, pues la Revolución Francesa da como fruto el hexaedro, y el deporte es ejercicio sano cuando las plantas fanerógamas se desarrollan en silogismos que contienen la axiología de la pintura expresionista.
Caí en la cuenta entonces: aquel hilo era el hilo perdido. Se lo iba a decir, pero desapareció de repente y se perdió. ¡Cómo lo he lamentado! He aquí que había hallado al hilo perdido sólo para perderlo otra vez. Pido perdón por eso. Perdí el hilo.
¡Hasta mañana!...