PLAYA SAN VALENTIN, México, (Reuters) - Cientos de caparazones de tortugas marinas, que fueron masacradas y descuartizadas, yacen en la playa de San Valentín, en el estado de Guerrero en la costa del Pacífico mexicano.
Voluntarios de un remoto campamento tortuguero, a unos 215 kilómetros del balneario de Acapulco, dicen que gran parte de los animales --una especie en peligro de extinción-- murió en el último período de anidación a manos de hombres armados con palos y machetes que venden ilegalmente su carne y huevos en las grandes ciudades donde constituyen una delicia exótica.
La matanza fue mayor que las que suelen ocurrir e indignó a grupos ambientalistas. Los protectores de tortugas, que recolectan y protegen los huevos de las tortugas, culpan a la pobreza en la región y a la falta de vigilancia por parte de las autoridades.
Más de 100 cabezas de tortuga están aún junto a los caparazones vacíos en una sección de la playa, con rastros de sufrimiento, a unos seis kilómetros del campamento tortuguero, ubicado en un brazo de arena entre una laguna y el océano.
"Lo peor es que las matan con machetes", dijo Raúl López, encargado del campo de protección de tortugas de San Valentín mientras señalaba varios cráneos de tortuga destrozados.
No es una muerte compasiva.
"Las tortugas tardan mucho tiempo en morir. Pueden tardar dos horas y mientras las destazan lloran y gimen, incluso mueven sus aletas", dijo Medardo Navarrete, quien al igual que muchos de los otros 21 trabajadores del tortuguero es un ex cazador que se convirtió en protector tras ser convencido por el gobierno.
México prohibió la venta de carne y huevos de tortuga desde 1990, pero la amenaza de pasar hasta nueve años en prisión no ha sido suficiente para detener a los cazadores.
CARNE DE TORTUGA Y BOTAS
Con frecuencia los ambientalistas encuentran durante sus recorridos a cazadores armados pero además de que no pueden evitar las matanzas, temen represalias si las denuncian.
Los cazadores, que trabajan rápidamente en la oscuridad de la noche, golpean a las tortugas, las voltean y cortan su pecho, retiran las aletas y extraen huevos e intestinos.
Puestos de comida venden la carne y los huevos a clientes de confianza mientras que la piel se utiliza para fabricar botas, cinturones y bolsos de mano.
La mayoría de las víctimas son tortugas golfina, de las cuales unas 3.000 hembras anidan cada año en México, según cálculos del gobierno. Pero esta masacre también incluyó a dos tortugas laud, de las cuales sólo 50 hembras anidarían cada año en las costas del país.
Funcionarios del gobierno convencieron en 1999 a muchos de los trabajadores del tortuguero San Valentín a proteger a las tortugas.
Ahora, ellos recolectan los huevos que las tortugas depositan en las playas principalmente entre junio y enero, vuelven a enterrarlos en la arena y liberan a las tortugas cuando salen del cascarón.
NO AFRODISIACO, SOLO COLESTEROL
Las siete especies de tortuga que habitan en México están protegidas bajo la Convención de Comercio Internacional de Especies en Peligro de Extinción de Fauna y Flora Salvajes.
Los habitantes de la costa han comido huevos de tortuga desde hace años, atribuyéndoles poderes afrodisiacos, pese a que expertos aseguran que lo que contienen es mucho colesterol.
"Durante años, la costumbre era ir a la playa y recolectar huevos", dijo a Reuters, Javier Rodríguez, presidente municipal de Petatlán, responsable de San Valentin, en una entrevista.
Los huevos de tortuga se venden hasta en 15 pesos (1,35 dólares) cada uno. Un negocio más lucrativo para los cazadores es la tortuga laud, de la que pueden obtener unos 22 litros de aceite del pecho del animal.
El aceite se comercializa a un precio de unos 100 pesos por un cuarto de litro y se le atribuyen poderes curativos para el asma y la bronquitis.
Petatlán invierte actualmente 1,5 millones de pesos (135,000 dólares) para pagar 12 policías montados con el fin de patrullar los 60 kilómetros de playas bajo la jurisdicción del municipio.
Mientras tanto, policías estatales hacen rondas dos veces al día en las playas.
Los humanos son la mayor amenaza para las tortugas mexicanas, pero también las aves, perros, cangrejos y tiburones son depredadores de las tortugas pequeñas y los huevos.
En promedio, de 10.000 tortugas que nacen, sólo entre 0,02 y 0,2 por ciento llegan a ser adultas, dicen los expertos.