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Mario Flores un 'Bombero' que no se apaga

Receptor y manager en varios equipos profesionales

TORREÓN, COAH.- Mario “El Bombero” Flores, incansable promotor del softbol lagunero durante 50 años, ex beisbolista profesional y manager en diferentes circuitos, no pierde el ánimo, aun cuando depende de una silla de ruedas.

Hace tres años sufrió la amputación de su pierna izquierda, los médicos le advirtieron que no tenía remedio, estaba gangrenada, sin embargo él tomó la noticia forma natural.

“Mi esposa me lo comunicó con mucho valor, lo acepté con resignación, mis hijos dijeron que me querían en la casa con una pierna y no con las dos en el panteón”.

No se le cae la moral porque tiene 22 nietos, quienes hacen placentera su vida, por ello sabe que todavía le quedan algunos años por vivir.

Con frecuencia recibe la visita de sus grandes amigos Leo “El Negro” Rodríguez, Moisés Camacho y José “Zacatillo” Guerrero.

Recuerda el origen de su seudónimo: “Desde niño me gustó ser bombero. Vivíamos en la desaparecida privada Ocampo, ubicada en la orilla de calle Falcón, junto al edificio del Departamento de Limpieza, que fue demolido en 1945 para dar paso a la construcción de la estación de bomberos, en donde ahora está la Secundaria Eva Sámano de López Mateos”.

Posteriormente se ingresó a la heroica institución, en donde inició a practicar el beisbol como un pasatiempo, para después verlo como su vocación.

La pasión de su vida

Se acomoda su inseparable cachucha para contar que aprendió a jugar beisbol en la calle Falcón con una pelota de trapo, en un terreno que era parte de los tajos, en 1950 se integró al equipo de La Continental, el manager era Alberto “La Chota” Robles, quien solicitaba permiso al comandante Julio Martínez Álvarez para que los domingos no faltara a los partidos.

En esa inolvidable novena jugó con Felipe “El Pipis” Sonora, Antonio “El Perico” González, Jorge “La Cotorra” Ávila y Librado “La Borracha” López, destacados beisbolistas de esa época.

“En 1952 se formó la primer Liga de Softbol en Torreón a iniciativa de don Luis Rivas Z., propietario de una armería, de Armando Meza, dueño de una tienda de deportes, y del cronista deportivo, J. Cruz Navarro”.

La euforia era tal, que en el cuerpo de Bomberos integraron un equipo, en el que sobresalían Gumersindo Varela, Arnulfo del Real y Carlos Valle, uno de los mejores softbolistas que ha dado La Laguna.

“En ese primer año, Johny Barmar, empleado de la Compañía Dupont de Dinamita, Durango, nos enseñó como se pitchaba en el softbol”.

Los primeros equipos de softbol fueron El Siglo de Torreón, Papelería Dingler, Ferretería Simón Lack y Fundidora Graham, los partidos eran en los llanos de la colonia Torreón Jardín.

“En 1952 representamos por primera vez a La Laguna en un Campeonato Nacional de Softbol, derecho que obtuvimos al vencer al equipo de Gómez Palacio, encabezado por el profesor Luis L. Vargas”.

El salto al profesionalismo

Con el apoyo del conocido manager lagunero Guillermo Garibay Fernández, llegó al equipo Cananea de la Liga de Arizona, en el que militó dos temporadas, las de 54 y 55.

En 1956 jugué en la Liga Mexicana de Beisbol con Sultanes de Monterrey, al mando de Epitacio “La Mala” Torres, mis compañeros de equipo fueron Ramiro Cuevas, el primer pitcher en lanzar un juego perfecto, Alfredo “El Yaqui” Ríos, Roberto Montelongo y Rocky Contreras, entre otros.

En 1957 pasó a la Liga Central con Alacranes de Durango, el manager era el cubano Virgilio Arteaga, quien al término de la temporada lo invitó a los Naranjeros de Hermosillo, uno de los mejores equipos en que jugó.

Con los Alacranes de Durango obtuve el campeonato, al lado del cubano Julio Pérez Azcuí, Francisco Martínez y Juan “El Pegaduro Rodríguez, gran beisbolista.

Después fue manager y jugador con Campeche en la Liga del Sureste, temporada 1962-1963, bajo sus órdenes debutó profesionalmente Benjamín “El Cananea” Reyes, un hombre que hizo historia en el beisbol mexicano.

En 1963 concluyó su carrera de pelotero profesional con el Aguila de Veracruz, en donde fue compañero de Benjamín “El Papelero” Valenzuela, Lorenzo “El Carbonero” López, Jaime Favela y Miguel “Pilo” Gaspar, quienes escribieron grandes páginas en “El Rey de los Deportes”.

Al retirarme dirigí al Tepic en la Liga del Noreste, al Choapas en la Liga del Centro, a Sabinas y Piedras Negras en la Liga Regional del Norte de Coahuila, en los que jugaron peloteros de gran nivel, como Enrique “El Huevo” Romo y Gabriel Acosta.

Breve pasó por Unión Laguna

En 1985 el empresario lagunero Jorge Dueñes Zurita trajo la franquicia de los Indios de Ciudad Juárez, para tener de nueva cuenta el beisbol profesional en nuestra región.

“Don Jorge me llamó para colaborar con el manager Mario Peláez, quien a media temporada renunció al cargo, de manera interina me hice cargo del equipo durante dos series”.

Cuando se disponían a viajar a Monterrey, tuvo conocimiento de que en esa ciudad iba a ser relevado por Gerardo “El Mulo” Gutiérrez, ordenó al bat boy que bajara su maleta y regresó a casa.

“Decidí dejar al equipo, pues no era justo que otro menos competente que yo, asumiera el mando”.

El último equipo profesional que dirigió fue el Puebla en la Asociación Nacional de Beisbol (ANABE), por recomendación de Jesús “Chanquilón” Díaz y Victoriano “Calambao” Hernández, de 14 juegos al frente del equipo, perdió uno, tuvo que regresar a Torreón por cuestiones familiares.

En La Laguna hay talento

“En los últimos años no se ha tenido un equipo ganador, porque los dueños del club, llámese Unión Laguna o Vaqueros, no saben más que el manager, por eso tratan de formar el plantel y no dejan al verdaderamente responsable que lo conforme”, manifestó Mario “El Bombero” Flores.

Con la experiencia que le dieron los años, como jugador y manager, se atreve a expresar que el propietario actual del equipo, Ricardo Martín Bringas, si requiere de un lanzador va hasta Venezuela o Puerto Rico a buscarlo, sin saber de la calidad del mismo.

Por consiguiente ningún dueño de equipo sabe más de beisbol que a quien van a designar como manager. Alex Taveras vino por recomendación de Winston Llenas, pero en La Laguna hay gente que sabe más que él, como Moisés Camacho y José “Zacatillo” Guerrero.

Se cuestiona por qué a ninguno de ellos le dieron el puesto de manager, por qué trajeron a un instructor de lanzadores de otra parte, si aquí está Horacio “El Ejote” Piña y un coach de bateo, si contamos con Raúl Valverde y Rubén Ávila.

“Horacio tiene la capacidad suficiente para ocupar ese puesto, esas son una de las causas por la que Vaqueros Laguna no sobresale”.

Propone que el dueño del equipo se encargue de promoverlo, del estado financiero del mismo, pero no de contratar peloteros.

“El plantel fue formado al vapor, empezó con dos receptores y luego se les dio de baja, porque no son dueños de las cartas de los peloteros, no tienen una sucursal”.

Considera que batallaron para contratar a Carlos Rodríguez, la directiva no deja que el manager seleccione a sus jugadores, cada rato cambiaban.

¿Qué haría si fuera propietario de Vaqueros Laguna? Lo primero, designar como manager a José “Zacatillo” Guerrero, de coach de pitcheo a Horacio “El Ejote” Piña, de coach de bateo a Rubén Ávila y a Raúl Valverde.

Pondría de gerente a una persona que conozca de beisbol, como Moisés Camacho, quien sabe mucho, pero no lo dejan decidir.

Adelanta que cuando Alejandro Ortiz rompa el récord de cuadrangulares de Nelson Barrera en la Liga Mexicana de Verano, saldrá de la organización, ahora lo tienen como imán de taquilla.

De la situación actual del beisbol lagunero, admite que son pocos los jugadores estelares que estén listos para dar el estirón, uno de ellos fue Federico Castañeda, le falta para que sea una realidad.

“Otro fue Sergio Alfaro, las pocas veces que lo vi jugar, antes de que me amputaran la pierna, era un prospecto interesante, actualmente juega en la Liga Mayor de Beisbol de La Laguna”.

Para Mario “El Bombero” Flores, el softbol lagunero, de cuando inició, a la fecha, es como la diferencia entre el día y la noche, en la Laguna hay jugadores que se “hablan de tú por tú” con figuras mundiales de este deporte.

Como botón de muestra cita a Ricardo Hernández, Aarón Navarrete y Francisco “El Superman” Saucedo.

“El softbol lagunero ha tenido un gran auge en los últimos años, sobre todo entre los profesores, cuentan con dos ligas, cada una con un buen número de equipos, lo cual no es bueno para el beisbol, pero beneficia a los jugadores, pues consiguen un trabajo bien pagado”.

Afirma que hay muchos peloteros que abandonan el beisbol para dedicarse al softbol, de esta manera ingresan al magisterio y aseguran el sostenimiento de su familia.

Entre los mejores jugadores

Considera a Miguel Becerril Fernández como uno de los mejores peloteros mexicanos, “Dios me dio la suerte de haberlo dirigido en el euipo Choapas en la Liga del Centro, jugaba todas las posiciones, a excepción de la de catcher”.

También reconoce la gran trayectoria de Héctor “El Superman” Espino, Nelson “El Almirante” Barrera y del lagunero Juan “El Kilillo” Navarrete.

“Viviré hasta que Dios quiera, el catolicismo predomina en mi hogar, no me hace falta una prótesis, pues a dónde puedo ir con ella”, mientras disimuladamente limpia la lagrima que brota con el recuerdo de sus hazañas de bombero y beisbolista.

Un sueño realizado

Mario Flores ha sido siempre un hombre inquieto, muy joven ingresó al H. Cuerpo de Bomberos de Torreón y de ahí viene el sobrenombre; a pesar de todo, encontró las facilidades para iniciar una exitosa carrera en el “Rey de los Deportes”.

Al inaugurarse el nuevo edificio en 1948, ingresó como voluntario al cuerpo de Bomberos de Torreón, al año siguiente fue dado de alta, perteneció a esta corporación hasta 1998, cuando tuvo que retirarse por padecer falta de circulación y era inevitable la amputación de la pierna izquierda.

Se acomoda en su silla, fija la mirada y relata que el cuerpo de Bomberos de Torreón se fundó en 1929, un año antes de que naciera él, su primer comandante fue el cubano Santiago B. Fita, perteneció al mismo durante 50 años, llegó a ser sargento, cuando salía a jugar beisbol o era manager, el comandante Julio Martínez Álvarez le concedía permiso.

Participó en los dos grandes incendios registrados en el Mercado Alianza de Torreón, el primero en la década de los años cincuenta, el segundo en 1980, así como en las conflagraciones del Mercado Baca Ortiz y de la Casa Redonda de Gómez Palacio.

Entre los siniestros de grandes consecuencias que no ha olvidado, fue el de avenida Aldama y calle Donato Guerra, en donde había un taller de carrocerías en los años cincuenta, en ese entonces los bomberos no contaban con un camión cisterna para abastecerse de agua, conectaban las mangueras al hidrante más cercano al incendio.

Otro al que asistió, de grandes consecuencias, fue el de una Creosotadora en la ciudad de Durango en 1950, en una fosa donde almacenaban chapopote, acudimos a sofocarlo bomberos de varias ciudades, dos días tardó la maniobra.

Asegura que no le han hecho ningún reconocimiento a su labor de bombero, ni recibió indemnización alguna. “Con la ayuda de mi esposa María del Rosario Ávila, aproveché lo que gané como beisbolista y manager, nos alcanzó para darle carrera profesional a mis diez hijos, construir nuestra casa en la colonia Eugenio Aguirre Benavides y establecer una tienda de deportes, la cual cerré hace tres años’’.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

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