Pierden la vida cinco marines en el peor ataque contra las tropas de Estados Unidos desde enero
EL PAÍS / AGENCIAS
BAGDAD, IRAK.- En un país como Irak, donde las muertes violentas sólo alcanzan categoría de noticia cuando se producen por decenas, la matanza de ayer supuso un salto cualitativo por su brutalidad.
Cuatro contratistas extranjeros que trabajaban para la Coalición fueron asesinados a tiros, quemados y desmembrados por una multitud en Fallujah, entre gestos de victoria y de celebración de los vecinos.
Las imágenes del crimen son tan repulsivas que algunas cadenas de televisión optaron por editarlas. Poco antes, cerca de la misma ciudad, una bomba artesanal escondida en la carretera mató a cinco soldados estadounidenses, lo que convirtió la jornada en la más sangrienta para las tropas de la Coalición desde enero.
“Cuatro civiles que trabajaban para la Coalición como contratistas y que viajaban en dos vehículos han sido atacados en Fallujah”, confirmó el general norteamericano Mark Kimmitt, director adjunto de operaciones de las fuerzas de la Coalición.
“Creemos que están todos muertos”, añadió sin precisar su nacionalidad. La prudencia al respecto podía deberse a que a media tarde el Ejército de Estados Unidos aún no había entrado en la ciudad para recuperar los cadáveres, aunque nada más al producirse el incidente se sellaron todos los accesos. “Los marines están ya allí o a punto de entrar”, aseguró Kimmitt, quien tampoco aclaró si los contratistas llevaban escolta militar.
Según un testigo presencial el convoy estaba formado por tres vehículos, uno de los cuales consiguió huir cuando unos desconocidos les dispararon desde otro automóvil.
“Uno de los coches logró escapar acelerando. El segundo recibió varios impactos y el tercero intentó darse la vuelta, pero también resultó alcanzado”, aseguró Alí Mohamed.
Estas nuevas muertes elevan a 17 el número de civiles extranjeros asesinados en Irak en el mes de marzo. Las imágenes del crimen dejan pequeño todo lo visto hasta ahora.
El video muestra a una docena de jóvenes que lanzan piedras contra dos todoterreno en llamas, mientras gritan “¡Dios es el más grande!” y “¡Larga vida al Islam!”. No hay ni policías iraquíes ni soldados estadounidenses a la vista. Luego llegan más hombres, muchos de ellos armados con palas. Entre varios sacan un cuerpo completamente quemado de uno de los coches y todos empiezan a darle patadas y golpes con las palas, ante el regocijo de los presentes, algo más de un centenar, que cantan y bailan de alegría.
Otro grupo arrastra un segundo cadáver por los pies. Alguien trae gasolina y la derrama sobre un tercer cuerpo inerte antes de prenderle fuego. La multitud sigue coreando “¡Dios es el más grande!” y “¡Larga vida al Islam!”.
Aún no se ha visto nada. La secuencia se vuelve a partir de ese momento vomitiva. A golpe de pala, los más enardecidos arrancan un pie y una mano de uno de los cadáveres, los atan a un cable y los cuelgan de un poste. Los que han arrastrado los otros cuerpos, los amarran y los cuelgan de un puente sobre el río Éufrates, uno de ellos está decapitado. “¡Abajo la ocupación! ¡Abajo Estados Unidos!”, repiten conscientes de la presencia de la cámara.
Con posterioridad, testigos presenciales citados por las agencias de noticias relataron que los restos fueron descolgados para permitir que los últimos en llegar también pudieran patearlos e incluso apuñalarlos.
“Este es el destino de todos los estadounidenses que vienen a Fallujah”, dijo Mohammad Nafik, uno de los miembros de la multitud que rodeaba los restos humanos.
Todo esto no sucedía en un lugar apartado, sino en la calle principal de Fallujah, muchos de cuyos habitantes han prometido convertir la ciudad en “el cementerio de las fuerzas de la Coalición”, según puede leerse en varias pintadas. “Todos estamos con la resistencia”, han declarado con anterioridad algunos vecinos.
Un niño golpeó uno de los cadáveres quemados, mientras la multitud vitoreaba. “Me alegra ver esto. Los estadounidenses nos están ocupando y esto es lo que sucederá”, dijo Mohammad, de 12 años.
Por su parte la Casa Blanca culpó del ataque en Falluja a “terroristas” y “remanentes del antiguo régimen” de Saddam Hussein.
“Son ataques horrendos de personas que están tratando de impedir que avance la democracia, pero la democracia se está enraizando”, dijo el portavoz de la Casa Blanca Scott McClellan.
Tras permitir la entrada de las tropas estadounidenses sin disparar un tiro, Fallujah se ha erigido en el estandarte de la resistencia armada a la ocupación. Hace dos semanas, el Primer Cuerpo Expedicionario de Marines relevó a la Primera División Acorazada en la provincia de Al Anbar, de la que Fallujah es la segunda ciudad. Los marines han adoptado una política de mayor dureza con los insurgentes.
Las tropas norteamericanas no patrullan Fallujah desde el pasado verano, cuando tras graves incidentes se llegó a un acuerdo para que la seguridad de la ciudad quedara en manos de la policía local.
Los soldados vigilan el perímetro y sólo entran en caso de necesidad. Sin embargo, el pasado viernes, una incursión de los marines para buscar a los responsables de la muerte de uno de los suyos el día anterior provocó una batalla campal que dejó nueve civiles muertos, entre ellos tres niños y un camarógrafo de la cadena ABC.
Poco antes de la brutal matanza de ayer, un artefacto explosivo camuflado en la carretera que une Fallujah con Jaldiya, a la altura de Malahma, mató a cinco marines que se encontraban de patrulla.
Se trata del ataque con mayor número de víctimas que sufren las tropas estadounidenses desde el derribo de un helicóptero el pasado ocho de enero, también en las proximidades de esa ciudad. En aquella ocasión murieron nueve soldados.