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Marlines, la cenicienta de las Grandes Ligas

MÉXICO, DF.- Por segundo año consecutivo, un equipo perdedor y de escasas pretensiones como Marlines de Florida salió de la nada para llevarse el título de las Grandes Ligas, tras vencer a Yanquis de Nueva York en sólo seis partidos en la Serie Mundial.

Con un juvenil pitcheo que aún está lejos de consolidarse en la gran carpa, pero con la fortaleza reconocida del receptor puertorriqueño Iván Rodríguez, los peces dieron la gran sorpresa en la campaña 2003, al avanzar, como Angelinos de Anaheim en 2002, sobre los favoritos hasta el Clásico de Otoño.

Florida se deshizo de Gigantes de San Francisco en la primera ronda de postemporada de la Liga Nacional y después marginó a Cachorros de Chicago en la Serie de Campeonato, donde se registró aquel famoso lance de un inoportuno aficionado en Wrigley Field que dio vida extra a los de Miami.

El manager Jack Mackeon tuvo que hacer malabares con su cuerpo de lanzadores, primero para llegar a los playoffs luego que el equipo estaba condenado a permanecer en el sótano de su división durante muchos años ante la falta de asistencia al Pro Player, y después para hacerse respetar en las últimas instancias.

Pero los jóvenes hicieron el milagro. En efecto, encabezados por Josh Beckett y el zurdo Dontrell Willis, Novato del Año del viejo circuito con números de 14-6 y 3.30 de carreras limpias, los Marlines lograron el segundo título de su corta historia, tras el conseguido en 1997 ante Indios de Cleveland.

Beckett tiró todo un recital en el sexto juego del Clásico de Otoño, el definitivo, al navegar durante toda la ruta con sólo cinco imparables admitidos en el mismísimo Yankee Stadium, para superar en el duelo de pitcheo al zurdo Andy Pettitte.

Fue tal el dominio de Beckett en aquel partido del 25 de octubre, que retiró en tres hombres la novena entrada, en la que los Mulos de Manhattan intentaron regresar con la parte medular del orden al bat, mas ni su alcurnia ni la presión del agresivo público del Bronx pudo con el abridor de Florida.

En una estampa pocas veces vivida en una Serie Mundial, el puertorriqueño Jorge Posada entregó el último out en una inofensiva rola al propio pitcher, quien se encargó de bajar del cerrito para tocar al receptor de Yanquis y terminar con las hostilidades.

Pero no sólo hubo grandes revelaciones en materia monticular en el equipo de MacKeon, también lo hubo en su ofensiva, sobre todo con el venezolano José Miguel Cabrera, quien le pegó jonrón de dos carreras al "Rocket" Roger Clemens en el cuarto juego, que sería el de su despedida del beisbol.

Bajo el mando de Joe Torre, Nueva York arribó a una nueva Serie Mundial al eliminar en la Serie Divisional de Mellizos de Minnesota y, posteriormente, a Medias Rojas de Boston en un trepidante agarrón que se fue a lo máximo y que, erróneamente, fue considerada una final adelantada.

El jardinero Karim García fue el único mexicano en jugar el Clásico de Otoño, sólo que no tuvo mucha actividad en el bosque derecho de los neoyorquinos. En el primer juego pegó un doblete, en el segundo estuvo en la banca y en el tercero dio un sencillo en tres turnos.

García, que intentaba convertirse en el tercer mexicano en forma consecutiva en conseguir un anillo de Serie Mundial, se fue en blanco en el cuarto juego en tres viajes a la caja de bateo, en el quinto respondió con sencillo al izquierdo, misma producción que tuvo en el último partido.

El tijuanense Benjamín Gil logró coronarse en 2002 con Angelinos de Anaheim, que liquidó en el Clásico a Gigantes de San Francisco, y el sonorense Erubiel Durazo lo logró en 2001 con Diamantes de Arizona, también sobre Yanquis de Nueva York.

La temporada 2003 de la gran carpa también fue la oportunidad para que dos peloteros latinoamericanos, el dominicano Sammy Sosa y el cubano Rafael Palmeiro, rebasaran la mágica cifra de 500 cuadrangulares de por vida, aunque el cuarto bat de los Cachorros se vio envuelto en la polémica del año, al ser suspendido por utilizar un bat de corcho.

Ahí no pararon los logros de los jugadores latinos, pues el también dominicano Albert Pujols se quedó con el reconocimiento al Jugador más Valioso de la Liga Nacional, y el mexicano Esteban Loaiza, en una temporada de 21 victorias, estuvo a un paso de embolsarse el Cy Young de la Americana.

El premio al mejor lanzador del joven circuito recayó finalmente en Roy Halladay, de Azulejos de Toronto, y la sensación del relevo Eric Gagne, taponero estelar de Dodgers de Los Ángeles, lo consiguió en la Nacional tras salvar todos y cada uno de los 55 partidos en que fue llamado para asegurar la victoria.

A nivel selecciones, Cuba logró mantener su inalterable hegemonía al coronarse en los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, en el Mundial de la especialidad del cual fue anfitriona y remató con el Preolímpico de Panamá, donde Estados Unidos fue eliminado por México, aunque ambos quedaron fuera de Atenas 2004.

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