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Mantiene Lula popularidad pese a caso New York Times

AP

SAO PAULO, brasil.- El presidente Luiz Inácio Lula da Silva sigue disfrutando de la confianza de las clases populares en medio de una economía estancada, reveses en el Congreso y un reciente impasse por un artículo del diario The New York Times sobre supuestos problemas del Mandatario con la bebida.

“A pesar de la montaña de problemas, el Presidente disfruta de buena salud política en el segmento que importa, el de los votantes”, dijo Walder de Goes, analista político en Brasilia.

Un encuesta revelada el jueves por la firma privada Sensus mostró que 60 por ciento de los brasileños aprueban la gestión del Presidente, una alza con respecto al 59 por ciento registrado en marzo. La muestra fue realizada entre dos mil personas de todo el país y tiene un margen de error de tres puntos porcentuales.

Pero mucho del apoyo mostrado en la encuesta es el remanente, según de Goes, de la esperanza y la buena voluntad que generó la victoria electoral de Lula con un impresionante 61 por ciento de los votos en octubre de 2002, cuando los brasileños escogieron al ex obrero metalúrgico y líder sindical frente a su contrincante, José Serra, un economista con estudios en la Universidad de Cornell, en Estados Unidos.

Lula es el primer dirigente de izquierda elegido para la presidencia de Brasil. Es el fundador del partido de origen obrero Partido de los Trabajadores (PT).

“Los votantes le están dando tiempo, pero su paciencia tiene un límite”, agregó de Goes.

Los problemas abundan, empezando por la economía.

El desempleo, con una contracción económica de 0.2 por ciento al cierre del año 2003, se mantiene fuertemente elevado y alcanza el 13 por ciento de la fuerza de trabajo.

La tasa de interés referencial es del 16 por ciento, haciendo los negocios de inversión peligrosamente arriesgados.

Entretanto, el Congreso, parece no ayudar.

El ex ministro de Hacienda, Mailson da Nobrega, enumeró una lista de reformas claves que se necesitan para reactivar la economía y luego explicó que una serie de intereses han bloqueado la aprobación de la mayoría de ellas en las cámaras: “una reforma impositiva es poco probable, se necesita una reforma sindical para crear un mercado de trabajo más flexible, pero el Presidente no luchará por ella y el Congreso no realizará impopulares cortes en programas autorizados”.

A lo que se añade, según el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, el antecesor inmediato de Lula, “una falta de producción, una falta de eficiencia”.

En un encuentro con corresponsales extranjeros el miércoles, Cardoso indicó que Lula “encara los mismos restos que yo enfrenté por ocho años (1995-2003), cómo cubrir urgentes necesidades sociales en tiempos de carestía”.

La imagen de Lula en el exterior sufrió por una semana de controversia surgida de un artículo en The New York Times.

En su edición del nueve de mayo, el diario publicó una nota sugiriendo que el Presidente tenía problemas con la bebida.

Dos días después, el Gobierno suspendió la visa a Larry Rohter, el corresponsal del diario estadounidense responsable del reportaje, revirtiendo la medida el viernes después de recibir una carta de los abogados de Rohter afirmando que no hubo intención de ofender al Mandatario.

“La dura medida lastimó la imagen en el exterior de Lula y ante la comunidad de negocios en Sao Paulo y otras elites, pero esa era gente que ya había perdido hace mucho tiempo”, aseguró de Goes. “Por otro lado, la misma medida fue muy bien recibida por los brasileños de las clases populares que la vieron como una defensa del honor del país”, aseguró.

De hecho, el incidente provocó una poco frecuente unanimidad entre las cinco grandes centrales obreras del país, que emitieron un comunicado conjunto con el título “Brasil exige respeto”, condenando el artículo del diario estadounidense por “insidioso”.

Algunos ven problemas inmediatos en el horizonte de Lula. La encuesta de esta semana de Sensus mostró que sólo siete por ciento apoya un aumento de gastos del Gobierno en programas sociales, mientras 54 por ciento quiere planes que produzcan empleos.

La muestra parece confirmar la tesis de otro analista política, Amaury de Souza, en Sao Paulo: “La gente no quiere burocrático programa sociales. Quiere dinero. Los planes que distribuyen dinero a aquellos que lo necesitan o crean empleos... son los planes sociales del futuro, pero el PT todavía está aprendiendo eso”.

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