El mal aliento es ocasionado por el consumo de ciertos alimentos y líquidos, por ejemplo, ajo, cebolla, pescado, leche, huevo, condimentos, col, brócoli, café y alcohol
Hay quienes se lavan los dientes varias veces al día, con lo que cumplen con una adecuada higiene bucal, aún así padecen de mal aliento, un asunto muy mal visto socialmente, por lo que deben acudir al doctor para saber de qué se trata.
Especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dicen que el mal aliento, que resulta incómodo y desagradable para quien lo padece, se deriva de problemas múltiples, por lo cual en ocasiones no sólo se requiere de un adecuado aseo bucal y la atención del odontólogo, sino de exámenes médicos que determinen la posible existencia de problemas hepáticos o renales.
Por esos es importante que se aproveche programas como PREVENIMSS y la gente acuda periódicamente al dentista. Además, de que los expertos recomiendan aplicar un cepillado correcto, en forma circular, de las encías y dentadura, para evitar la caries producida por residuos de alimento que, al no ser expulsados con la limpieza, llegan a estados de descomposición y producen el mal aliento.
SABOR AMARGO
El mal aliento puede ser fugaz, pasajero, crónico o permanente, dependiendo del origen o la causa, y que generalmente quienes lo padecen no se dan cuenta, lo que en un momento dado les ocasiona hasta rechazo social.
Entre las principales causas del mal aliento se encuentran las piezas en mal estado, es decir, con caries, debido a la falta de un adecuado aseo bucal.
Y es que "Hay caries de primer, segundo y tercer grado y que si éstas no son atendidas a tiempo, producen también gingivitis (inflamación de las encías), lo que pudiera desencadenar un problema paradontal (pérdida ósea), lo cual redundaría en una cirugía", explica una especialista.
Las especialistas indican que quienes padecen este mal deben emplear enjuagues todos los días después del aseo en los dientes para expulsar los restos que se alojaron en esa zona y, de continuar el molesto aliento, someterse a una cirugía para extirpar las amígdalas.
Aproximadamente 80% de los casos de mal aliento son atribuidos a la presencia de gérmenes que fabrican gases azufrados, pues se ha comprobado que en pliegues de lengua y espacio entre dientes y encías anidan miles de bacterias llamadas anaerobias (no requieren oxígeno para vivir), las cuales descomponen proteínas y carbohidratos contenidos en alimentos, sangre, secreciones mucosas y células muertas del interior de mejillas produciendo gases pestilentes, como sulfuro de hidrógeno y metil mercaptano.
Cabe destacar que muchas veces el mal aliento es ocasionado por el consumo de ciertos alimentos y líquidos, por ejemplo, ajo, cebolla, pescado, leche, huevo, condimentos, col, brócoli, café y alcohol, ya que estos comestibles contienen sustancias olorosas que recorren el sistema sanguíneo y se terminan exhalando por la boca.
A su vez, las dietas rigurosas o denominadas "de hambre" también ocasionan halitosis debido a que dan lugar a un estado conocido como ketosis, que se caracteriza por inducir la producción de ácidos en la sangre debido a que el organismo no recibe adecuado aporte de carbohidratos y tiene que recurrir a las grasas almacenadas en el cuerpo para obtener energía.
Pero eso no es todo, ya que el estómago también llega a tener cierta participación, pues hay quienes sufren tránsito gástrico muy lento, es decir, el proceso de degradación y aprovechamiento de los alimentos tarda más de lo normal, por lo que las bacterias causantes de gases y olores desagradables permanecen en la zona estomacal durante más tiempo. Lo mismo sucede cuando no hay suficiente ácido gástrico, el cual colabora en el proceso digestivo.
Otras causas del mal aliento incluyen algunos padecimientos, como diabetes, mal funcionamiento del hígado, enfermedades pulmonares y respiratorias, (sinusitis, inflamación de amígdalas, neumonía o desviación del tabique), trastornos en riñones, gastritis, colitis, úlceras, regurgitación o reflujo del alimento del estómago hacia el esófago. Además, hay casos crónicos originados por alteraciones locales, el caso más común es cuando alguien tiene las amígdalas con criptas, es decir, pequeños orificios en los que se acumulan restos de alimentos que suelen entrar en estado de descomposición.
¿Qué hacer?
Para percatarse si se padece halitosis es recomendable preguntárselo a personas de confianza, esto se debe a que las fibras sensitivas del nervio olfativo (localizadas en la parte superior de la nariz) se acostumbran a los olores, por lo que es casi imposible percibir los aromas propios. Una vez que se tienen evidencias de mal aliento, el diagnóstico final lo proporciona un aparato llamado halímetro, el cual detecta y mide la emanación oral de gases volátiles azufrados.
Si el resultado es positivo, se sugiere como primera medida practicar higiene bucal exhaustiva, misma que incluye el cepillado regular de dientes y encías, uso de enjuagues bucales con acción bactericida, hilo dental y limpieza de lengua; siempre se debe recurrir a lo anterior después de consumir alimentos (Vea en Herramientas el esquema sobre Recomendaciones para Remover la Placa Dentobacteriana). Si se usa prótesis dental y puentes removibles deben ser lavados y desinfectados de acuerdo con las recomendaciones del odontólogo, especialista al que debe visitarse cada 4 ó 6 meses para que vigile la salud bucal y realice limpieza profunda con aparatos y soluciones especiales.
También es necesario procurar el consumo de productos naturales con gran contenido de clorofila, como perejil, espinaca y cilantro, y evitar en lo posible ajo, cebolla y condimentos. Asimismo, para estimular la producción de saliva puede recurrirse a la masticación de chicles sin azúcar, hacer cinco comidas ligeras al día y beber de 2 a 3 litros de agua.
Por último, tenga en mente que en cuanto se detecte mal aliento es necesario acudir al odontólogo, ya que proporcionará diversas medidas para solucionar el problema; en caso que la causa sea alguna enfermedad, remitirá al paciente a otro especialista que la pueda tratar, pero siempre valorando los problemas bucales e instruyendo sobre higiene bucal adecuada.