SAN LUIS, EU.- El jardinero derecho dominicano Manny Ramírez, se olvidó de la Maldición del Bambino para imitarlo con su bate y convertirse en el Jugador Más Valioso (MVP) de la edición número 100 de la Serie Mundial, que ganaron los Medias Rojas de Boston por barrida de 4-0 a los Cardenales de San Luis.
Ramírez, al igual que Ruth fue el jugador decisivo, que en 1918 ayudó a los Medias Rojas a conseguir el último título que habían ganado de la Serie Mundial, ante los Cardenales se convirtió en el bateador clave del ataque de su equipo, que completó la barrida al ganar por blanqueada de 3-0 en el cuarto partido.
Aunque Ramírez en el cuarto partido no tuvo producción, sí pegó un imparable en cuatro turnos al bate para llegar a los 17 juegos consecutivos que ligó de hit. Ramírez completó la Serie Mundial con .412 de promedio, pegó un cuadrangular e impulsó cuatro carreras para ser siempre el jugador decisivo en el ataque de los Medias Rojas ante los Cardenales.
"Es algo increíble que al comienzo de temporada pensé que podía irme del ir del equipo y ahora sea el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial que hemos ganado después de 86 años", declaró Ramírez, mientras intentaba contener su emoción. "Al final la confianza que pusieron en mí fue válida para todos".
Ramírez rechazó por completo todo lo relacionado con la llamada maldición de Ruth, y por el contrario dijo que se había sentido más motivado y seguro que nunca cuando salió a la caja de bateo. "No creo en ningún hechizo, simplemente cada uno nos marcamos nuestro propio camino y además dentro del deporte y especial el del beisbol, el factor suerte es algo muy importante", subrayó Manny, que se convirtió en el tercer dominicano en ganar el premio de MVP en una Serie Mundial.
El primero en conseguirlo fue Pedro Guerrero con los Dodgers de Los Ángeles, en 1981 y el segundo lo consiguió el lanzador derecho José Rijo, con los Rojos de Cincinnati, en la Serie Mundial de 1990.
Otros tres peloteros latinos también consiguieron el premio de MVP en una Serie Mundial, el primero de todos fue el legendario puertorriqueño Roberto Clemente, en 1971 con los Piratas de Pittsburgh; el abridor cubano Liván Hernánde lo ganó en 1997 con los Marlines de La Florida y el cerrador panameño Mariano Rivera se lo dieron en 1999 con los Yanquis de Nueva York.
"Ramírez mostró siempre con el bate una gran confianza y fue decisivo en el ataque de los Medias Rojas por lo que es un gran y merecido ganador del premio", destacó el comisionado del beisbol profesional, Bud Selig, que fue el encargado de darle el trofeo de MVP.
