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Más Allá de las Palabras / VALE LA PENA VIVIR

Por: Jacobo Zarzar Gidi

Cuando estéis tristes, mirad profundamente en vuestro corazón y hallaréis que quien os trajo la tristeza es el mismo que os está dando alegría.

Y cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro corazón y veréis que, en verdad, lloráis por aquello mismo que constituye vuestra delicia.

Gibrán Khalil Gibrán

El año pasado, un joven inmigrante mexicano fue lesionado gravemente en los Estados Unidos por otra persona que constantemente lo molestaba cuando salía a la calle. Recibió dos balazos, uno de ellos en la columna vertebral y el otro en la cabeza. Cuando lo condujeron a la sala de emergencias de un hospital de Houston, los médicos llamaron y prepararon a varios pacientes que estaban ansiosos de recibir donaciones de órganos. Llegado el momento, los especialistas se aproximaron al moribundo y comentaron en voz alta que desconectarían los aparatos que aún lo mantenían con vida. Al escuchar esas palabras, el enfermo hizo un gran esfuerzo para hablar y les suplicó que no le quitaran la oportunidad de vivir. De inmediato se dieron órdenes para hacer hasta lo imposible por salvarlo. Lo introdujeron a la sala de operaciones y lo conectaron a unas máquinas que le proporcionarían oxígeno. Desde ese día respira penosamente con un aparato y una manguera que penetra en su garganta. Su cuerpo se encuentra paralizado en un ochenta por ciento. A partir de esa fecha, el hospital ha estado enviando una gran cantidad de facturas a la familia del enfermo que acaba de ser transportado a su casa. Las notas por atención médica, operaciones, tratamientos, medicinas y muchos otros gastos más, suman la cantidad de un millón de dólares. Todas ellas llegan inexplicablemente con el sello de pagado y no saben a quién darle las gracias. La compañía de luz y fuerza de Houston se ha comprometido a suministrar constantemente energía a la casa del enfermo para que no se vaya a morir por dejar de respirar con el aparato al que se encuentra encadenado. Varias personas le han dicho insistentemente que "¿qué caso tiene vivir así?" "Que eso no es vida", y "que posiblemente sería mejor morir". A todo esto responde con dificultad, pero con firmeza, "que a pesar de todo, vale la pena vivir".

En efecto, la vida vale la pena ser vivida con intensidad y entusiasmo. Y eso debemos tenerlo muy presente los que a diario nos quejamos y también los que tienen entre sus planes quitarse la existencia. La vida es un don sagrado que nos viene de Dios, no la podemos despreciar ni malgastar, no podemos truncarla ni alterarla en forma negativa, porque originalmente se encuentra programada para conducirnos a nuestro Creador.

Cuando pienso en ese joven que se aferra a la vida y que sufre cuando respira, cuando se mueve y cuando habla, me convenzo cada vez más que nuestro paso por la vida debe ser un testimonio constante. De esa manera, el pobre y el necesitado, el enfermo y el tristemente solitario, todos ellos tienen a pesar de todo una misión por cumplir. Con más razón la tiene el sano, el inteligente, el que todo lo consigue con tan sólo abrir la boca, el fuerte, el que puede pensar, el que sabe reír y el que sabe hablar.

La vida por sí misma es una aventura que supera con creces a la imaginación. Somos totalmente libres para tomar y retomar el camino que deseamos. Al hacerlo, podemos acertar y también equivocarnos, podemos avanzar o retroceder, hundirnos o salir a flote. Es una combinación de capacidad y suerte que nos hace llegar al triunfo o fracasar. Pero allí vamos, a pesar de todo, con la espalda cansada y la sonrisa a flor de labios, allí vamos confiados pero a la vez alertas, serenos, pero también inquietos.

Que nadie se deprima, porque la verdad es que la vida nos ha dado mucho y lo único que debemos hacer es dar gracias a Dios. Que nadie conserve odio en su corazón, porque únicamente se encuentra estropeando su propia existencia y la de los demás. Que nadie se sienta triste, porque la alegría es la bandera del cristiano, que siempre deberá llevar enarbolada. Que nadie tenga temores, porque limita el tiempo que le resta de vida. Que nadie tenga ansiedad, porque la desesperación no nos lleva a ningún sitio bueno. Pidamos al Patrón fortaleza para salir airosos de las pruebas. Pidámosle paz espiritual para tranquilizar nuestro espíritu y con esa fuerza intentar serenar a los demás. Supliquémosle consuelo, a sabiendas de que el dolor y el sufrimiento existen en todas partes. Roguémosle amor, porque amor es lo que el mundo necesita para que todos nos sintamos como hermanos.

¡Cuántas personas con las que cada día nos relacionamos están esperando, aún sin saberlo, que les llegue la luz de Cristo! Jesús que pasó haciendo el bien y que se ganó el corazón de tantas personas, es nuestro Modelo. Hoy es un día oportuno para que nos preguntemos si las personas que habitualmente se relacionan con nosotros se sienten movidas por nuestro ejemplo y nuestra palabra a estar más cerca del Señor, si nos preocupa su alma, si se puede decir con verdad que, como Jesús, estamos pasando por su vida haciendo el bien.

Vale la pena vivir la vida, sea cual fuere el papel que nos ha tocado vivir, porque la vida es hermosa por el significado que tiene, por su mensaje de esperanza, de amor y sobre todo de inmortalidad para los seres humanos. Vale la pena vivirla correctamente, para poder llegar algún día a la casa del Padre donde existen muchas moradas y donde Jesucristo ha preparado un lugar para nosotros. De la noble figura de Cristo, fluye un manantial de aguas cristalinas que sacia nuestra sed y nos hace entender que Él es el principio y también el fin, porque solamente Él es el camino, la Verdad y la Vida.

zarzar@prodigy.net.mx

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