AGENCIAS
BAGDAD, IRAK.- Otra matanza. Otro ataque contra la normalización de Irak. Una fortísima explosión acabó ayer con la vida de al menos 29 personas y dejó medio centenar de heridos, entre ellos varios civiles norteamericanos, según fuentes militares estadounidenses.
A pesar de que las fuerzas estadounidenses e iraquíes lanzaron ayer una intensa operación en Bagdad, para combatir a la resistencia y decomisar armas ilegales, llamada “Promesa de Hierro”, nuevamente los insurgentes asestaron otro golpe en el corazón de la capital árabe.
El atentado al parecer dirigido contra el hotel Yabal Lubnán (Monte Líbano) destruyó también un edificio de apartamentos colindante y causó un incendio en una clínica situada en la misma manzana. Una hora después de la deflagración los equipos de rescate aún seguían sacando cuerpos de entre los escombros. El barro y la basura dificultaban sus trabajos en medio de la oscuridad total.
El ataque frustra las declaraciones hechas horas antes por el teniente coronel estadounidense, Chuck Williams, quien informó que en la nueva operación antirrebelde, “lo más impresionante es que ahora los soldados detectarán y descubrirán a gente con armas, con explosivos improvisados y municiones”.
Helicópteros, vehículos de combate y Humves estadounidenses vigilarán los mercados para prevenir que los grupos armados ocupen el área, mientras las tropas estadounidenses revisan tienda por tienda en busca de armas de la resistencia iraquí, aseguró Williams.
Sin embargo, el hotel destruido que encuentra en las proximidades de la céntrica plaza de Al Andalus, en el barrio de Karrada, una zona muy comercial de la capital iraquí, demuestra que la operación no será tan fácil de cumplir.
Los cristales de los comercios de los alrededores saltaron por los aires y varios coches ardieron por efecto de la onda expansiva.
Varios vecinos relataron cómo la gente que se encontraba en la calle en ese momento cayó de bruces al suelo a consecuencia de la explosión.
“No sé lo que ha pasado. De repente hubo un ruido tremendo y todo voló por los aires”, relata Abbás Shahín poco después del atentado que ocurrió hacia las ocho y cuarto de la noche (hora local).
Shahín es el encargado de una compañía de taxis próxima al lugar de la explosión, cuyas ventanas han reventado por el efecto de la onda expansiva. Como todos los vecinos de la zona, en el distrito de Karrada, se halla todavía desorientado. Otros comerciantes de las calles contiguas se afanaban en limpiar la zona de cristales y en ayudar a las tareas de rescate.
Los coches de bomberos sólo han podido llegar delante del hotel cuando docenas de soldados estadounidenses han desalojado a los curiosos y a los periodistas de las calles de los alrededores.
“Fuera de aquí, fuera de aquí. Váyanse para atrás, el edificio se puede venir abajo”, gritaban una y otra vez un sargento y un cabo estadounidenses, mientras hacían amago de cargar sus armas.
Una reportera de una cadena árabe de televisión fue derribada al suelo sin miramientos al negarse a abandonar el lugar desde el que pretendía enviar una crónica.
La causa de la explosión era aún confusa a última hora de ayer. Un enorme cráter frente a la fachada del hotel parecía confirmar la tesis del coche-bomba que explicaban los policías en el lugar del suceso. Sin embargo, testigos presenciales insistían en que se había tratado de un cohete, una versión respaldada por el viceministro del Interior, Ahmed Kader. La noche anterior tres cohetes disparados desde fuera de Bagdad causaron la muerte de un adulto y tres niños en tres lugares distintos de la capital.
“Hay 27 muertos confirmados y al menos 45 heridos”, declaró a los periodistas el teniente coronel Peter Jones después de que sus hombres acordonaran la zona. Miembros de los equipos de rescate aseguraban que debía haber aún muchas personas atrapadas en los edificios destruidos por lo que se temía que la cifra de víctimas fuera aumentando a lo largo de la noche.
Jones informó también que había algunos ciudadanos occidentales alojados el hotel Yabal Lubnán y entre ellos varios civiles estadounidenses.
Desde hace semanas se venía especulando con la posibilidad de nuevos atentados al aproximarse el aniversario del inicio de la guerra, el sábado 20 de marzo. Fuentes de los servicios de contraespionaje y los portavoces norteamericanos han advertido del riesgo de que se incrementen los atentados en estos meses previos al traspaso de soberanía.
Según testimonios de los vecinos en el establecimiento no había tropas norteamericanas ni partidos vinculados con miembros del Consejo de Gobierno, como ha sido el caso en ataques anteriores. El modesto hotel hospedaba sobre todo a iraquíes y egipcios. No obstante, en sus cercanías se encontraba un centro de entrenamiento de la nueva policía secreta iraquí. Aún así, el objetivo del atentado parece sin duda el hotel. No es el primero de estas características.
El pasado 28 de enero, un coche-bomba conducido por un suicida destruyó el hotel Shahín, en el otro extremo de Karrada y mató a cuatro personas. El presunto objetivo, el ministro de Trabajo, Sami Izara, salió ileso. Con anterioridad, también había sido alcanzado en hotel Bagdad, en la vecina avenida Saadún, donde se alojaban los miembros del Consejo de Gobierno. Y en varias ocasiones, los insurgentes han atacado los hoteles Palestina e Ishtar, base de parte de la prensa internacional desde poco antes de la guerra.