Ha nacido una nueva profesión. En los círculos políticos se busca afanosamente a Rocío, a Galilea y a Silvia “La Chiva”, ganadoras todas ellas de Big Brother, para habilitarlas urgentemente como consultoras en materia de actuación en videos clandestinos. Mal que bien los políticos han aprendido a comportarse frente a las cámaras; impostan la voz, sacan el pecho y ofrecen el mejor ángulo cuando se saben filmados. Pero nadie los preparó para estar en guardia cuando se encuentran fuera de cuadro. Nadie les dijo que, además, tenían que ser personas decentes en la vida privada. Hoy comienzan a pagar el precio de su ignorancia.
La imagen apática y adormilada del “Niño Verde” preguntando con desgana por sus dos millones de dólares (era muy poco dinero para despabilarse), o la pose de perdonavidas de Ponce –puro en la boca- en un casino de Las Vegas o a un ávido Bejarano embolsándose el dinero como si estuviera en una prueba contrarreloj, son imágenes todas ellas capaces de arruinar una reputación de por vida.
Desde hace una semana la mayor parte de los políticos se ven desconcentrados, distraídos. Y no es que les inquieten los niveles de desempleo o el desplome de su partido; lo que les angustia es el riesgo de haber sido grabados en el pasado. Repasan con el alma en vilo las escenas embarazosas de su currículo intentando recordar las paredes y los adornos. ¿Habría cámaras? Se preguntan si el auto en el que conversaron con el empresario estaría “sembrado” y respiran con alivio al recordar que el acuerdo final lo sellaron verbalmente de pie en la banqueta.
¿Cómo hizo Rocío para estar siempre en guardia? ¿Cuál es el secreto de “La Chiva” para ser filmada día y noche sin perder la compostura? ¿Cómo hace Galilea para ser encantadora a pesar de Cuauhtémoc Blanco o mil horas de filmación continuas? Desentrañar esas claves se ha convertido en la agenda del aspirante a dirigente político.
Con el ánimo de mejorar la calidad de este nuevo género, que podríamos denominar filmografía involuntaria, me permito hacer una modesta proposición. Si usted es un profesional de la política, siga con atención las siguientes recomendaciones y nunca más ira a un noticiero de televisión para descubrirse en cadena nacional haciendo tubo en un antro o jugando monopolio con los dineros de la Nación.
1.- Debe tatuar a su cerebro con la noción de que la vida es un Big Brother. Todo restaurante es un set y toda oficina una locación. Asuma que no hay florero sin micrófono ni lámpara sin cámara de video. Considere a sus compañeros de partido como miembros de “reparto” y a los aspirantes a la Cámara como integrantes del casting.
2.- Elija a un actor con quien se identifique y encarne su personalidad 24 horas del día. La próxima vez que intenten “chamaquearlo” descubrirá en usted a un Charlton Heston furibundo arrojando las tablas de la ley sobre esos pérfidos traidores. Le sugerimos evitar modelos controvertidos. Jim Carrey está fuera de juego a menos que usted padezca dislexia facial. No intente un Brad Pitt si el físico le da para Danny DeVito. En caso de que no se descubra ninguna habilidad histriónica le sugerimos adoptar a Silvester Stallone.
3.- Consiga materiales autodestructibles: cintas, videos, tintas y papel que, como en el programa de Misión Imposible, se desvanezcan cinco segundos después de ser vistos. Así, cuando le ofrezcan un maletín con dinero usted podrá despreciarlo con rostro desencajado y frase indignada, al mismo tiempo que desliza un papel a su mecenas con el siguiente texto: “Nos pueden estar filmando; añada 20 por ciento a la cantidad que me ofrece (no me voy a corromper por menos) y deposítelo en mi cuenta suiza número tal. Este mensaje se autodestruirá en cinco segundos”.
4. Redacte y memorice anticipadamente su respuesta ante un intento de soborno. Use frases cortas y contundentes, capaces de entrar en un titular de ocho columnas. Cuántos dolores de cabeza se habría ahorrado el “Niño Verde” si hubiese seguido ese consejo. “¿Dos millones de dólares? Sépase usted que “El Verde no tiene precio”.
5.- Cerciórese de la iluminación. No basta con desplegar un comportamiento impecable. Si lo van a filmar asegúrese que sea en un glorioso technicolor o por lo menos que la luz resplandezca en su rostro cuando usted rechace con desprecio un intento de soborno. Cada vez que llegue a un lugar, aprópiese de la mejor silla, haga suyo el mejor spot, conviértase en el productor involuntario de un video en el que usted debe ser la estrella.
6.- Nunca más juegue a ser Robert De Niro ante el espejo a lo Taxi Driver fantaseando sobre lo que le diría al dirigente de su partido si se atreviera. Seguramente al gobernador o a Fox no les agradaría enterarse por un video de la opinión con que usted les distingue en sus pensamiento más íntimos.
7.- Y por último, nunca más vuelva a esculcarse la nariz o rascarse los interiores fuera de la regadera a menos que usted sea Félix Salgado Macedonio. En tal caso da lo mismo.
Siga estas sencillas recomendaciones y le garantizamos un brillante porvenir en San Lázaro y en el peor de los casos, en Churubusco.
(jzepeda52@aol.com)