Finalmente apareció Alejandra Roque Ramírez. Las autoridades encontraron a “Janny” en Tapachula, Chiapas, cuando intentaba cruzar la frontera con destino a Centroamérica.
La joven abandonó su hogar el 28 de octubre, hoy sus padres vuelven a tenerla en sus brazos sana y salva. De la amarga experiencia hay mucho que aprender, y no sólo la familia, sino la Comarca Lagunera como sociedad.
A partir de la desaparición de “Janny”, aunada a la de Silvia Stephanie Sánchez Viesca, la región experimentó una psicosis alimentada por los rumores y la desinformación que obligaba a pensar lo peor.
Que si no eran dos jóvenes desaparecidas, que eran ya 20, que una fue encontrada muerta en el bosque Venustiano Carranza, que si las investigaciones apuntaban hacia una red de secuestradores, peor aún, tratantes de blanca o personas que comercializan con órganos.
Hoy la historia es otra. La joven está sana y salva, el motivo de su huida sólo corresponde al seno familiar. La gran lección, y al mismo tiempo el reto, es el de crecer como sociedad. Es necesario privilegiar la educación y el estudio para no ser presa fácil de rumores que sólo generan angustia.
¿Cuántos padres vieron interrumpido su sueño porque la hija no llegaba de la discoteca? Un retraso era ya motivo de alarma. El rumor llegó incluso a Monterrey, donde ya relacionaban el caso al de las muertas de Juárez, también aquí algunos medios sugirieron la situación.
Ahora sólo resta esperar que aparezca Silvia Stephanie Sánchez Viesca, ahora más que nunca la esperanza es grande, sólo resta apoyar el trabajo de las autoridades y dejar atrás todos los comentarios que hieren como sociedad.