Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Más Allá de las Palabras / Nuestros jóvenes se están divorciando

Jacobo Zarzar Gidi

Algo muy grave le acontece a nuestros jóvenes. Las parejas van al matrimonio mal preparadas y a los pocos años se están divorciando. Cada vez escuchamos a más personas decir que varios de sus amigos y amigas ya firmaron su demanda de divorcio. Siete de cada diez matrimonios se encuentran en la cuerda floja. ¿Qué les está sucediendo a nuestros hijos? ¿De qué sirvió todo el proceso inicial de enamoramiento que tuvieron durante el noviazgo? ¿De qué sirvió el conocerse, las despedidas que les hicieron, las promesas matrimoniales, el sacramento que no debieron violentar, el amor que se juraron, las fotografías que se tomaron, el entusiasmo que tenían? ¿De qué sirvió que engendraran uno o varios hijos? Lo que no se puede comprender, es observar a las parejas divorciarse cuando lo han tenido todo. Se separan de su cónyuge sin dar una explicación, o por una causa que verdaderamente no tiene importancia. Tenían amor, estudios, casa, salud, felicidad, dinero, juventud... y sin embargo al no valorar su tesoro, arrojaron a la basura su matrimonio.

Por todas partes se habla de divorcio, en muy pocos hogares se escuchan las palabras: amor, comprensión, tolerancia, aceptación, sacrificio y perdón. Todo eso es muy triste porque el Señor proclamó para siempre la unidad y la indisolubilidad del matrimonio por encima de cualquier consideración humana. Es tan fuerte este vínculo que se contrae, que sólo la muerte puede romperlo. Con cualquier persona que nos casemos, vamos a tener diferencias y problemas, lo importante es buscar la manera de vivir en armonía, aceptar los errores que se tengan con cierta tolerancia, respetarse en lugar de insultar, conservar la esperanza en lugar de perder el entusiasmo, perdonar en lugar de acumular odio en nuestro corazón.

Todos sabemos que para sacar adelante un matrimonio, a pesar de los ataques que diariamente recibe, es necesaria la vocación matrimonial, que es un don de Dios. Todo aquél que contrajo matrimonio pensando que se trataba de una luna de miel perpetua, se equivocó rotundamente. Cuando las parejas se casan, lo primero que deberían hacer es alargar su brazo para recibir la cruz que a cada uno le corresponde cargar. Se trata de una cruz que se acepta con alegría, porque el tenerla significa que vamos avanzando por el camino correcto y que el Señor nos está bendiciendo. Esa cruz -que algunas veces se vuelve demasiado pesada- se forma con incomprensiones, enfermedades, egoísmos, achaques, cambios repentinos de carácter, respuestas violentas, mal humor, insultos, engaños, carencias económicas, malos tratos, etc. Si nosotros queremos, el Señor Jesús nos dará la gracia necesaria para aceptar "lo inaceptable" y para tolerar "lo intolerable".

Juan Pablo II alienta a los esposos para que, aun viviendo en ambientes donde sufran una fuerte presión contraria, sean fieles al proyecto cristiano de la vida familiar. En lugar de pasarnos varios minutos al día hablando por teléfono con amistades acerca de los problemas conyugales que otras parejas tienen, mejor oremos por aquél que se encuentra atrapado en su matrimonio y que ha perdido la alegría de formar parte de él, por aquél que ha sido engañado, por aquél o aquélla que no sabía de la agresividad y violencia de su cónyuge y como consecuencia, su hogar se ha vuelto ahora un lugar insoportable.

En esta ocasión quiero hablar fuerte de aquellos hombres y de aquellas mujeres que se aprovechan de las fricciones que existen en algún matrimonio, y comienzan a seducir a uno de los cónyuges que se encuentra distanciado. No es posible que destruyan un matrimonio sacando ventaja del enojo temporal de alguno de ellos. Todo se paga en esta vida o en la otra, y esos adúlteros no van a ser la excepción. Es importante aclarar que así como están las cosas en la actualidad, es necesario que los matrimonios conserven siempre a Jesucristo en su casa, que no lo dejen ir, que no lo ahuyenten con infidelidades, con insultos, con golpes, o con pensamientos que no son cristianos. Tarde o temprano las parejas que desobedezcan esta regla, fracasarán. El demonio trabaja intensamente en todos los hogares para destruirlos, y si no tenemos ayuda espiritual, el amor se terminará, el cáncer de la discordia aparecerá, los insultos proliferarán, la desconfianza surgirá y se comenzará a pensar en algún litigante para dar el tiro de gracia a lo que tanto sacrificio nos costó edificar. Gracias a las telenovelas, ahora se ve con mucha normalidad el tener relaciones sexuales antes del matrimonio, el intercambio de parejas y el divorcio.

Y los hijos, ¡qué egoístas somos al no pensar en ellos! ¡Qué daño tan grande les estamos causando, a pesar de haber hecho arreglos para que determinados días de la semana los pasen con el padre y otros con la madre! En estos tiempos, son muchos los jóvenes que ya no se quieren casar por la Iglesia y se unen únicamente por lo civil. Ellos "quieren probar" primero "-para ver si les funciona el matrimonio-". Todo se ha vuelto un gran desorden, a pesar de que muy pronto rendiremos cuentas de la forma como hemos administrado nuestro tiempo. Con toda seguridad se nos preguntará: ¿qué tanto hicimos feliz a nuestra pareja? ¿Qué tanto pusimos de nuestra parte para no destruir el amor que nació cuando éramos novios? ¿Qué tanto educamos a nuestros hijos con sólidos principios morales? ¿Qué ejemplo les dimos para que ellos no fracasaran en su matrimonio?

zarzar@prodigy.net.mx

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 105910

elsiglo.mx